Comandante Fidel Castro.
La Habana, Cuba.
Sr. Castro,
Me dirijo a usted en la
oportunidad de responder a las alusiones que hizo de mí en sus Reflexiones
sobre “La Genialidad de Chávez” del 26 de enero pasado.
Me referiré a dos aspectos
de su escrito: el que se refiere a mi intervención en la Asamblea Nacional y el
relativo a sus opiniones sobre la política venezolana. El
presidente Chávez intentó usar su presentación en la Asamblea para dos
propósitos muy evidentes. En primer lugar, para mostrar un país de paz y prosperidad
que no existe. Venezuela, con todos sus recursos humanos y naturales, vive
los embates de la pobreza, el crimen y la humillación; en segundo lugar, quiso
utilizar a los diputados de la oposición para mostrar al mundo un juego
democrático que ha sido vulnerado por su gobierno, mediante el control abusivo
de todas las instituciones del Estado y la represión hacia la disidencia.
Frente a esta manipulación
y la indignación que me produjo, tomé la palabra para denunciar que no existe
ese país que describió Chávez y que, por el contrario, está signado por la
escasez y el racionamiento, el crimen desatado y la acción vil e impune del
Estado, que roba la propiedad privada mediante la figura de las
expropiaciones. Por eso, cuando pronuncié la frase “expropiar es robar”, los
venezolanos en su mayoría, sobre todo los más humildes, se sintieron
expresados.
No fueron frases que
pusieron a prueba, como usted dice de Chávez, “su caballerosidad y sangre
fría”, sino su engaño y el teatro que escenificaba hasta el momento de mi
exposición.
Usted asegura que “solo él
fue capaz de responder con serenidad al insultante calificativo de 'ladrón' que
ella utilizó para juzgar la conducta del Presidente por las leyes y
medidas adoptadas”. Yo dije que expropiar es robar y lo sostengo. Fue el propio
presidente Chávez quien se autocalificó de “ladrón” al asumir
personalmente la responsabilidad de las expropiaciones, que son robos apenas
revestidos de un barniz jurídico en el régimen actual.
Tan importante es la
propiedad que después de medio siglo, Cuba, de la mano de su hermano y
Presidente, la ha redescubierto en su programa de reformas.
Tampoco es verdad que,
como usted asegura, Chávez “respondió a la solicitud individual de un debate
con una frase elegante y sosegada "Águila no caza moscas",y sin
añadir una palabra, prosiguió serenamente su exposición.”En ese momento el
presidente Chávez perdió la compostura, su manoseada frase sobre águilas
y moscas es una grosera manifestación de desprecio hacia sus
interlocutores, que fue aderezada con una expresión según la cual yo no tengo
“ranking” para debatir con él. Sólo un déspota considera que un
parlamentario elegido por el pueblo no tiene credenciales para discutir con el
presidente de su país.
Pero en el fondo tiene razón
el Presidente Chavez: él y yo estamos en niveles muy distantes en cuanto a la
moral y los principios.
Lo que usted, señor
Castro, elude, es que mi interpelación al presidente Chávez expresó lo que un
país hastiado de un régimen autocrático quiere decirle. Estas
opiniones suyas no pasarían de ser la consabida lisonja que usted suele
prodigar de tiempo en tiempo a Chávez si no fuera porque se atreve a
incursionar en el debate político venezolano, como muestra del
intervencionismo sistemático de su gobierno en los asuntos internos de mi país.
Señor Castro, usted
intervino en Venezuela en la década de los 60, cuando personal militar a su
servicio pretendió imponer un régimen en Venezuela como el que usted
impuso en su país. Las autoridades civiles y las Fuerzas Armadas de entonces lo
derrotaron a usted, del mismo modo que las democracias latinoamericanas lo
hicieron en toda la región. Su agresión causó muertes, incluyendo la de tantos
jóvenes venezolanos que se hicieron ilusiones con su revolución. Más adelante,
una vez derrotado y abandonado por la Unión Soviética, los demócratas
latinoamericanos le abrieron a su régimen las puertas a la
comunidad regional a condición de que iniciara un proceso de
democratización. Uno de los que le facilitó ese reingreso fue el presidente
Carlos Andrés Pérez, con quien usted se solidarizó cuando ocurrió el golpe
de Estado del teniente coronel Hugo Chávez. Los venezolanos recordamos la carta
suya al presidente Pérez en la que le decía: “En este momento amargo y crítico,
recordamos con gratitud todo lo que has contribuido al desarrollo de las
relaciones bilaterales entre nuestros países y tu sostenida posición de
comprensión y respeto hacia Cuba. Confío en que la dificultades serán superadas
totalmente y se preserve el orden constitucional, así como tu liderazgo al
frente de los destinos de la hermana República de Venezuela”.
