Las propuestas que enmarcaron el cortejo de promesas que hiciera el aguerrido candidato presidencial, siempre trajeado a lo venezolano, a pesar de venir de las filas militares de las que fue expulsado por la insurrección que protagonizó el 4 de Febrero de 1992 y que representó un flagrante acto de “traición a la Patria”, sólo fungieron de vulgar señuelo a las expectativas de quienes pensaron que su nombre sería la mejor opción para salir del desorden administrativo y del cuadro de antipolítica que para entonces dominaba el escenario nacional. Pero no fue así.
Las propuestas que enmarcaron el cortejo de promesas que hiciera el aguerrido candidato presidencial, siempre trajeado a lo venezolano, a pesar de venir de las filas militares de las que fue expulsado por la insurrección que protagonizó el 4 de Febrero de 1992 y que representó un flagrante acto de “traición a la Patria”, sólo fungieron de vulgar señuelo a las expectativas de quienes pensaron que su nombre sería la mejor opción para salir del desorden administrativo y del cuadro de antipolítica que para entonces dominaba el escenario nacional. Pero no fue así.
Las propuestas que enmarcaron el cortejo de promesas que hiciera el aguerrido candidato presidencial, siempre trajeado a lo venezolano, a pesar de venir de las filas militares de las que fue expulsado por la insurrección que protagonizó el 4 de Febrero de 1992 y que representó un flagrante acto de “traición a la Patria”, sólo fungieron de vulgar señuelo a las expectativas de quienes pensaron que su nombre sería la mejor opción para salir del desorden administrativo y del cuadro de antipolítica que para entonces dominaba el escenario nacional. Pero no fue así.
La conducción del país se vio a la deriva de las líneas pautadas por una nueva Constitución redactada a los fines de enrumbar el devenir nacional de cara a nuevas y exigentes realidades que ya comenzaban a sacudir las estructuras sociales y económicas de toda institución que pudiera preciarse de su razón de ser. Lejos de corregirse la desviada funcionalidad que socavaba oficinas y dependencias gubernamentales, el país entró en una fase de abúlica contradicción toda vez que las pretensiones de desarrollo se vieron contrariamente desfallecidas por un presupuesto nacional cuyos ingresos fueron fijados por extraordinarios ingresos provenientes de la renta petrolera. Sin duda, tan contraproducente y reiterativa situación evidenció una crisis de orientación y de paradigmas sólo comparada con los embates y conflictos vividos por naciones carcomidas por la ausencia de recursos y la insondable corrupción.
El país comenzó a sumirse en un estado de contrariedades como resultado de una gestión de gobierno cuyos trazados de acción tenían que ver con la celebración de las ocurrencias de un proyecto político que atiende más las necedades de un liderazgo personalista que quedó a la vera del camino histórico, que a las de un país atiborrado de necesidades insatisfechas, burladas, desatendidas e incomprendidas.
Las embestidas y arremetidas del gobierno contra la naturaleza del Estado venezolano mediante decisiones de dolosa figura legal, como las expropiaciones y estatizaciones ordenadas militarmente, han devenido en graves problemas que atascaron la economía nacional y confiscaron buena parte de la esperanzas de un pueblo que siempre ha querido sobreponerse ante cualquier discurso agorero de pobreza y resignación. El gobierno despojó al Estado venezolano de fundamentos a partir de los cuales podía explayarse en aras de buscar mayores y mejores espacios para irradiar libertades y democracia. Ahora todo gira alrededor del egocentrismo de una persona seducida por las mieles del poder, la frivolidad de grandeza y las mañas propias de un totalitarismo armado de la fuerza necesaria para frenar la inconformidad social. Así se ha permitido un entorno político apegado atormentadamente a riquezas de rápida y fácil conquista.
Sin posibilidad de continuar haciendo los milagros que permitieron los altos precios petroleros, estos gobernantes buscan meter el cuento del decadente socialismo del siglo XXI. Mientras tanto, el país se desborda en cientos de protestas. Más, cuando ha llegado al extremo de inmovilizar al Estado mediante artimañas legales de ridícula y languidecida factura. Así ha logrado estructurar un Estado maniatado. Por ahora, pues como dice la sabia popular, ”no siempre la oscuridad reinará. Mañana el sol resplandecerá y la luna seguirá iluminando cada noche que transcurra ante el cielo de la esperanza”
VENTANA DE PAPEL
Por causa de honor
El diario español El Mundo, anualmente reconoce la labor editorial de órganos de prensa libre que han sabido resaltar los valores humanos y las libertades políticas a través de un periodismo crítico y constructivo. Este año correspondió premiar a dos importantes diarios venezolanos: EL UNIVERSAL y EL NACIONAL. Dicho premio, denominado Columnistas de El Mundo, exalta el trabajo consecuente de dos medios de comunicación social cuya historia destaca igualmente la vida y obra de dos insignes venezolanos que creyeron en las potencialidades creadoras de una sociedad que supo ganarle el perverso juego a las dictaduras del siglo XX. Andrés Mata y Miguel Otero Silva, descollaron como hombres políticos que vieron en el periodismo el más elaborado instrumento para reivindicar la democracia en su difícil peregrinar por los tormentosos caminos del resentimiento entendido como alevosa razón para cimentar el totalitarismo en cualquiera de sus manifestaciones. Este Premio Internacional, es expresión de una lucha en defensa de las libertades de expresión, prensa y opinión, que contradictoriamente en el umbral del siglo XXI, viene atacándose desde instituciones políticas contaminadas por el afán de poder en comunión con la absurda pretensión de constreñir el pensamiento hasta el extremo de convertirlo en articulación de una ideología única. Bien merecido tan significativo reconocimiento a estos diarios hoy convertidos en eslabones de la democracia venezolana.
