Los seguidores del ahora enfermo presidente de
Venezuela, Hugo Chávez, recibieron una gran sorpresa el domingo después de que
casi tres millones de personas participaran en la elección de un candidato de
unidad que competirá en los comicios presidenciales previstos para octubre. Los
demócratas venezolanos están unidos y llenos de optimismo, pero Chávez y sus
secuaces ya han comenzado a maniobrar para mantenerse en el poder a toda costa.
Si la oposición espera derrotar al chavismo, tendrá que estar preparada para
enfrentar trucos sucios, provocaciones, e incluso la posibilidad de un
narco-golpe durante los próximos meses.
El gobernador de Miranda, Henrique Capriles
Radonsky, ganó la elección con más del 60 por ciento de los votos, después de
una enérgica competencia que incluyó al gobernador de Zulia, Pablo Pérez (con
el 29 por ciento) y a la lideresa cívica María Corina Machado (con el 3.5 por
ciento).
A pesar de que aun no cuenta sus 40 años,
Capriles Radonsky es un político experimentado que goza de gran popularidad,
incluso entre los seguidores chavistas en su estado de Miranda. Con frecuencia,
Capriles hizo campaña en los barrios obreros que forman la base política de
Chávez. En el segundo lugar, Pérez llevó los mensajes de la oposición a los
votantes más pobres que, hasta ahora, habían sido ignorados por el pensamiento
anticuado de los que condujeron a la oposición durante la última década. Con el
apoyo de todos los candidatos en torno a Capriles, la oposición democrática se
muestra más unificada que nunca en los momentos en que comienza su campaña de
ocho meses.
El fortalecimiento de la oposición representa
una mala noticia para el chavismo en el ambiente volátil de este año electoral.
La fuerte presencia de la delincuencia, la escasez de energía, la inseguridad
alimentaria y el terrible estado de la economía le dan a la oposición una gran
oportunidad para vencer a Chávez en los comicios presidenciales. Si Chávez
muere o empeora significativamente antes de las elecciones de octubre, su
círculo más cercano tendrá que enfrentarse a la perspectiva inimaginable de
perder el poder y la posibilidad de tener que rendir cuentas por sus abusos de
poder, corrupción y criminalidad.
En los últimos meses, los chavistas de línea
dura han estado maniobrando para asegurarse de que no perderán el poder. En
enero, Chávez sorprendió a muchos al dejar de lado al popular Ministro de
Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, y al promover a su camarada militar,
Diosdado Cabello a la posición de líder del Partido Socialista y de la Asamblea
Nacional. Aún más revelador es el hecho de que el general Henry Rangel Silva
fue nombrado Ministro de Defensa el mes pasado, a pesar de su mala reputación
como aliado del narcotráfico y de las narco-guerrillas en la vecina Colombia.
Rangel Silva, el ex jefe de inteligencia Hugo
Carvajal y el general del ejército Cliver Alcalá son algunos de los muchos
funcionarios chavistas que han sido sancionados por las autoridades
estadounidenses por estar implicados con el tráfico de drogas. Debido a que
tienen miedo a la persecución implacable de las autoridades estadounidenses,
tienen la determinación de permanecer en el poder – incluso si eso implica el
sabotaje o el no reconocer los resultados de las elecciones de este otoño.
Si los chavistas estuviesen contemplando un
escenario electoral (como solución a la muerte de Chávez), habrían optado por
mantener al carismático Maduro como posible sucesor. La promoción del suave
pero implacable Cabello demuestra que apelar a los votantes es mucho menos
importante que la tranquilidad de los narco-generales que calladamente se han
apoderado de Venezuela. Aunque Cabello aun no ha sido identificado por las
autoridades estadounidenses como un narcotraficante, ha amasado una gran
fortuna a través de la corrupción oficial. Por lo tanto, sus compañeros
militares corruptos están seguros de que va a frenar los esfuerzos de la
oposición por cualquier medio.
El momento y la táctica dependerán del ritmo de
deterioro físico de Chávez. Los últimos detalles que me han sido transmitidos
por personas conocedoras de su estado indican que el recuento de células
cancerosas de Chávez aun no se ha reducido después de meses de tratamiento y
que se ha desarrollado otro tumor canceroso en el colon que requiere de cirugía
urgente. Su condición ha empeorado, porque se niega a recibir la atención y los
exámenes de rutina con el fin de mantener un perfil público. De hecho, el líder
venezolano ha recurrido al uso de la cocaína para mantener su energía. Como
resultado, existe una buena probabilidad de que no viva lo suficiente para
participar en las elecciones de octubre.
En otras palabras, el verdadero desafío para
Capriles y la oposición puede manifestarse antes de lo esperado. Chávez y sus
seguidores han dejado en claro con la promoción de Cabello y Rangel Silva que
no tienen ninguna intención de dejar el poder. Si tratan de provocar una crisis
o de cancelar las elecciones, el caos puede sobrevenir. En ese momento, se
pondría a prueba la fuerza de Capriles, los líderes de la oposición y la
sociedad civil venezolana.
A pesar de que la oposición está determinada a
mantener su distancia con Washington, el hecho es que requerirá mucha
solidaridad internacional – en particular de Brasil, México, Colombia, Chile,
Perú, España y otros países para asegurarse de que el movimiento de Chávez
rinda sus cuentas. La oposición no puede esperar hasta que se desate el caos
para cultivar ese apoyo. Y Washington tiene que despertar ante la peligrosa
trama de un narco-golpe en Venezuela.
Fuente: La Patilla (Venezuela)
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