Así se desmarcaba usted
del golpe de estado de Chávez y expresaba su solidaridad al entonces
Presidente, cuando su interés era retornar de algún modo a la comunidad
latinoamericana debido a que los soviéticos habían dejado a su país sin
oxígeno.
Sin embargo, más adelante
encontraría un nuevo auxilio. Usted se prestó a darle una credencial
revolucionaria a quien no habría pasado de ser uno más de los militares golpistas
de América Latina a cambio de recibir colosales recursos de nuestro país que le
son negados a los ciudadanos venezolanos. Si en los 60 usted invadió a
nuestro país en contra de la voluntad de su liderazgo civil y de las FAN, ahora
lo hace porque el gobierno del presidente Chávez le ha entregado nuestra
soberanía. Su ataque a Rómulo Betancourt no puede ocultar un hecho que está
inscrito en la historia: Betancourt lo derrotó a usted política y
militarmente,su reconcomio por esta fatalidad es evidente.
No podía esperarse en sus
consideraciones nada distinto al reconocimiento al general Henry Rangel Silva,
recientemente promovido al cargo de ministro de Defensa de Venezuela. Es
un militar cuestionado nacional e internacionalmente; en el exterior por
supuestos vínculos con la guerrilla y el narcotráfico; dentro de Venezuela
por haber amenazado en no reconocer el triunfo de las fuerzas democráticas en
las próximas elecciones. Este oficial no representa a los militares
institucionales de Venezuela, ni la protesta mayoritaria de éstos en contra de
la invasión cubana a nuestra FAN.
Usted ha invocado muchas
veces como razón de su rebelión en la década de los 50 la intervención de los
EEUU en su país durante más de la mitad del siglo XX.
Usted ha sido crítico de
la forma en la que los soviéticos, a sus espaldas, negociaron a Cuba en el
marco de la Guerra Fría. Muchos cubanos todavía resienten la grosera
participación de los soviéticos en la dirección del Estado cubano durante tres
décadas. Usted, que sabe eso, podría imaginarse la indignación que
produce a los venezolanos ver a cubanos enviados por su gobierno en las
más altas esferas del Estado, en las instalaciones militares, en el Palacio
presidencial, en los cuerpos de seguridad, en registros y notarías.
Imagine la humillación que sienten los oficiales de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana al recibir órdenes de extranjeros como los oficiales cubanos,
quienes invaden nuestras instalaciones militares.
Venezuela ha sustituido a
la Unión Soviética como sostén de Cuba, mientras aquí hay miles de refugiados
que vieron sus viviendas destruirse y el gobierno no ha hecho nada para
remediarles su situación. Su gobierno recibe –que se sepa–más de 110 mil
barriles diarios de nuestro petróleo en forma de regalo,
supuestamente compensado con servicios que no valen lo que cuesta producir
el petróleo. Su régimen hace triangulaciones de negocios que encarecen lo que
Venezuela importa
y les permiten a ustedes
una grosera e innecesaria tajada de comisiones. Chávez y ustedes han logrado
que lo que ha sido la tradicional amistad entre cubanos y venezolanos, hoy
esté atravesada por el resentimiento y la sospecha. Esa amistad volverá pero
una vez que cese la invasión de funcionarios de su país al nuestro.
Usted invocó en su
revolución la necesidad de luchar contra los cipayos que en su país propiciaron
la intervención foránea durante décadas. Nosotros hoy luchamos contra los
cipayos que en Venezuela han propiciado la intervención del gobierno cubano en
la dirección de nuestro Estado y nuestra sociedad.
En el futuro seremos
países amigos pero jamás aceptaremos la permanencia del status-quo que les ha
permitido la anexión institucional de nuestro país al suyo. Tenga la
seguridad de que mi gobierno estará comprometido con el pleno retorno de la
democracia a Cuba.
Comandante Castro, deje de
intervenir en los asuntos internos de Venezuela. Hágalo de buen grado o las
fuerzas democráticas de Venezuela se lo volverán hacer entender como hace
50 años.
María Corina Machado.
MARÍA CORINA LE RESPONDE A
FIDEL CASTRO
J-29878426-1
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