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domingo, 5 de febrero de 2012

ANTONIO JOSÉ MONAGAS: 4-F: ¡OTRA ABERRACIÓN MÁS! (PIDO LA PALABRA)

Lo que pretendió hacer el Ejecutivo Nacional este sábado pasado, 4 de Febrero, con la excusa de exaltar la grotesca 'revolución bolivariana', no constituye otra cosa distinta que aclamar el colapso de gobernabilidad que vive el país al no poder ni querer controlar el descalabro que ha incitado a través de la ruptura a la norma haciéndose imposible la socialización considerada en su mejor condición y requerimiento. /
Cuando se entiende la política como el arte de tomar decisiones con escaso sentido de las razones que comprometen un hecho político, se equivoca no sólo la perspectiva de la situación en cuestión. También, el sentido de la historia tanto como su visión en prospectiva. Es cuando la obstinación del gobernante o dirigente político afrentoso, lo induce a cometer cualquier disparate. Aunque por pretexto, manifieste lo contrario lo cual representa una vulgar patraña. Es precisamente lo que explica el móvil que lleva al alto gobierno a enaltecer la ignominiosa fecha del 4 de Febrero cuando, hace veinte años, un grupo de militares de mediano y bajo rango se subvierten contra la institucionalidad democrática y los principios de subordinación, lealtad, respeto y obediencia jurados por todo militar ante Dios y la Patria.
Tan bochornoso evento, representa para la sociología política una situación que deriva de la precariedad de normas sociales, significación ética y patrones de moralidad y de educación cívico-democrática. O de su degradación. Tan grave problema, denominado anomia, denota una ausencia de ley. Peor aún, la incapacidad de la estructura política para alcanzar un estado de la sociedad acorde con objetivos de probidad, entereza y compostura lo que bien es característico del apesadumbrado momento que vive el país por causa de una gestión gubernamental que exalta la violencia política, y por tanto la fractura social, como criterio y razón de poder.
Lo que pretendió hacer el Ejecutivo Nacional este sábado pasado, 4 de Febrero, con la excusa de exaltar la grotesca “revolución bolivariana”, no constituye otra cosa distinta que aclamar el colapso de gobernabilidad que vive el país al no poder ni querer controlar el descalabro que ha incitado a través de la ruptura a la norma haciéndose imposible la socialización considerada en su mejor condición y requerimiento.
Es decir, esta fecha ha servido como excusa para promover el caos que interesa desatar el régimen para entonces terminar de subvertir toda praxis social y política en la que se exalten los valores morales que definen la democracia. Así le resulta cómodo imponer el autoritarismo mediante mecanismos fascistas disfrazados de populares, por lo cual tiene cabida la impunidad y la violencia política avivada aunque de manera solapada por el mismo sistema gubernamental. Así, puede arrogarse la condición de “gobierno democrático” para lo cual utiliza desvergonzadamente la coartada de “celebrar elecciones” a cada rato.
En medio de este barullo, encabezado por los mismos golpistas que socavaron el terreno de la democracia en 1992, que además ha significado el derroche de cuantiosos recursos del Estado venezolano para poner al descubierto su desparpajo y cinismo, esta fecha del 4-F constituye otro propósito abiertamente descarado para rendirle culto a la anarquía establecida a través de la desorganización impulsada desde Miraflores. Es decir, lo que el régimen exaltó este 4 de Febrero fue un acto de insurrección, de conspiración y de insubordinación. Un insulto al luto de familias que lloran a sus deudos caídos y que a decir del presidente Chávez aquello fue una “una quijotada, una locura de amor” cuando lejos de todo eso constituyó una afrenta contra las libertades. Una burla a la historia política contemporánea. Un torpe y fallido golpe de Estado que aparte de demostrar la incapacidad militar de quienes lo dirigieron, fue expresión de irrespeto a la civilidad, a los principios democráticos y a los valores humanos. ¡Otra aberración más!
 VENTANA DE PAPEL
 ¿CUÁL REVOLUCIÓN PENITENCIARIA?
Los oficiantes del actual régimen, creen que al pronunciar el término “revolución” se acaban los problemas que afectan a Venezuela. Por el contrario, las dificultades se exacerban. Los conflictos se acentúan pues el venezolano tiene acendrado en su sangre histórica sentimientos de libertad que nunca van a alinearse con pretensiones autoritarias planteadas con enfundadas mentiras y ocultos engaños. De cuál revolución hablan si al interior de las instituciones públicas los enredos y las contradicciones siguen enarbolando las realidades que ahora son pintadas de “rojo”. Detrás de la mal llamada “revolución penitenciaria” las diatribas son iguales o peores.
