El voto de los más pobres definirá si Dilma Roussef gana las presidenciales el domingo
(De nuestra corresponsal) Después de varias semanas con las encuestas encumbrándola por encima del 50% de las preferencias de los votantes, la candidata oficialista Dilma Rousseff cayó dos puntos percentuales según la más seria de las encuestadoras brasileñas, Datafolha. Eso, aún dentro del margen de error, significaría que la pupila del presidente Lula da Silva perdió unos seis millones de votos (de un total previsto en 135 millones) en los últimos quince días, y podría no ser electa en la primera vuelta electoral.
En Brasil se requiere de la mitad más uno de los votos para consagrar la victoria en unas elecciones presidenciales. Más de la mitad de los votos que parecían ser propiedad de Dilma, pero migraron a los otros dos candidatos (el socialdemócrata José Serra y la representante del Partido Verde, Marina Silva), corresponden a electores de la llamada “nueva clase C”; así se le dice en Brasil a las familias que ganan entre dos y cinco salarios mínimos. Fue una de las clases sociales que más creció durante la gestión de Lula da Silva (2002-2010), y representa actualmente el 34% de los electores del país suramericano.
En las últimas semanas se ventilaron varios escándalos de corrupción y abuso de poder en el gobierno de Lula (admitidos incluso por personeros oficiales), que habrían afectado las chances de Dilma de ser electa en el primer turno, como indicaba su favoritismo. Según admiten en el oficialismo, la sensación de que Dilma ya había ganado –porque arrasaba en las encuestas-, podría haber relajado antes de tiempo a sus esfuerzos proselitistas de su partido. Para recuperarse antes de la veda a la publicidad preelectoral, Dilma saldrá de escena y entrará el presidente: varias propagandas cortas estarán protagonizadas por el mandatario, quien saldrá a decir que Dilma está siendo víctima de una campaña de descrédito por parte de la oposición, pero que todo lo malo que dicen de ella es mentira. El otrora líder sindical apuesta a su popularidad del 80% para evitarle a su candidata el mal rato de una segunda vuelta, y demostrar que él es de los pocos mandatarios de la región que pudo consagrar a la sucesora que eligió.
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