Ver en la prensa que matan a un niño de tres años saliendo de la guardería, que secuestran a una señora con su pequeña hija en la puerta del colegio, que muere una joven recién graduada de periodista en un restaurante en balacera por un intento de llevarse a un comerciante, todo ello en casi un mismo día, agita nuevamente las alarmas.
No sabemos qué es lo peor: el crecimiento de la inseguridad, la inflación galopante, la ausencia de valores, la indetenible corrupción, las insaciables expropiaciones, que no son más que arbitrarias confiscaciones; la generalizada anarquía, el desempleo y el irrespeto a la Constitución, leyes y reglamentos, como el más reciente dirigido a los motorizados que ya desafiantemente los destinatarios dicen que no acatarán.
Todo eso hace que recordemos al amigo que nos decía que hay que activar el plan "B", que no es otro que vender lo que tienes, empacar algunas cosas e irte del país, viajando a un lugar distante en el que pese a ser extranjero no tengas que vivir la zozobra del temor. Lo que pasa es que no es fácil tomar esa determinación pues afuera, en el lugar lejano del exilio, no sabemos qué hacer para subsistir. No queremos ser como la heroica viejita de Mozambique que nos menciona Carlos Mejía Godoy, cuando nos señala que igual de valiente es el que defiende con todos sus recursos las injusticias para restablecer la ley, como el que en el destierro no olvida nunca la tierra y los valores con los que fue formado y sueña siempre con el regreso a su patria.
Por eso, con infinita fe, confiaremos en que en el 2012, podamos poner fin por la única vía legítima que conocemos, la del voto, a un régimen que evidentemente ha fracasado y que ha mancillado los hermosos colores de la libertad y la justicia.
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