Para comenzar explico a mis lectores de otros países que el refrán popular venezolano con el cual titulo este artículo se aplica cuando alguien pretende atribuir sus propios vicios, errores o extravagancias a otra persona.
Esto viene al caso porque el domingo pasado, en su columna “Las líneas de Chávez”, el teniente coronel presidente afirmó que el objetivo supremo de Venezuela es “detener la locura guerrerista” del gobierno de Colombia.
“Nos hemos fijado un objetivo supremo: detener la locura guerrerista que se ha apoderado de la Casa de Nariño, impedir que el gobierno lacayo de Uribe, ya de salida, perpetre su último y más nefando crimen: arrastrar a un conflicto bélico a dos pueblos que se saben y se sienten hermanos de Bolívar”.
En mi artículo del 19 de agosto del año pasado, titulado “Obsesión Guerrerista” dije que la condición de militar fracasado le ha generado al teniente coronel presidente una auténtica obsesión guerrerista. Desde el momento en que asumió el poder la palabra guerra ha estado presente de manera permanente en sus discursos en todas sus manifestaciones y en todos los frentes. Batallas, campañas, guerra asimétrica, guerra de cuarta generación, guerra de resistencia, guerra subversiva, guerra mediática, guerra civil, guerra comercial, guerra anticolonial, guerra necesaria, batalla de ideas, son algunos de conceptos que como murciélagos revolotean constantemente dentro de su cerebro. En el frente interno: guerra contra los escuálidos, contra los oligarcas, contra los burgueses, contra los ricos, contra la oposición, contra el latifundio, contra el empresariado, contra la industria, contra la propiedad privada, contra la descentralización y últimamente contra el Cardenal y contra la iglesia. En el frente externo: guerra contra el imperio, guerra con Colombia, contra el imperialismo, contra el capitalismo contra el libre mercado, contra el ALCA, guerra latinoamericana, guerra continental.
En fin, guerra contra todo y contra todo el mundo, pero ni siquiera una simple escaramuza contra los verdaderos enemigos de la sociedad venezolana: la corrupción, la inseguridad, la miseria, ni contra el malandraje de las brigadas de choque asalariadas que emplea para amedrentar o agredir a quienes no comparten su proyecto político y para amenazar a Globovisión.
El mismo personaje que el año pasado ordenó la movilización de 10 batallones a la frontera con Colombia, aseguró que esta semana ha estado revisando “planes de guerra y anunció que ha dispuesto el despliegue de “unidades de defensa aérea, de infantería, de operaciones especiales” a lo largo de los 2.200 kilómetros de la frontera común, es el que acusa al presidente de Colombia de padecer una locura guerrerista.
En sus “líneas” el inquilino de Miraflores dice también que el inquilino de la Casa de Nariño deja “un saldo horrible” resultante de la exacerbación de la violencia “que durante más de 60 años ha definido el doloroso devenir de Colombia”. ¿Y quién es que en once años de gobierno tiene ya acumulado un pavoroso saldo de violaciones de la Constitución y atropellos a las libertades y derechos de los venezolanos para implantar un sistema político, económico y social copiado del modelo cubano-comunista que ya fue rechazado categóricamente por todos los venezolanos?
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Adolfo Taylhardat
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