Fue sabia la expresión de Rodolfo Mondolfo, filosofo italiano-argentino de vieja data, afirmando que “la reflexión del hombre sobre si mismo, la vida y el mundo es tan antigua como la humanidad pensante”. La herencia, el carácter y el medio ambiente determinan una personalidad. Un ser humano piensa y estructura para si mismo una escala de valores que de manejarse con honestidad producen una vida exitosa.
Esa persona con algunas dotes de dirigente y preocupaciones por el mejoramiento de los resultados en pro de la colectividad, en su actividad social - familia, amigos, escuela, liceo, universidad, calle - va encontrando personas que comparten en algún grado su manera de pensar y decide, contactando uno por uno, o usando medios de comunicación alternativos, convocar una actividad social para “cruzar ideas”. En esa actividad, algunos de los asistentes compaginan con las proposiciones para construir un mundo mejor, pues el ser humano como ser teleológico busca siempre nuevas metas que mejoren su estatus vital. Otras personas encuentran desacertadas las ideas que fueron tema de la reunión.
Mientras tanto se investigan otros factores políticos existentes, hasta puede llegarse a la incorporación a alguno en busca de las respuestas esperadas. Si las encuentra desiste de su propósito creativo individual incorporándose al colectivo en el cual se siente identificado.
Si sus expectativas no son resueltas prosigue con su actividad de suma y sigue. En las reuniones ocasionales, los que concuerdan se convocan sistemáticamente y tratan de hacer un constructo con las ideas que han consensuado, de asumir una ideología propia o existente. Allí esta la semilla de un partido político.
Al tener un cuerpo de ideas coherentes deciden una misión y una visión, una estrategia y una táctica, un programa de acción y constituyen una directiva. Generalmente el convocante ocupa la primera posición en dicha organización. El partido se funda para conquistar el poder y desde allí instrumentar una ideología.
El camino hasta aquí ha sido poco fácil y la tarea ha sido ardua. Convocar, convencer, agrupar, argumentar, escribir, consensuar y negociar en un permanente “corsi e ricorsi” dialéctico de tesis, antitesis y síntesis.
La legalización ante la sociedad es un nuevo esfuerzo de promoción de ideas, demostrando que el “producto” que se ofrece tiene características que convertidas en beneficios tiende a satisfacer necesidades reales y sentidas. Ganar voluntades, convertirlas en adherentes y en firmas para un registro legal conduce, en democracia, al camino de los sufragios.
Recorrer un país contactando adherentes, haciendo reuniones, declarando a los medios de comunicación no siempre accesibles, colocando carteles, promocionando consignas, escribiendo artículos de opinión, organizando y motivando a los cuadros, trabajando en los medios alternativos y detectando nuevas figuras que puedan acompañar el proyecto. Todo ello en un proceso que dura años.
Luego presentarse, con menguados recursos, a una contienda electoral. Determinar los mejores candidatos con las mejores posibilidades de éxito, convencer a otras aspirantes de su ilusoria pretensión, hacer toda la propaganda posible para esos candidatos y esperar resultados positivos de la gestión emprendida. Una y otra vez. En esta etapa hay deserciones por los fracasos y/o pugnas por el éxito.
Claro esta que la etapa de las evaluaciones conduce a la corrección de los errores cometidos, a la revitalización de los conceptos, a adoptar en consenso nuevos esquemas que permitan un relanzamiento con mayores posibilidades de triunfo.
Los partidos son una combinación de liderazgos individuales y organización pues sin organización un liderazgo individual es como un suspiro dentro de una pompa de jabón. Un partido tiene un liderazgo colectivo y no unipersonal, una estructura descentralizada integrada por unos liderazgos medios que son su verdadera estructura, unos estatutos y una ideología.
De verdad amigos que es un trabajo agotador pero que si es exitoso en función de una ideología, una organización y un programa dará la satisfacción de la tarea cumplida. Éxito a los que lo han emprendido y aun lo continúan.
Este, también, es un mensaje para quienes tan solo pretenden desde una tribuna mediática privar sobre la sociedad organizada sin construir como es debido un factor político o incorporarse a uno de esos partidos que han invertido lapsos importantes de la vida de sus integrantes en busca de arañar la historia. Hay independientes singulares con méritos, no lo dudamos; pero la actividad, la presencia organizacional y el esfuerzo no tienen términos de comparación.
