Liberalismo y poder. Latinoamérica en el Siglo XIX (FCE, 2011).
FRANCISCO DE MIRANDA |
Hace unos 200 años, cuando comenzó el proceso independentista iberoamericano, sólo había dos formas de gobierno conocidas: la monarquía y la república; y los simpatizantes de ésta habían luchado o luchaban contra los defensores de aquélla en nombre de la libertad.
De esa manera tan simple, aun si esquemática y reduccionista, podría graficarse el origen del liberalismo, corriente de pensamiento político que en los últimos años ha vuelto a ser objeto de estudio de diferentes disciplinas, tras el largo desprecio que sufrió en la segunda mitad del siglo 20.
SIMON BOLIVAR |
Liberalismo y poder. Latinoamérica en el siglo XIX (FCE, 2011), una compilación a cargo de Iván Jaksic y Eduardo Posada Carbó, demuestra cuán importante ha sido el liberalismo en la constitución de las naciones latinoamericanas. De Argentina a México, de Chile a Brasil, la teoría liberal se instala con fuerza en el periodo independentista y genera, a lo largo de casi 100 años, procesos tan diferentes que se torna necesario hablar en plural: “Desde su temprana irrupción, los liberalismos latinoamericanos evolucionaron a ritmos diversos con manifestaciones asimismo diversas en los distintos países de la región, condicionados por sus diferentes circunstancias externas e internas. No hubo un patrón de desenvolvimiento uniforme”, afirman los compiladores.
JOSE DE SAN MARTIN |
Y como no es posible una definición taxativa y universal –porque toda idea se transforma cuando se muda de territorio, o porque evoluciona con el tiempo–, advierten que un estudio histórico sobre el liberalismo “requiere, de antemano, un ejercicio de revisión semántica: no todos los que defendieron doctrinas liberales fueron catalogados contemporáneamente con el rótulo de ‘liberales’, y muchos de quienes han pasado a la historia como ‘liberales’ no deberían llamarse así”.
De hecho, Stuart Jones practica una interesante diferenciación entre el liberalismo francés y el inglés del siglo XIX, porque observa “maneras opuestas de entender el problema de la relación entre poder y libertad. El liberalismo británico, en general, buscó obtener la libertad a través de la limitación del poder, lo que debía lograrse mediante frenos y contrapesos. El liberalismo francés, por su parte, concibió la libertad como el control racional del poder antes que su limitación”. En otras palabras, si los primeros querían limitar el accionar del Estado en nombre de la libertad individual, los segundos fortalecían al Estado para asegurar la libertad común y debilitar los intereses sectoriales. ¿Por qué eran ambos igualmente liberales? Porque concebían al liberalismo como “un estilo político” enraizado en “una concepción distintiva de la política”, que esencialmente significaba “deliberación racional en la esfera pública”.
BERNARDO OHIGGNS |
¿Pudo esto plasmarse en el tumultuoso siglo XIX argentino? Sin ninguna duda. La reflexión en torno a lo liberal, lo democrático y lo republicano estuvo siempre presente y, como afirman Paula Alonso y Marcela Ternavasio, “los conflictos políticos más virulentos sucedidos en el Río de la Plata durante el siglo XIX no nacieron de antagonismos significativos sobre el ‘carácter liberal’ de los principios que postulaba el nuevo idioma constitucional, sino de las prácticas políticas que se fueron configurando en el más contingente escenario en el que se aplicaron tales principios”. Una vez más, la historia de las ideas nos enseña que es necesario sortear los prejuicios para apreciar el pasado.
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Feliz de haber leido esta pagina! ... spoy Caraqueña ..no mas Bolivariana ...
ResponderEliminarSOY MIRANDINA ... VIVA FRANCISCO DE MIRANDA!