Nuestra Carta Fundamental concreta la vigilancia de su vigencia y recta aplicación en el Control Presidencial, el Control Judicial y el Control Popular. El Presidente de la República es el primero en saltarse la Constitución como le da la gana; mal puede controlar la inconstitucionalidad, cuando es a él a quien hay que frenar. El poder judicial (así en minúscula, porque la otra le queda grande) está babeándose y aplaudiendo las locuras del Presidente; genuflexo como está, no controla nada. Queda pues el control en manos del pueblo. No obstante nos movemos lentamente y de manera espasmódica. Lo hicimos bien el 26-S, no tengo dudas lo haremos bien el 2012, pero de aquí a allá, ¿nos la seguimos calando?
Luego de la derrota que el pueblo le propinó el pasado septiembre, al surgir una nueva mayoría con el 53 % de los votos, su reacción ha sido voltearse más contra la Constitución y el soberano. El agresor y trasgresor, abusando groseramente del cargo que la voluntad popular le confió, violenta aceleradamente el Estado de Derecho.
La mayor agresión de los últimos días es contra el Derecho Humano a la propiedad, a través de “expropiaciones” que no son tales, sino asaltos a mano armada, con violencia de la Fuerza Armada y de los cuerpos policiales. Exprópiese -dice en tono burlón- siempre en medio de un show, y cual mago diabólico que desaparece los bienes, los destruye, como diciendo ni pa’ti, ni pa’mí, porque luego de “expropiados” se convierten en chatarra.
Ahora “expropia” urbanizaciones en construcción. Luego serán las urbanizaciones y barrios en los que vivimos. Copia al carbón de la tragedia cubana, donde hay un solo propietario, el Estado, y una sola voz que dispone, la de Fidel durante 50 años de manera directa, ahora a través de la voz prestada de su hermano Raúl. Justifica estas expropiaciones en el “alto precio de las viviendas y en la construcción del modelo socialista”. Lo del soporte del “modelo socialista” es, de la primera a la última letra, inconstitucional. Lo de los altos precios podría ser verdad, pero la Constitución y leyes establecen mecanismos idóneos para sancionar y corregir esa falta, u otras como cobro de lo indebido, si la hubiere. Además, la inflación desatada en Venezuela, la mayor de América Latina durante varios años, es consecuencia del desgobierno que tenemos y de su política económica decimonónica.
Pregunto, ¿alguien piensa que esas viviendas se construirán más rápido ahora, con mejor calidad y precios? Seguro que no. Ocurrirá lo de siempre, todo será peor. Al “expropiar”, la producción disminuye hasta desaparecer o llegar al límite inferior.
Se burla de los empresarios, al igual que de los trabajadores. Estos últimos le tienen más miedo a la expropiación de sus puestos de trabajo que a mandinga, porque saben que lo que viene es un patrón maula, un Estado que asfixia, impide las protestas y mata los sindicatos. “Cuidado Mendoza, que te expropio la Polar”. No me provoques, que no he pensado expropiarla todavía. Mentiroso, por supuesto que lo ha planeado, pero no ha podido, teme la protesta obrera que lo haría tambalear; por eso expropia el entorno de Polar para debilitarla, lo cual explica lo de Agroisleña y la Owen Illinois.
¿Nos la seguimos calando? El control popular de la Constitución nos obliga a actuar. La Carta Magna cierra su articulado con el 350 que es un mandato: “El pueblo de Venezuela…desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”. ¿Nos la seguimos calando?
PACIANO PADRÓN
acianopadron@gmail.com
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