Urgente llamado de atención
Carlos Julio Peñaloza Zambrano, General Div. (Ej), tiene una intachable hoja de vida que le permite hablar con dignidad, responsabilidad y del deber cumplido. Ante la crisis política actual, escribió al presidente Chávez una dura misiva donde expresa su malestar como quien vivió las más altas posiciones en la estructura militar venezolana. Señala: “No lo veo desde hace casi 21 años, cuando nos reunimos en mi despacho de Comandante del Ejército. Como recordará, lo detuve porque tenía pruebas fehacientes que Ud. preparaba un golpe para el día 6 de diciembre de 1989. En esa oportunidad, un grupo de altos funcionarios y oficiales, actuando como cómplices, abogaron ante el presidente, quien decidió dejarlo en libertad «por falta de pruebas». El mismo plan, entonces abortado, Ud. lo repitió el 4F de 1992, luego de mi retiro. (…) Me preocupa su decisión de defender en público al Mayor General Henry Rangel Silva y ascenderlo in situ. (…) Este indigno general lo único que hizo fue jactarse de estar amancebado con Ud. y su causa. (…) En vez del grotesco ascenso, el mal ejemplo merecía una sanción y destitución. (…) Lo grave además es que Ud. confirme de viva voz su decisión de desconocer el resultado de las elecciones presidenciales del 2012 si éste le es adverso. Semejante abuso de autoridad no puede pasar desapercibido, aunque las autoridades competentes no tomen las medidas para condenarlo. Con este acto, Sr. Presidente, Ud. le ha declarado de facto la guerra a más de la mitad del pueblo venezolano. (…) Si trata de poner en práctica sus amenazas del uso de la fuerza antes o después de esas elecciones, resistiremos con las mismas armas que Ud. utiliza (…)”.
Democracia ganó en la ULA
Democracia ganó en la ULA
Este miércoles, los profesores de la Universidad de Los Andes realizaron elecciones dirigidas a renovar los cuadros directivos del Comité Ejecutivo y Seccionales de la Asociación de Profesores (APULA). Dicho proceso que presentó tres fórmulas, dos de la oposición democrática y una representativa del oficialismo, concluyó dándole una aplastante victoria al candidato Luís Loaiza Rincón, actual presidente del gremio y profesor de la Escuela de Ciencias Políticas. Su llamado exaltó la necesidad de acentuar el trabajo realizado en términos de distintas líneas de acción que tocan la continuidad de una gestión de beneficios para el colectivo profesoral relacionados con la ampliación de los servicios y programas de salud, del Fondo Editorial, de la práctica deportiva y cultural. Según palabras de Loaiza, “son metas alcanzables que habrán de concretarse en la dirección del fortalecimiento institucional del gremio”. Así pues que consciente de que “la Universidad no es una prioridad para el gobierno nacional”, el presidente de la APULA y nuevamente electo para asumir la conducción del gremio universitario, indicó que nada sería posible “si no se ejerce una actitud gremial combativa que motive la atención del país en general y sus instituciones democráticas”.
Todos somos Globovisión
El régimen vuelve a declararle la guerra a las libertades y los derechos que la democracia anima. La iracunda bravuconería del discurso del presidente en el Salón Elíptico de la Asamblea Nacional, el pasado martes, dejó ver nuevamente su desapego al fuero constitucional toda vez que expuso una serie de conceptos que aparte de contradictorios con el ordenamiento jurídico de la Nación, demuestran abiertamente la intolerancia que marca la falta de pluralismo político y de alternabilidad aludidas por la retórica presidencial. Su trillada amenaza a sacar del aire al único canal de noticias como es Globovisión, ha devenido en un malestar generalizado del cual han dado parte sectores organizados de la sociedad y de instituciones conscientes de la necesidad de convalidar la democracia por encima de toda adversidad. En medio de tan profunda molestia, luce obligatorio que el país recomponga las funciones de la administración gubernamental por cuanto de ello depende que, ciertamente, se avance sin mayores complicaciones en un todo con las legítimas esperanzas que puede tener todo venezolano que busca un mejor porvenir personal, familiar y profesional. Justamente, porque es deber de la sociedad exaltar la unidad nacional, todos somos Globovisión.
ANTONIO JOSÉ MONAGAS
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