La industria petrolera presionó esta semana a las empresas mixtas para que aumenten su producción, dándoles un plazo de treinta días para que presenten planes de “remediación” que les permitan cumplir las ejecutorias de inversión y producción.
La noticia pasa desapercibida en medio de la calamidad que ha producido la lluvia en muchas áreas del país. No luce importante cuando uno la lee en espacios secundarios de la prensa escrita y digital. Para mi análisis es extremadamente crucial, tratándose de la única industria generadora de dinero verde que todavía sigue en pie, a pesar del desangre financiero que este voraz gobierno le ha producido. Pensar en petróleo es pensar en la única posibilidad cierta de seguir pagando las facturas que debemos pagar para importar la comida que necesitamos. Digo comida, para simplicar las cosas, pues la lista es mucho más larga y compleja.
Era previsible que en esos días ocurriera alguna falla de la gasolina en Caracas, creo que salimos bien parados, para la magnitud del desastre que ocurrió en las vías de comunicación durante al menos una semana, pero en mi última carga de combustible –esta semana- el empleado de la estación de servicio me refirió que sólo tenía de alto octanaje: “de la importada”. Escucharlo reverbera rabias en cualquier oyente avezado. Este es el país en que nos ha convertido Chávez. El país que tuvo las más altas capacidades de refinación de toda la América, y una de las más altas del mundo entero. Quedamos para eso; para importar combustibles. No nos damos cuenta en la gasolina, que no trae una etiqueta encima, pero lo vemos en el automercado, parados ante un carnaval de leche latinoamericana.
El poder inercial de la industria petrolera es impresionante. Ha soportado una década de mala gerencia y ayudado por precios altos, ha podido ocultar en parte el desastre que se está escondiendo debajo de sus alfombras. Este desastre comenzará a salir a la superficie de un momento a otro. La emisión sin control de deuda, la extracción irracional sin inyección de fluidos y la destrucción progresiva de los activos, sin mantenimiento adecuado, nos llevarán a una debacle. Chávez dirá que eso fue culpa del paro petrolero y que su gobierno valientemente sostuvo la situación por una década.
En estos tramos finales de su enredado gobierno, Chávez tendrá que disfrazarse de petrolero para aparentar que hace algo por remediar este entuerto. Su dedicación a tiempo completo al tema electoral del dos mil doce, no le permitirá meter su hocico en este panal, que deja progresivamente de producir miel, bajo la capacidad ocultadora de uno de los hombres que mas daño le ha hecho a la Venezuela de todos los tiempos, sólo comparable con alguno de esos perversos piratas que visitaron nuestras costas para llenar las arcas de sus barcos. Me refiero por supuesto a “largo”: Rafael Ramírez, para los que no siguieron la historia del maletín de Antonini.
Enrique Pereira @pereiralibre
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