En fin, a
diez meses de las elecciones presidenciales, la MUD y sus partidos no parecen
estar dispuestos a exigir del CNE las más básicas condiciones electorales que,
de cumplirse las más elementales, ayudarían a devolverle cierta confianza a la
gran mayoría de los votantes en cuanto a que su voto sea respetado
Los
pre-candidatos de la oposición están entrando en la recta final de la
pre-campaña. Ahora abundan las ofertas, las promesas y los más detallados y
generosos programas sociales, todos orientados a atraer a un público cada día
más desganado. No sólo está harto de Chávez y de su cínica politiquería, sino
harto también de la cada vez más irreal y populista campaña de la oposición. Si
uno desconociera la cruda realidad del país, pareciera que esta campaña
electoral transcurre en un país digamos excesivamente normal. Pero no es el
caso. Vivimos en dictadura. Una dictadura a la vez brutal y represiva para
quienes se atreven a oponerse de frente a ella, o que se encuentran en el lugar
equivocado en el momento equivocado (como bien ilustra el caso del Comisario
Henry Vivas, preso político desde hace siete años, desfalleciendo poco a poco
en un calabozo del SEBIN), y a la vez muy sofisticada, casi invisible, en el
sentido que la creciente represión no está percibida como tal por todos….
Los partidos
de la MUD y los medios de comunicación llamados independientes (y ninguno de
ellos, ni los partidos ni los medios, puede calificarse hoy de independiente
frente al poder omnímodo del aparato gubernamental) promueven una ficción que
consiste en hacerle creer a la ciudadanía que la oposición es mayoría, que
iremos todos a votar el 7 de octubre, que de ahí, con suficientes votos, el
candidato de la oposición podrá derrocar el candidato de gobierno, y que el
camino hacia una transición democrática y pacífica está allanado.
Esta
versión, sin embargo, tiene algo de verdad. Quienes se oponen a la dictadura de
Chávez son mayoría, y son mayoría desde hace muchos años, por lo menos desde el
2004, cuando Chávez fue efectivamente derrotado en las urnas, según se deprende
de un estudio científico avalado en 2006 por los rectores de la más prestigiosa
publicación académica a nivel mundial en materia de estadística, la
International Statistical Review(http://bit.ly/gFZela ).
Pero ser
mayoría no garantiza en absoluto que ésta se traduzca en votos que serán
tabulados por el CNE, como tristemente aprendimos hace siete años. Ya en ese
entonces más de la mitad de los venezolanos estaba convencida de que el
gobierno había cometido fraude para mantenerse en el poder (http://zogby.com/news/2004/12/14/venezuelans-see-their-country-as-unstable-and-risky-for-foreign-investors/
), pero el omnímodo poder de la máquina propagandística del gobierno, aunado a
una postura complaciente (algunos dirán colaboracionista) de prominentes
voceros y dirigentes de la oposición, logró descalificar a los pocos políticos
y voces de la oposición que se atrevieron a cuestionar los resultados
oficiales. Así, el gobierno logró sofocar la protesta ciudadanía que estaba a
punto de tomar la calle.
Siete años
después, la situación ha empeorado. Aunque las conclusiones de reconocidos
académicos con prestigio internacional que han estudiado a fondo los resultados
electorales del 2004 coinciden en calificar de fraudulentos los resultados
oficiales de ese año (http://www.imstat.org/sts/future_papers.html), ningún
medio de comunicación resalta sus informes, y con la excepción de un par de
pre-candidatos (que no gozan precisamente de la aprobación de los caciques de
la MUD) que se atreven a denunciar el fraude que se nos avecina, el estamento
político opositor está mudo.
Los
principales partidos de la oposición constituyen hoy un cartel hegemónico. Sus
portavoces y los candidatos, con pocas excepciones, emiten a diario insípidas e
inocuas declaraciones de principios y tibias críticas al gobierno, cuyo
propósito fundamental parece ser pasar agachados y no ofender al gobierno que
los oprime (¿o los mantiene?), en lugar de ganar elecciones. Al escuchar el
discurso de los más prominentes candidatos, los que copan la atención de los
medios, uno tiene que hacer esfuerzos para recordar que ellos representan
supuestamente una vigorosa oposición a esta dictadura populista, y no un
chavismo sin Chávez.
Dentro de
este contexto alarmante llama poderosamente la atención la falta total de
interés que tienen los dirigentes de la MUD en alertar sobre el fraude, exigir
condiciones electorales medianamente transparentes, y preparar a la ciudadanía
para impugnar los resultados del 7 de octubre, que darán sin lugar a dudas la
victoria al candidato del gobierno, sea quien sea.
