No hay leche, ni aceite, ni café, pero no importa, hay arma y uniformados; hay cubanos e iraníes, rusos y chinos. Hay “revolución socialista” y “comandante en jefe”.
Continúa la revolución socialista, valga decir castro-comunista, con su tarea de destruir todas las instituciones del país y al propio país. En lo que más le ha costado intervenir es en las universidades autónomas, que se han defendido haciendo causa común autoridades, profesores, estudiantes, empleados y obreros. En todos los procesos electorales, que ordena la actual Ley de universidades, a todos los niveles, las fuerzas democráticas han triunfado derrotando abiertamente, los grupos que se autodenominan “revolucionarios” y que tienen todo el apoyo del régimen castro comunista del teniente coronel felón. Sin embargo en los últimos días hemos visto como se han intensificado los ataques contra nuestras casas de estudio. Tomas, secuestros, bombas lacrimógenas, quemas de vehículos y de instalaciones, ataques verbales y físicos en contra de autoridades, profesores y estudiantes. Todo ello con la anuencia o la vista gorda de las autoridades encargadas de la seguridad pública. Al menos eso es lo que se desprende de cómo actúan o responden ante las exigencias de la comunidad universitaria de que se averigüen esos actos vandálicos. Para ello si aducen lo de la autonomía. Lo máximo del cinismo.
Pero la gota que derrama el vaso es la actitud pública asumida por el “comandante presidente” ante una sanción disciplinaria tomada por el Consejo Universitario de la UCV, en contra de un estudiante que cometió actos graves de indisciplina y ofendió de palabras y hechos, la investidura de la máxima autoridad de la institución, la rectora. A ese joven bachiller se le instruyó, según la información de las autoridades y de los miembros del Consejo Universitario, el expediente que ordena la ley y los reglamentos de la institución y respetándole su derecho a la defensa. Pues bien, siguiendo con la política del micrófono, en cadena nacional y en un acto político, como nos tiene acostumbrado el “jefe supremo de la revolución”, llamó al joven expulsado, le levantó la mano, como a cualquier boxeador triunfador y lo proclamó héroe de la revolución, “por haberle dicho la verdad a la rectora”. Mayor irresponsabilidad de un primer mandatario de una nación, imposible. Aun cuando, en el supuesto negado, la sanción haya sido tomada de forma írrita, es inconcebible desde todo punto de vista la postura pública asumida por un jefe de Estado. Pero la cosa no se quedó allí. De inmediato, como también es normas de los funcionarios del régimen revolucionario, saltaron a emular a su “jefe”. La ministro de Educación Universitaria opinó condenando la sanción tomada por el CU de la UCV, dándole la razón la bachiller, sin conocer en absoluto el expediente y sin ni siquiera tomarse la molestia de comunicarse con la rectora para pedir alguna información sobre el caso. No, ya el comandante había hablado y había que hacerle el coro. Luego opinó la Fiscal General de la República, como poder “independiente y autónomo”, designando de inmediato a unos fiscales especiales para estudiar el caso pero emitiendo juicio a priori sobre el mismo. Y de seguro seguirán los pronunciamientos de los poderes “autónomos e independientes” del Estado. La AN, la Defensoría, el CNE, y el propio partido único. Y no nos extrañe que hasta la FAN revolucionaria y socialista emita su opinión a favor del ahora héroe nacional.
Lo más grave de esta situación, a parte de la flagrante violación de los más elementales principios de respeto a autoridades legítimamente constituidas de instituciones fundamentales de la república, es que se pueda usar este acontecimiento, para tomar medidas intervencionista en contra de la UCV, para destruirla, y actuar penalmente en contra de la rectora y demás autoridades y miembros del CU. Eso está en el ambiente. Los universitarios todos, sin excepción, debemos estar preparados para enfrentar esta agresión. Bajo ningunas circunstancias podemos permitirlo. Hay que dar la pelea, con todo lo que ello pueda implicar y corriendo los riesgos que sea. No tendremos fusiles ni tanques, pero tenemos la razón, tenemos la inteligencia, el universo académico está de nuestro lado. Si lo permitimos todo estará acabado. No habrá más universidad en este país. Solo habrá “unefas” y “bolivarianas”, con cuarteles y soldados. Es el momento de llamar a cerrar filas en defensa de nuestra universidad. A un lado el miedo.
Iolaizola@hotmail.com
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