En la controversia desatada por la ruptura de relaciones entre Venezuela y Colombia, la mayoría de las declaraciones diplomáticas se han concentrado en comunicados políticamente correctos que exhortan a la normalización de relaciones entre dos pueblos hermanos, mientras que los análisis de prensa han priorizado los comentarios sobre las motivaciones que han tenido los presidentes de cada país para llegar a este punto de sus diferencias y el momento en el cual se han producido. Sin embargo, obvian el problema de fondo, el cual no puede ser otro sino el análisis de las pruebas presentadas por el Embajador de Colombia en la OEA relativas al apoyo y refugio que brindaría el Gobierno de Hugo Chávez a grupos terroristas colombianos.
Desde hace mucho tiempo se viene investigando las relaciones del gobierno chavista con el terrorismo. Colombia encontró pruebas importantísimas en las computadoras de Raúl Reyes, quien fuera abatido en sus campamentos ubicados en territorio ecuatoriano. El juez de la Audiencia Nacional de España, Eloy Velasco también ha acusado al Gobierno de Venezuela de ofrecer refugio a terroristas de ETA en su país, quienes además lo utilizarían para entrenar a grupos similares como las FARC colombianas.
No solo ello. Chávez y su gobierno también están siendo investigados por las relaciones que mantienen con Irán, país que amenaza con desatar la primera guerra nuclear del siglo XXI, relaciones que según diversas investigaciones exceden la cooperación económica y técnica, de la cual se habla mucho y nunca se la encuentra. Algunos analistas internacionales incluso temen que esta cooperación tenga por objetivo final que Venezuela llegue a convertirse en una potencia nuclear, lo que no seria raro dado las veleidades delirantes del presidente venezolano.
Si estas vinculaciones son cada vez más evidentes, porqué la comunidad internacional no actúa en consecuencia, debiera ser la pregunta con la que se interpele a tantos gobiernos que se limitan a efectuar declaraciones tan llenas de buenas intenciones como de hipocresía. En algunos casos por prudencia. En la mayoría por intereses.
Chávez, que en lo externo maneja un discurso de permanente confrontación con el mundo occidental y la economía capitalista, hace inmensos negocios con todos a quienes critica. Desde la provisión de petróleo hasta la contratación de empresas transnacionales para la construcción de inmensas obras de infraestructura y la provisión de alimentos que deja pudrirse en sus puertos y almacenes, Chávez y el derroche que efectúa de la riqueza petrolera de su pueblo, son una inmensa fuente de negocios.
Si la comunidad internacional encontrara que las pruebas presentadas por Colombia son reales se vería obligada a adoptar sanciones contra el Gobierno de Venezuela. Esto debiera ser inevitable sino fuera porque en la diplomacia los intereses prevalecen sobre los principios, aunque después sea mucho más costoso actuar cuando este tipo de gobiernos autoritarios ocasionan conflictos que causan daños irreparables a sus naciones y vecinos.
* Ex presidente del Senado Nacional (Bolivia)
Tomado de El Diario Exterior (España) - 02-Ago-10 - Opinión
http://www.eldiarioexterior.com/chavez-y-el-terrorismo-38543.htm
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