El tiempo en su transcurrir
inexorable, ha sido fijado --en la humana mente del presente histórico bimilenario-- como el inicio de una nueva docena de meses
cifrada, esta vez, como 2012. Pero no es
un simple acaso: la fecha refiere, con
las pequeñas inexactitudes del caso, la
distancia temporal que nos separa del tiempo de la venida de Nuestro Señor
Jesucristo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad y Salvador y Redentor de
todo el género humano.
Nos da hoy a los
venezolanos, en nuestro hábito inocente, cuasi de infantes, por calificar según
nuestra esperanza, que esa docena de meses (esta vez con 366 dias) pueda ser
mejor que lo vivido en el reciente pasado, con rotundo triunfo que resucite
nuestra perdida democracia (actitud calificable de optimista) o, lo que es
peor, el hacerlo en el "ánimo pesimista", que es el de percibir un
indefectible fracaso. Ocurre que, más allá del permanecer en la experiencia del
vivir, ignoramos qué cosa es el tiempo y, así, remitimos nuestras ansias y
esperanzas a tan vacías percepciones, con olvido de que es la voluntad
indescifrable del Creador de todo lo que existió, existe y existirá la única
respuesta válida e indescifrable de lo que desconocemos que, si somos humildes,
lo es todo.
Descendiendo de tales
consideraciones para aterrizar en nuestro terrenal espacio vital, reconocemos
que, todavía, una buena parte del mundo terrestre está ocupada por regímenes de
gobiernos caracterizados por despotismos, opresiones, injusticias y crímenes.
Pero acabamos, como espectadores lejanos, de asistir, no sin asombro, al
despertar, con tremendas convulsiones, de pueblos orientales sometidos a
despotismos de más de veinte, treinta y cuarenta años bajo perversas tiranias.
De ello, parece de nuevo infiltrarse entre nosotros otro episodio de
triunfalismo, cuando dificultades para superar la férrea estructura construida
por el opresor, se presentan, en lúcidas cabezas, como tareas para titanes de
epopeyas.
Con todo, confieso
paladinamente mi optimismo que no procede ni del verdadero o falso mal que
padece el Dictador, sino de hechos muy objetivos y tangibles como lo es el
total fracaso de la gestión de gobierno que en el próximo febrero alcanzará los
trece años. Fracaso ante las expectativas de los sectores de poblacion más
necesitados respecto a las prometidas y nunca alcanzadas ofertas de mejoras en
sus condiciones de vida; fracaso ante el despilfarro, sin precedentes en
nuestra historia, de más de dos billones trescientos mil millones de dólares de
los Estados Unidos, regalados en alta proporción para "ayudar" otros
países, la mayoría de los cuales parte de la comparsa de cómplices del segundo
proyecto fracasado de Fidel Castro Ruz quien, en sus desvaríos homicidas para
destruir al "Imperio" y demás potencias de Occidente, vendió con su
labia al ignorante golpista, la idea de conformar --Venezuela como cabeza-- un frente sudamericano destinado a repetir el
fracaso norteamericano en la guerra asimétrica del Vietnam, proyecto antes
intentado y fracasado con Ernesto Guevara al frente, en tiempos de los años
sesenta del pasado siglo.
La felonía conspirativa que
se hizo presente el 4 de febrero de 1992, tenía por fines lo anteriormente
señalado y, procedía de la ruptura en lo interno del Partido Comunista de
Venezuela, cuando la mayoría de su dirigencia e integrantes se sumaron a la
política de pacificación en Venezuela, iniciada bajo el gobierno del Presidente
Raúl Leoni y culminada en el del Presidente Rafael Caldera quien, así
pacificado, entregó el pais en manos de su sucesor, el Presidente Carlos Andrés
Pérez. Pero, aún antes de terminar la década de los años 60, una fracción
minoritaria del mismo Partido Comunista, que se mantenía insurrecta situación y
cuya cabeza visible era Douglas Bravo, decidió no acogerse a la política de
pacificación sino, en vez de mantener las ya fracasadas guerrillas, asumir una
nueva estrategia: penetrar las Fuerzas
Armadas Nacionales, de manera subrepticia y disimulada, hasta alcanzar un
número suficiente de oficiales comprometidos capaces de tomar por asalto el
poder en Venezuela. Entre los primeros de los infiltrados estaba Hugo Chávez
Frías, llevado a Douglas Bravo, según uno de los libros del fallecido Alberto
Garrido, por su hermano Adán. Lo demás es historia algo conocida: los intentos
fracasados de golpes de Estado de los años 80; la decisión definitiva de no
intentarlos más hasta que la mayoria de los infiltrados alcanzara comandos
efectivos de tropa y los intentos del Caracazo, dirigido por militantes
comunistas en Caracas y otras ciudades, para finalizar con un primer intento
fallido contra el Presidente Pérez (que pasó oculto) y la conocida subversión
golpista del 4 febrero de 1992.
Todo lo anterior no tiene
como sentido un simple relato histórico, sino hacer ver que todo aquello que,
en algún momento se inicia, necesariamente termina cuando lo que la lógica de
la vida --que a los comunistas les gusta
llamar "condiciones objetivas", alcanzan su agotamiento: en ese agotamiento estamos.
Amigos, veo que vamos a
tener un año duro, tal vez muy duro, pero podemos percibir que se abren
perspectivas efectivas de cambios, tal vez no los que pensamos o deseamos, pero
seguramente los que merecemos.
ppaulbello@yahoo.com
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