Enfermedades, muertes y accidentes se han transformado en las nuevas herramientas de la política latinoamericana. Los casos de Cristina K, Hugo Chávez, Dilma Rousseff, Fernando Lugo, Fidel Castro y Rafael Correa.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).- La revelación conocida este jueves 31/06, del cáncer que padece Hugo Chávez y el uso que el líder caribeño hizo del anuncio de su enfermedad a un año de las elecciones en Venezuela, son la consolidación de un fenómeno comprobado que se reitera en la política latinoamericana: el uso político de las desgracias.
Chávez parece haber comprendido la empatía espontánea de la gente ante la tragedia humana y los cambios que pueden producirse en la ponderación popular.
El discurso del presidente venezolano, donde anunció que fue intervenido quirúrgicamente por un tumor en la zona pélvica y que seguía con el tratamiento contra el cáncer, tuvo algunas particularidades. En primer lugar fue leído, algo muy inusual en los mensajes del mandatario bolivariano y que habla de la confección de un mensaje estudiado en detalle.
Luego Chávez comparó su tratamiento con “otra batalla” y pidió a "mi pueblo amado, todo y uno solo en mi corazón, les digo que el querer hablarles hoy desde mi nueva escalada hacia el retorno no tiene nada que ver ya conmigo mismo, sino con ustedes, pueblo patrio, pueblo bueno. Con ustedes no quería ni quiero para nada que me acompañen por senderos que se hundan hacia abismo alguno. Les invito a que sigamos juntos escalando nuevas cumbres”.
Los próximos meses demostrarán el impacto en la opinión pública sobre la salud de Chávez, por lo pronto el efecto inmediato transmutó de los cuestionamientos a su extenso liderazgo y a los problemas que atraviesa la gestión a la verdadera gravedad del mal, la fecha de retorno, la gobernabilidad y la incertidumbre en la oposición.
El primero que quizás comprobó las consecuencias políticas de exponer públicamente sus problemas de salud puede haber sido Fidel Castro.
Hace 5 años la frágil salud del líder cubano lo obligó a delegar el Poder en su hermano Raúl, generando todo tipo de especulaciones sobre el fin del comunismo y la hora de la apertura cubana. Sin embargo, desde julio de 2010 Fidel reapareció en actos públicos y el régimen sorteó con éxito el alejamiento del líder de todos los cargos.
En Paraguay, Fernando Lugo comenzó su mandato presidencial con un escándalo telenovelesco. Al sacerdote le aparecían hijos no reconocidos casi todos los días. La situación hacía tambalear a su gobierno pero la noticia de su enfermedad y las visibles huellas en su aspecto físico que no dejaron de verse en cada aparición pública, producto del tratamiento contra un linfoma no-Hodgkin (un cáncer que se origina en el sistema linfático) hicieron desaparecer los escándalos de las tapas de los diarios. Con su cáncer en remisión, según se informó en noviembre pasado, Lugo encara el fin de su mandato en 2013 sin mayores sobresaltos.
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, hizo de su enfermedad prácticamente un eje de su discurso proselitista intentando mostrar su espíritu de lucha tanto en el terreno de la guerrilla combatiendo a la dictadura militar brasileña de 1964 a 1985, como en la salud contra un cáncer linfático del cual fue operada en abril 2009 y siguió tratando con quimioterapia, ya iniciada la campaña presidencial para suceder a Lula.
De menor gravedad, Rafael Correa también acudió a Cuba para someterse -por segunda vez- a una operación por una fibrosis articular en una de sus rodillas, padecimiento que lo llevó a mostrarse en muletas.
Por esa época se produjo la sublevación policial en Ecuador, que fue superada por un Presidente que fue fotografiado para todo el mundo en silla de ruedas saliendo del hospital donde estuvo secuestrado. En Quito se habló de subas de por lo menos 5 puntos en su nivel de popularidad y su gobierno salió fortalecido.
En nuestro país, el marketing de la desgracia tuvo sus ejemplos más paradigmáticos en la muerte de Néstor Kirchner, que disparó la popularidad de la Presidenta Cristina Fernández hasta la posibilidad de la reelección. Sus herramientas para explotar la empatía popular son el sostenimiento del luto, las recordaciones y el llanto medido en cada acto público posible.
El otro caso es el de Ricardo Alfonsín, de escasa militancia y nulo peso político en la UCR, la muerte de su padre lo catapultó a la popularidad masiva y a la candidatura presidencial. En su caso, las herramientas de ‘marketing de la desgracia’ son básicamente las similitudes con el ex Presidente del retorno a la democracia en 1983: el parecido físico –con bigote intocable-, el mismo tono de voz y el mismo apellido.
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