El
país cambió y es un cambio que puede ser tan trascendental como el que comenzó
con la llamada generación del año ' 28
El
12 de febrero no terminó un proceso de la oposición, sino que continuó un
proceso nacional que se ha venido formando paso a paso, y con la suma de
esfuerzos, voluntades y generosidades de muchos venezolanos, cuajó. Un proceso
de cambio en profundidad, que va mucho más allá del que se produjo en 1998
cuando un liderazgo que se se autocalificó de nuevo sustituyó a otro que se
desgastaba aceleradamente.
El
proceso de la oposición ha tenido dos elementos fundamentales. El primero es no
sólo la unidad, sino la convicción y la voluntad de actuar en unidad
anteponiendo la conveniencia común sobre intereses y condiciones particulares
de líderes y de organizaciones; sin esa convicción y esa voluntad, la unidad no
hubiera pasado de ser sólo otra propuesta más. El segundo es que en la mente y
en el ánimo de los electores se ha establecido una decisión de cambio de
generaciones y de expectativas. Eso significa que el país cambió y es un cambio
que puede ser tan trascendental como el que comenzó con la llamada generación
del año ' 28.
No
significa esto que dirigentes y partidos de más edad desaparezcan o dejen de
tener importancia. Significa, y eso es lo esencial, que la percepción y las
expectativas de los ciudadanos cambiaron, y por eso resultaron triunfadores el
domingo los dirigentes y partidos que mejor reflejaron las nuevas prioridades
de los venezolanos de 2012.
La
expresión entusiasta y popular de ese cambio fue lo que desconcertó al
chavismo, porque sin duda no lo esperaban, confiados como estaban en que el
cambio eran Chávez, los chavistas, el etéreo socialismo del siglo XXI y la
imposición del Estado omnipresente, todopoderoso y controlador. La firmeza de la
Mesa de la Unidad Democrática este martes, en la decisión de cumplir su promesa
de destruir ´los cuadernos electorales por encima de una orden del Tribunal
Supremo de Justicia, fue una clara demostración de que este cambio es profundo
y definitivo.
Así
como la torpeza de la policía aragüeña fue una muestra de que el Estado
chavista se repite a sí mismo y no sabe cambiar, la masiva votación del 12 de
febrero fue la puerta de entrada a una Venezuela profundamente nueva.
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