De esta manera resulta imposible redimir y resarcir situaciones que escasamente pretenden evitarse con la magia de un discurso que únicamente ha conducido a exacerbar los ánimos y disposiciones de quien anhela un país mejor. Sin embargo, las cosas caminan hacia atrás por cuanto en el mundo carcelario o penitenciario, poco o nada puede rehacerse con un personal de seguridad, militar o civil, mal remunerado, mal considerado, mal comprendido y de ñapa, maltratado. O porque a la ministro Iris Varela se le ocurra manipular con ofertas demagógicas utilizando el perdón extrajudicial al margen de todo criterio o precepto penal incurriendo de esta manera en graves faltas constitucionales. Entonces, ¿qué sentido tiene hablar o intentar convencer de lo imposible con frases huecas que sólo conducen a engorronar los problemas ya acumulados? ¿De cuál revolución penitenciaria se habla?
¿POR QUÉ HAY CORRUPCIÓN EN EL PAÍS?
Contrario a los valores morales que han alcanzado países cultural y éticamente desarrollados, Venezuela se ha mantenido al amparo de un maniqueísmo histórico ampliamente superado en otras latitudes. Aquello de “pónganme donde halla”, sigue marcando una realidad social desde donde la corrupción es considerada como un mecanismo administrativo que facilita el ascenso económico toda vez que pueda ocultarse o solaparse la manera de obtener recursos sin mayores complicaciones y de forma inmediata. A ello ha contribuido una legislación débil asociada a administradores de justicia y operadores financieros igualmente corruptos. Sin embargo sumado a dichas precariedades, la corrupción criolla se da por cuanto no se tiene un desarrollo cultural fortalecido anclado a través de un comportamiento social consciente de la moralidad que soporta su praxis.
En otras palabras, la corrupción en Venezuela existe y persiste a todo nivel, condición y profundidad. Sobre todo en estos tiempos de revolución bolivariana, cuando las bases del presente régimen militarista requieren mantenerse apegada a cualquier circunstancia. A desdén de las consecuencias que por ello puedan generarse. Y precisamente las circunstancias que resultan más efectiva a los intereses torcidos del autoritarismo imperante, es la corrupción. Su incidencia facilita el ocultamiento de problemas de todo orden en aras de una imagen de país construida sobre infundadas alusiones del concepto de democracia. De manera que mientras este flagelo no se combata desde la familia, la escuela, los medios de comunicación e instituciones de recia moralidad, la corrupción seguirá haciendo estragos en la sociedad y en el devenir de una Venezuela decente.
¡ARRIBA EL OPTIMISMO!
Ya comenzaron a correr los días cuyo destino estará solamente en las manos de cada uno de los venezolanos. Puede decirse que la transición entre tiempos de oscurantismo y de luz política y social, está iniciándose. El país de talante democrático ha entrado en una etapa en la que se verán desplazados los esquemas del autoritarismo caracterizado por una avalancha de abusos alentados desde el vetusto proyecto ideológico que el régimen ha venido utilizando como bandera. En el decurso de este nuevo tiempo, saldrán a la luz hechos de corrupción de grave envergadura. Corrupción ésta que ha favorecido la permanencia de los actuales gobernantes razón por la cual son siempre los mismos quienes están a la cabeza de las pervertidas instituciones públicas.
Aunque en medio de estos avances, igualmente habrán de vivirse momentos de cruda dificultad. Momentos en los cuales el régimen seguirá aprovechándose del poder para arremeter contra el esfuerzo de venezolanos decididos a transformar un país revuelto por la acción de “carroñeros de la política”, por un país primado por valores de tolerancia, pluralidad y participación. Una Venezuela donde la conciliación juegue un papel de suma preponderancia. Es así que debe insistirse en actuar con denodado optimismo pues es la única posibilidad de reencontrar la democracia que fuera demolida por los excesos del obtuso militarismo que nunca ha sabido de libertades y de derechos. Por eso hay que decir a los cuatro vientos: ¡Arriba el optimismo!
amonagas@cantv.net
@ajmonagas

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