Para los demócratas y para los totalitarios el 2012 es crucial. No será
un año electoral más, sino un período de enfrentamiento entre civilización y
barbarie. No hay espacio para timoratos, ni para ilusos que piensan que es posible
convivir con un régimen que, de imponerse, terminará de ahogar las libertades y
la propiedad privada. A estas alturas nadie puede alegar que el teniente
coronel no es un autócrata, por lo que civiles y militares tenemos que reaccionar
para evitar una mayor catástrofe.
Por errores de acción o de omisión, los civiles somos los principales
culpables de la situación actual y por ello nos corresponde la tarea principal.
Recordemos nuestra historia reciente. La dictadura de Pérez Jiménez surgió como
consecuencia de las desavenencias de los civiles y solo llegó a su fin cuando
cesaron las mismas. La lucha de los años 60 fue por la pretensión de un grupo
de civiles de imitar a la revolución cubana. El ascenso al poder del dictador
de Sabaneta fue consecuencia de la incompetencia de los civiles para construir
un mejor país. Los trece años de atropellos del régimen a la Constitución y a
las leyes han sido posibles por la complicidad de un grupo de jueces, fiscales,
parlamentarios, ministros, empresarios, líderes políticos y formadores de
opinión que por intereses bastardos o por cobardía han avalado los atropellos o
se hacen de la vista gorda. Aunque
pareciera cuesta arriba, ojala que rectifiquen por el bien de Venezuela y de
ellos mismos.
Entendamos que si el teniente
coronel se impone el 7 de octubre, perderemos la República. Los demócratas
hemos tenido logros importantes, pero no suficientes. Recientemente, algunos
insensatos compiten por alcaldías en poder de la alternativa democrática, lo
cual es censurable en momentos de peligro y de escasez de recursos. Como ya es
un hecho irreversible, solo instamos a
que después del 12 de febrero, ellos y todos, nos dediquemos con ahínco a
trabajar para ganar la presidencia. Si no hacemos nuestro trabajo, perderemos
espacios y nos quedaremos sin las actuales “islas de democracia”. Una vez ganemos esa vital contienda,
emprenderemos la lucha por alcaldías y gobernaciones.
El alto mando militar también tiene su cuota de culpa en la actual
calamidad, al permitir la politización
de la Fuerza Armada, el ascenso de oficiales sin méritos, la compra de
armamento no apropiado, la injerencia
cubana, el disfraz del “comandante en jefe” y la represión violenta de la
Guardia Nacional a ciudadanos pacíficos. A ellos solo les solicitamos que
cumplan con su deber, reconozcan los resultados electorales y controlen la
violencia que desatarán las hordas chavistas.
Como en botica: El libro “Marchas y contramarchas del petróleo”, de
Rafael Quirós, plantea el tema de precios versus producción, el cual debería
ser abordado por nuestros políticos. “Socialdemócratas vs. Comunistas”, de
Antonio Echarri B., permite conocer mejor esta controversia en nuestro país.
¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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