¿A dónde ha ido a parar esta Venezuela? Es una pregunta que todo venezolano con una mínima consciencia de libertades y derechos democráticos bien puede contestarse. Pasearse por cualquier escenario público, es absolutamente vergonzoso dado la anarquía o desarreglo que prima en él.
El juego de la revolución bolivariana, ha caído en desgracia. Naturalmente ha sido así toda vez que el discurso sobre el cual se sustentaba, se vino abajo. Las frases pomposamente elaboradas, dejaron de tener la pegada del principio. Su impacto dejó de hacer huella en la consciencia de muchos que hoy han despertado del letargo vivido en medio de una forzada alegría, que necesariamente se hizo tragedia. La tragedia de un país dividido tanto como despedazado.
La visión del gobierno fue equivocada desde un primer momento. La idea de país trazada, estuvo desatinada en todas sus expresiones. La pretensión de comulgar la necesidad de un pueblo hambriento y sediento con la presencia de un sector militar opulento y envanecido de glorias novelescas, falló como resultado de criterios construidos al margen de las contingencias que azotan la economía y la sociedad como puntales del desarrollo nacional.
Así comenzó a desatarse una crisis sin parangón que tocó los nervios de la conducción del Estado venezolano en su concepción democrática, pluralista y alternativa. Pero simultáneamente, resquebrajó las venas de una sociedad que vio fracturada su estructura no sólo política. También, afectiva y emocional.
Desde luego, este subvertido esfuerzo en desmontar el país desarreglando su maquinaria industrial y económica, al mismo tiempo que demoliendo sus expectativas, incidió en la humanidad de quien, como el presidente de la República se atrevió a urdir semejantes desmanes en nombre de una historia elaborada a su antojo y capricho. Pero además, por el influjo de extraviadas ideas que armó bajo la vacua denominación de: socialismo del siglo XXI lo que lejos de asegurarle el éxito esperado, se convirtió en el pedrusco que trancó el malévolo juego de la revolución bolivariana.
Las intenciones que convirtieron al país en el remedo de Cuba, por decir lo mejor, actuaron como dardos en el imaginario de una población que hoy rechaza el modo de hacer política a la usanza arcaica donde la justicia era acomodaticia según al grado de sumisión ante el monarca. Hoy, la situación ha comenzado a revertirse en la dirección de reivindicar la democracia. Pero fortalecida. Comprendida como parte indisoluble de la humanidad nacional. Más, cuando el liderazgo del presidente Chávez revela fisuras en su estructura política. Evidencia un desgaste abrumador que compromete el sentido populista que le fue impuesto desde el mismo momento en que accedió al poder político nacional. Sobre todo, luego de reconocerse la cuestionada intervención e invasión por parte de agentes cubanos en instituciones consideradas fundamentales para la sustentación del Estado democrático y social de Derecho y de Justicia que dictamina la Constitución de la República. A pesar de lo vapuleada que se encuentra a escasos doce años de su promulgación.
La oportunidad política de remontar el sitial de la democracia, que en otrora le arrebataran estos gobernantes al pueblo venezolano, está llegando. Sólo falta alcanzarla a plenitud y hacerla propia por cuanto es innegable que este gobierno ha entrado en barrena. Su colisión con las necesidades insatisfechas y los imperantes abusos, es indiscutible. El plazo de este gobierno finalizó aunque con saldo de por medio. Es casi como la antología de lo absurdo.
VENTANA DE PAPEL
IMPROVISACIONES QUE SON PROVOCACIONES
El grado de improvisación del régimen bolivariano, es groseramente elevado. Los criterios sobre los cuales operan sus decisiones, están cargados de un improvisación que, desde todo punto de vista, luce agresiva contra todo principio de planificación. En otras palabras, “improvisación mata planificación” lo cual refleja el desorden y la incompetencia de la presunta revolución que busca terminar de abolir cualquier manifestación democrática basada en el ordenamiento jurídico-legal dictado por la propia Constitución de la República. Entonces, ¿a dónde ha ido a parar esta Venezuela? Es una pregunta que todo venezolano con una mínima consciencia de libertades y derechos democráticos bien puede contestarse. Pasearse por cualquier escenario público, es absolutamente vergonzoso dado la anarquía o desarreglo que prima en él. Con el cuento del mal entendido “poder popular”, las ejecutorias gubernamentales apuntan a direcciones totalmente desubicadas y en contradicción con los preceptos que determina el desarrollo económico y social de la Nación como guía básica y necesaria para el ordenamiento del país en todas sus dimensiones.
¿JUEGO, MANIPULACIÓN O VERDAD?
A decir de algunos, el problema de salud del presidente Chávez pareciera ser parte de un libreto “hecho en socialismo”. O sea, una burda táctica mediante la cual está buscándose el reposicionamiento de su imagen política ante el panorama eleccionario de D-2012. Por ratos, él mismo habla sobre su crisis de salud. Pero más tarde rebate lo declarado. Sin embargo, en términos de lo que significa el conocimiento que corresponde manejarse ante una situación de esta naturaleza, la sociedad venezolana no es informada debidamente en razón del pervertido secretismo con el cual el régimen busca manipular y encubrir las realidades. Y esto, precisamente, es lo que se cuestiona en virtud de la estabilidad emocional y política del país. De ahí que con suma razón, la secuencia de lo informado incita dudas, Más, cuando las declaraciones del alto gobierno, de cara a este problema, remite a señales de que nadie sabe hacia dónde se dirige el país. De manera que ante tan penosas ambigüedades, los riesgos son inminentes por la posibilidad de ver al país sumido en una peor crisis por encima de la que ahora padece. Es ahí cuando hay necesidad de aclararse todo para evitar que por causa de una coyuntura, la salud política, económica y social del país empeore ante el desconcierto que cunde sobre el horizonte nacional.
BASURA HACE DE LAS SUYAS
La politiquería está consumiendo las posibilidades de llevar a cabo una gestión pública que pudo ser referencia o ejemplo frente a ensayos gubernamentales que a duras penas llegan a remedo. El problema que afecta a la Alcaldía del Municipio Libertador del Estado Mérida, es propio de analizar desde esta perspectiva. Sobre todo, luego que las promesas y compromisos que, en tiempo de elecciones propusiera el actual alcalde en torno al propósito de adelantar una obra de gobierno municipal que realmente se compadeciera de las carencias que agobian la población representativa de la ciudad turística y universitaria, como suele conocerse a Mérida. Sin embargo, las dificultades llegaron por vía de razones que no son del todo convincentes. La desidia, el olvido, la usurpación de funciones, la ineficiencia, políticas imprecisas, han podido ser algunas de las causas. Pese a que todas están emparentadas con el populismo, lo cual es triste que así se hayan conducido los asuntos públicos municipales en una Alcaldía regentada por quien fuera Rector de la Universidad de Los Andes. El último problema que asaltó la vida del merideño, fue la basura. Aparte de otros, como el escaso mantenimiento de las vías públicas municipales y el precario cuidado de las áreas verdes en avenidas y parques. Pero recientemente la basura hizo de las suyas por cuanto generó un malestar general acompañado de duras protestas que incluso llevaron a trancar calles en solicitud de una solución inmediata a tan peligrosa situación de abandono de residuos sólidos en plena ciudad. Más cuidado, apreciado Alcalde.
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