La razón que
con más frecuencia se baraja para justificar este silencio cómplice es que si
le habláramos sinceramente al país de la realidad del fraude, los ciudadanos se
abstendrían de votar, creyendo que el partido está perdido de antemano. Las
implicaciones de esta postura, adoptada unánimemente por la MUD y los medios de
comunicación todavía considerados independientes – es decir, por todas las
voces que nos hablan desde una perspectiva supuestamente oposicionista – son
sencillamente espantosas.
Primero,
implica que los votantes no saben que el gobierno ha recurrido al fraude, y no
creen que el gobierno seguirá cometiendo fraude a fin de mantenerse en el
poder. Ya la encuesta Zogby, citada arriba, desmonta esta falacia. Hace cuatro
meses, El Nacional preguntó a sus lectores en una encuesta en línea: “¿Piensa
que hay posibilidades de fraude en las próximas elecciones presidenciales en
Venezuela?” El 27% opinó que era imposible, el 6% respondió que era poco
probable, el 18% opinó que era posible, y el 50% dijo que estaba seguro que el
gobierno cometerá fraude en 2012.
Es curioso,
e inquietante, notar que ninguna empresa encuestadora local se ha interesado en
indagar sobre el tema. Pregunté por qué a un connotado encuestador y lo único
que pudo decirme era que ningún cliente había pedido que investigara sobre el
tema. ¿Será que nadie quiere saber? ¿Simple falta de curiosidad, o complicidad
pasiva con el régimen? Lo que sí se puede afirmar es que el pueblo venezolano
es mucho más despierto y consciente de lo que pasa en el país de lo que creen
las élites. Estas parecen haber olvidado la regla de oro del famoso asesor
político, Joseph Napolitan, cuando afirmó que el más gran error que puede
cometer un político es creer que el público es bruto.
Así que,
según los señores de la MUD y buena parte de los medios de comunicación, las
élites políticas que quieren protegernos de la cruda realidad del país, hablar
claro al pueblo sobre la realidad del fraude y de cómo combatirlo equivale a
incrementar la abstención. Según esta lógica, en la que la verdad es tabú, las
autoridades civiles y empresarios turísticos de un balneario deberían callar si
saben que hay tiburones en las aguas costeras… ¡porque hablar del peligro
espantaría a los bañistas!
Muchos
observadores han concluido que esta lógica es absurda y hasta contraproducente.
Y la existencia de los votantes independientes, los mal llamados Ni-Ni, es
prueba de ello. Antes del 2004 la categoría de Ni-Ni no existía. Fue creciendo
después de referéndum revocatorio, y alcanzó entre 30% y 50% de la población
votante a partir del 2005, cuando una revuelta popular en contra del intento
del régimen de utilizar máquinas capta-huellas en las elecciones parlamentarias
ocasionó espontáneamente un movimiento abstencionista cuyo propósito era doble:
mandar un mensaje a los partidos de oposición, que con la mayor complacencia
habían aceptado la imposición de estas máquinas, y quitarle legitimidad al
gobierno y a la votación.
La respuesta
de los partidos y de ciertos autoproclamados voceros de la oposición no se hizo
esperar. Culparon a “la derecha radical” de haber entregado en bandeja de plata
la Asamblea Nacional al chavismo y ridiculizaron lo que era en realidad una
auténtica y espontánea manifestación de desobediencia civil. La brutal
arremetida político-mediática contra esta espontánea iniciativa ciudadana tuvo
como propósito recordar a la sociedad civil que los partidos políticos y sus
aliados en los medios de comunicación no tolerarían que la sociedad civil
decidiera su propio destino, y que la política es, y siempre será, provincia exclusiva
de los políticos de oficio.
Pero también
tuvo un efecto inesperado: despertó la sospecha en muchos de que cierto sector
de la oposición estaba haciéndole el juego al chavismo, ya que lo que más
anhela Hugo Chávez es una legitimidad político-electoral bien blindada.
Así nace el
Ni-Ni. Es férreamente anti-chavista y votaría por un auténtico candidato
independiente que no estuviera contaminado por los partidos políticos
tradicionales (y a estas alturas, PJ es tan tradicional como Copei, y UNT tan
tradicional como AD), ya que sabe que no puede estar seguro que estos partidos
representarán sus legítimos intereses.
En fin, a
diez meses de las elecciones presidenciales, la MUD y sus partidos no parecen
estar dispuestos a exigir del CNE las más básicas condiciones electorales que,
de cumplirse las más elementales, ayudarían a devolverle cierta confianza a la
gran mayoría de los votantes en cuanto a que su voto sea respetado.
