Nos esperan otros días de incertidumbre. Es
maligno, es benigno. Le quedan tantos o menos tantos. Fue en Cuba o en el
Hospital Militar. Que asume JVR, EJ o DC. La pandemia de los 3 millones.
Todo ciudadano que es investido con un mandato
popular debe entender, aceptar, que asume responsabilidades muy especiales y su
actuación, su vida, deja de ser privada, particular, para convertirse en
pública. Quienes lo eligieron para ese puesto, actúan como cualquier empleador
y por lo tanto le exigen rendición permanente de cuentas. Quieren saber los más
mínimos detalles de su vida, de su actuación, de todo lo que hace y no hace,
mientras dure en el desempeño del cargo.
Que sea totalmente transparente, sin nada oculto. Y esa exigencia se hace más
exigente cuando se trata del primer mandatario de un país. Ese es uno de los
sacrificios que debe hacer quien postule para ese cargo. Como alguien dijera,
su vida deja de ser suya y pasa a ser del pueblo que lo eligió. Así lo deben
entender los gobernantes, sobre todo aquellos que se consideran ungidos. No hay
excusas para pedir algo de privacidad.
Y este es el caso que hoy nos ocupa en nuestro
país. Tenemos un mandatario que dice deberse a su pueblo, que lo ama, que vive
por él, que esta en el corazón de ese pueblo y que en su corazón no cabe otra
cosa que su pueblo. Que está casado con Venezuela. Pero hay aspectos de su vida
que trata de ocultar o al menos de no informar de manera oportuna y veraz.
Traemos esto a colación por cuanto el pasado fin de semana, el de los
carnavales, se vivió en el país una situación bastante preocupante, delicada,
de total incertidumbre. Que por cierto no es la primera vez. Las redes sociales
se congestionaron con los mensajes sobre la salud del teniente coronel. Desde
el viernes 17, por la noche, se informaba por esa vía que él se encontraba en
Cuba, que lo iban o la habían operado de urgencia, que su salud era muy
delicada, que el FAN1 estaba en Barinas
buscando a sus familiares para transportarlos a la isla caribeña, que el alto
mando estaba reunido con los jerarcas del PSUV decidiendo qué hacer. Que iban a
designar un nuevo vice, para que se encargara del coroto. Total que los rumores
se hacían cada vez más intensos. Periodistas de alta credibilidad daban
información al respecto. Y los organismos del gobierno no informaban
absolutamente nada, más aun los despacho que debían informar se encontraban
cerrados. De vacaciones pues. Y para colmo el responsable de las comunicaciones
del gobierno, el joven Izarra, informaba muchas horas después de haberse
iniciado la ola de rumores, en su twitter, que “rumores de guerra sucia de la
canalla”. Y un alto jerarca del partido de gobierno y del Estado, el capitán
Diosdado, por esa misma vía, se burlaba de la oposición diciendo algo así como
que su comandante estaba como una pepa y que nos quedaríamos con los crespos
hechos. Total que el país todo pasó estos carnavales en vilo. Hasta que el
comandante apareció en VTV, el martes de carnaval, cinco días después de que
comenzó la ola de rumores, para decirnos que esos rumores eran estrictamente
ciertos. Que sí había viajado a Cuba, que sí le habían hecho una serie de
exámenes, que sí tiene un nuevo tumor y que sí tienen que operarlo de urgencia.
O esos miembros del alto gobierno no estaban enterados o son unos tremendos
irresponsables. El comandante, en forma por demás cínica dijo que no había
informado nada antes para no estropearle los carnavales a su pueblo. Mayor irresponsabilidad imposible.
Y es que la salud del primer mandatario nos
atañe a todos, la propia Constitución así lo señala. A unos por cuanto lo aman
y les causa una gran preocupación su estado de salud, rezan y piden por su
vida. Otros porque sus bienes, su status, están íntimamente ligados a la salud
de él. Otros porque saben lo que puede significar la ausencia, temporal o
permanente, de un primer mandatario como el que tenemos. Algunos otros porque
no lo quieren mucho. Total que todos los venezolanos, chavistas y no chavista,
antichavista y ninis, estaban preocupados por la salud del teniente coronel
felón. Y es que no es mamadera de gallo la cuestión. Se imaginan ustedes que
alguien, con poder de convocatoria y posibilidad de hacer uso de algunos medios
de comunicación o de redes sociales (recordemos la primavera árabe), hubiese
lanzado la especie de su muerte. Cómo creen ustedes que hubiesen reaccionado
los tales colectivos, la Piedrita, los Tupamaros, las milicias, los ultras
radicales. Y por otro lado los radicales de la oposición. Eso no se puede
aceptar más. La oposición, la MUD, debe exigir al gobierno que mantenga a la
población informada oportuna y verazmente de la salud del teniente coronel. No
es cuestión de embestir a trapos rojos, o pisar conchas de mango. No, es un
derecho por el bien de la salud del país. Así sea para que unos se queden con
los crespos hechos y otros se tranquilicen.
Iolaizola@hotmail.com
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