Definitivamente los más de
tres millones de votos, de los cuales el candidato únitario de la oposición
obtuvo las dos terceras partes, generó una crisis de esquizofrenia generalizada
en el oficialismo. El más afectado fue
el propio führer, que no lograba entender cómo era posible que de pronto el
país dejara de ser un objeto inerme del cual él podía disponer como le viniera
en ganas.
Primero optaron por
ignorar los resultados de las primarias.
Luego intentaron
desestimarlas diciendo que había habido “poca participación”.
Después, ante las cifras
apabullantes de la participación, optaron por tratar de introducir dudas
afirmando que era imposible que más de tres millones de votantes pudieran haber
tenido tiempo para votar en el tiempo disponible para ello. Sacaron argumentos
matemáticos ridículos y el presidente de la Asamblea Nacional afirmó que la
cifra de votantes no aguantaba una revisión matemática. Al parecer este
personaje desconocía que la totalización de los resultados de las primarias se
llevó a cabo empleando los recursos técnicos del Consejo Nacional Electoral,
órgano sufragáneo (hasta ahora) del régimen.
Luego se dedicaron a
atacar las primarias porque no se emplearon las máquinas captahuellas, se dejó
al arbitrio de cada quien impregnarse el meñique con tinta indeleble y porque, tal como estaba previsto y
anunciado, transcurridas 48 horas desde
el escrutinio, se procederó a destruir los cuadernos de votación.
Definitivamente, estas sabias medidas tuvieron un efecto positivo porque
contribuyueron a vencer el temor de que el oficialismo pudiera identificar
quienes, de sus filas, había votado el domingo 12 de febrero. Fueron un factor
determinante en el nivel de la participación.
Luego vino la barrabasada
del tribunal supremo de justicia de dictar en tiempo asombrosamente record una
sentencia prohibiendo la destrucción de los cuadernos electorales. Tamaña
estupidez puso una vez más en evidencia la falta de autonomía e independencia
de la más alta autoridad judicial del pais. Además de incurrir en ultra petita
al extender erga ommnes los alcances de una demanda originalmente limitada a
una pequeña cirucnscripción electoral, constituyó una instromisión abusiva e
insconstitucional en un proceso comicial de carácter no oficial en el cual las
autoridades no tenían ni arte ni parte. La órden impartida por el TSJ al
Ministro de la Defensa para que hiciera cumplir la prohibición de destruir los
cuadernos electorales tuvo, entre otras, la consecuencia trágica de la muerte
de un joven atropellado por una grúa de la policía que trataba de robarse, si,
de robarse, un vehículoen el cual supuestamente se encontraban los cuadernos
electorales de una pequeña circunscripciópn electoral de uno de los barrios
suburbanos de la ciudad de Maracay. Pero como dice el refrán el TSJ pió
demasiado tarde. Para el momento en que sale publicada la sentencia todos, o al
menos prácticamente todos, los cuadernos electorales habían sido destruidos.
Luego vino la arremetida
de insultos, injurias, vituperios, agresiones verbales, burlas, mofas, y cuanto
dispuso en su repertorio, del propio jefe del Estado contra Henrique Capriles.
¡Qué tristeza y qué vergüenza produjo ver al führer bajarse de su condición de
jefe de Estado para convertirse en un vulgar camorrista pendenciero tratando de
provocar a Herique Capriles! Y ese es el
personaje que ha tenido en sus manos hasta ahora las riendas del poder y
pretender eternizarse en él.
Y por supuesto, no podían
faltar las acciones de guerra sucia que comenzó con la publicación, nada menos
que en el sitio Web de la Radio Nacional de Venezuela (la emisora oficial del
gobierno), de un asqueroso artículo en el cual se recurre al origen judío de
los antepasados del candidato de la unidad para tratar de desprestigiarlo. Todo
ello a pesar de que es públicamente conocido que Capriles es católico.
Por último, el chivo
expiatorio parece que será la presidenta del CNE por haber aceptado que no se
usaran las captahuella ni la tinta y que se destruyeran los cuadernos
electorales. “Debe haber alguna ley que prohiba esto.” No sería extraño que con
los poderes extraordinarios que le permiten legislar por decretos invente una
ley prohibiendo “eso” con efecto retroactivo y mande a poner presos a todos los
que intervinimos en la primarias.
Al führer le enardece que Henrique Capriles no se ha rebaje
respondiendo sus insultos y que, por el contrario, haya asumido la sabia
estrategia de no caer en sus provocaciones. “El majunche tiene unos asesores
que le han dicho que no confronte conmmigo”. “Bueno majunche eso va no va ser
posible porque conmigo es la cosa, vas a tener que confrontar majunche, o salir
corriendo”. “¡Te vamos a pulverizar el 7 de octubre!” A todas estas Capriles,
como debe ser, permanece sereno, impávido, lo que exaspera, encoleriza y cabrea
todavía más al führer.
En todo caso, la
confrontación, no será verbal sino de votos el 7 de octubre. Ese día, estoy
seguro, marcará el fin de la dictadura y el regreso a la democracia.
adolfotaylhardat@gmail.com
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