CARLOS R. PADILLA. L
carlos.padilla.carpa@gmail.com
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ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO,POLÍTICA, INTERNACIONAL,
Esa persona con algunas dotes de dirigente y preocupaciones por el mejoramiento de los resultados en pro de la colectividad, en su actividad social - familia, amigos, escuela, liceo, universidad, calle - va encontrando personas que comparten en algún grado su manera de pensar y decide, contactando uno por uno, o usando medios de comunicación alternativos, convocar una actividad social para “cruzar ideas”. En esa actividad, algunos de los asistentes compaginan con las proposiciones para construir un mundo mejor, pues el ser humano como ser teleológico busca siempre nuevas metas que mejoren su estatus vital. Otras personas encuentran desacertadas las ideas que fueron tema de la reunión.
Mientras tanto se investigan otros factores políticos existentes, hasta puede llegarse a la incorporación a alguno en busca de las respuestas esperadas. Si las encuentra desiste de su propósito creativo individual incorporándose al colectivo en el cual se siente identificado.
Si sus expectativas no son resueltas prosigue con su actividad de suma y sigue. En las reuniones ocasionales, los que concuerdan se convocan sistemáticamente y tratan de hacer un constructo con las ideas que han consensuado, de asumir una ideología propia o existente. Allí esta la semilla de un partido político.
Al tener un cuerpo de ideas coherentes deciden una misión y una visión, una estrategia y una táctica, un programa de acción y constituyen una directiva. Generalmente el convocante ocupa la primera posición en dicha organización. El partido se funda para conquistar el poder y desde allí instrumentar una ideología.
El camino hasta aquí ha sido poco fácil y la tarea ha sido ardua. Convocar, convencer, agrupar, argumentar, escribir, consensuar y negociar en un permanente “corsi e ricorsi” dialéctico de tesis, antitesis y síntesis.
La legalización ante la sociedad es un nuevo esfuerzo de promoción de ideas, demostrando que el “producto” que se ofrece tiene características que convertidas en beneficios tiende a satisfacer necesidades reales y sentidas. Ganar voluntades, convertirlas en adherentes y en firmas para un registro legal conduce, en democracia, al camino de los sufragios.
Recorrer un país contactando adherentes, haciendo reuniones, declarando a los medios de comunicación no siempre accesibles, colocando carteles, promocionando consignas, escribiendo artículos de opinión, organizando y motivando a los cuadros, trabajando en los medios alternativos y detectando nuevas figuras que puedan acompañar el proyecto. Todo ello en un proceso que dura años.
Luego presentarse, con menguados recursos, a una contienda electoral. Determinar los mejores candidatos con las mejores posibilidades de éxito, convencer a otras aspirantes de su ilusoria pretensión, hacer toda la propaganda posible para esos candidatos y esperar resultados positivos de la gestión emprendida. Una y otra vez. En esta etapa hay deserciones por los fracasos y/o pugnas por el éxito.
Claro esta que la etapa de las evaluaciones conduce a la corrección de los errores cometidos, a la revitalización de los conceptos, a adoptar en consenso nuevos esquemas que permitan un relanzamiento con mayores posibilidades de triunfo.
Los partidos son una combinación de liderazgos individuales y organización pues sin organización un liderazgo individual es como un suspiro dentro de una pompa de jabón. Un partido tiene un liderazgo colectivo y no unipersonal, una estructura descentralizada integrada por unos liderazgos medios que son su verdadera estructura, unos estatutos y una ideología.
De verdad amigos que es un trabajo agotador pero que si es exitoso en función de una ideología, una organización y un programa dará la satisfacción de la tarea cumplida. Éxito a los que lo han emprendido y aun lo continúan.
Este, también, es un mensaje para quienes tan solo pretenden desde una tribuna mediática privar sobre la sociedad organizada sin construir como es debido un factor político o incorporarse a uno de esos partidos que han invertido lapsos importantes de la vida de sus integrantes en busca de arañar la historia. Hay independientes singulares con méritos, no lo dudamos; pero la actividad, la presencia organizacional y el esfuerzo no tienen términos de comparación.
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