PREGUNTAS
SIN RESPUESTA
1. Directiva
Imparcial
¿Por qué no
se cumple lo establecido en la Constitución y tenemos directivos del CNE que
han sido miembros del partido de gobierno, o altos funcionarios del gobierno?
2.
Reapertura de la Fiscalía de Cedulación
¿Por qué no
existe un mecanismo de fiscalización controlado por la oposición, para la
revisión continua de los electores inscritos en el REP, tal como existió hasta
2002, y tal como lo exigió el Centro Carter?
3. Auditoría
independiente del REP
¿Por qué no
se ha hecho una auditoría externa del REP, verificando los inscritos en el REP
contra sus partidas de nacimiento o actas de nacionalización, y por qué cuando
CAPEL hizo su auditoría el CNE no pudo entregar las 12.820 partidas de
nacimiento o actas de nacionalización solicitadas reiteradamente por CAPEL?
4. Eliminar
capta-huellas
¿Cómo
explicar a los electores de manera convincente que la capta-huellas conectada a
la máquina de votación, no tiene la capacidad de identificar al elector? ¿No es
acaso esa su función?
5. Invitar
Observadores Internacionales
Si el
proceso electoral Venezolano se considera entre los más avanzados del mundo
¿por qué el CNE no permite Misiones de Observación por parte de los organismos
internacionalmente reconocidos en la materia, tales como la OEA y la UE?
Y si es electoral
un sistema automatizado que amerita complejas y variadas revisiones ¿por qué no
se permite su verificación anticipada por parte de Misiones de Observación?
6. Selección
pública y transparente de miembros de mesa, coordinadores de centro y operadores
de máquina
¿Por qué
motivo no se hace una selección pública y transparente de este personal clave
del proceso comicial?
7.
Auditorias de las mesas vs. actas impresas y mesas cerradas
¿Por qué no
se escanean y publican las actas de escrutinio y las actas de todas las
auditorías?
8.
Suspender, so pena de inhabilitación, el ventajismo comunicacional del
candidato oficial
¿Por qué ha
sido y sigue siendo incapaz el CNE de cumplir su deber constitucional en esta
materia? ¿Cómo sabemos entonces que cumplirá en las otras?
9. Sacar a
la milicia del proceso
¿Por qué el
CNE permite la presencia de la Milicia en el proceso de votación, si se trata
de civiles uniformados y armados de la misma ideología que el gobierno y que no
forman parte de las Fuerzas Armadas reconocidas por la Constitución?
Hasta que la
MUD , los partidos políticos y sus candidatos no cumplan con defender los
intereses de la sociedad civil – los cuales no son necesariamente los intereses
de los partidos, que cada día negocian sus votos a espaldas del público – nadie
debería sorprenderse de que exista una creciente desconfianza hacia el
estamento político.
Si miraran
la realidad de frente, sin tapujos, y defendieran la transparencia del voto,
los partidos y sus candidatos, lejos de aumentar la abstención, empezarían a
reivindicarse y recuperar su credibilidad frente a un país cada día más cínico
y desesperado.
Para los
escépticos que opinan, con razón, que el CNE nunca adoptará este conjunto de
medidas (ya que esto produciría sin duda la derrota electoral de Chávez), y que
la MUD sólo haría el ridículo pidiendo y pidiendo algo que nunca se cumplirá,
la respuesta es muy sencilla. Al adoptar una postura firmemente unida frente al
CNE, la MUD demostraría que toma en serio la amenaza del fraude. Y al rechazar
las exigencias de la MUD, el gobierno se quitaría la careta de una vez por
todas y el CNE quedaría identificado como lo que es de verdad: un ministerio
más de la dictadura, cuyo objetivo es garantizarle a Chávez todas las victorias
electorales que él quiera.
Quienes
quieren de verdad ver un profundo cambio democrático en Venezuela y nunca
estarán satisfechos con sólo ver un cambio de gobierno – con los mismos poderes
detrás del trono – deben exigir a la MUD que hable claro al país: que reconozca
que la realidad electoral actual no es más que una vulgar pantomima y que el
fraude es una realidad que nos acecha desde el 2004. Deben exigir a la MUD, en
consecuencia, que se ponga los pantalones y conforme un frente unido para
exigir al CNE que deje de jugar con dados cargados. Son seis candidatos que
pueden levantar juntos una fuerte voz de protesta. Dos ya están claros, y se
atreven a hablar del tema. ¿Y los demás?
Señoras y
Señores, las cartas están sobre la mesa: les toca a ustedes pronunciarse
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