La situación del pasado 14 de agosto, es un motivo más para seguir la lucha democrática.
El amanecer del viernes 14 de agosto fue gris. Una polémica Ley Orgánica de Educación que modifica la histórica estructura del sistema educativo; una Ley de Tierras Urbanas, probablemente tan grave como la anterior, y un grupo de periodistas agredidos salvajemente por entregar panfletos eran las noticias del día.
Sin embargo, a la cruel agresión se une el desatino de un Gobierno que indica que los periodistas no fueron agredidos por ser comunicadores, sino por estar manifestando. Es decir que al no tratarse de periodistas en el ejercicio de sus funciones, sí podían ser apaleados, según esa desafortunada tesis gubernamental.
Ese oscuro amanecer recuerda a lo ocurrido el sábado 14 de agosto de 1869, cuando el gobierno de José Ruperto Monagas, valiéndose de la acción forajida de un grupo de matones conocidos como los Lincheros de Santa Rosalía irrumpió en la casa de Antonio Guzmán Blanco y con violencia destruyeron el lugar, agredieron y persiguieron a los anfitriones.
La acción de los Lincheros no era nueva, pues apoyados por el Gobierno, actuaban contra todos aquellos que disentían, criticaban u osaban manifestarse contra el gobierno. Entre sus acciones estaba la de apalear opositores y periodistas e incluso, el 18 de agosto de 1869 intentaron atacar la casa de Wenceslao Urrutia y éste, buscando escapar, muere repentinamente.
La situación del pasado 14 de agosto, donde el pueblo venezolano se despertó con un amargo sabor, es un motivo más para seguir la lucha democrática. Pero algo más dejó ese día: la muestra que en Venezuela siguen existiendo los Lincheros, tanto los que agraden periodistas con palos y metras, como aquellos que al caer la noche aprueban instrumentos legales que obvian la esencia de la democracia.
luisdalvarezva@hotmail.com
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ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO,POLÍTICA, INTERNACIONAL,
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Sin embargo, a la cruel agresión se une el desatino de un Gobierno que indica que los periodistas no fueron agredidos por ser comunicadores, sino por estar manifestando. Es decir que al no tratarse de periodistas en el ejercicio de sus funciones, sí podían ser apaleados, según esa desafortunada tesis gubernamental.
Ese oscuro amanecer recuerda a lo ocurrido el sábado 14 de agosto de 1869, cuando el gobierno de José Ruperto Monagas, valiéndose de la acción forajida de un grupo de matones conocidos como los Lincheros de Santa Rosalía irrumpió en la casa de Antonio Guzmán Blanco y con violencia destruyeron el lugar, agredieron y persiguieron a los anfitriones.
La acción de los Lincheros no era nueva, pues apoyados por el Gobierno, actuaban contra todos aquellos que disentían, criticaban u osaban manifestarse contra el gobierno. Entre sus acciones estaba la de apalear opositores y periodistas e incluso, el 18 de agosto de 1869 intentaron atacar la casa de Wenceslao Urrutia y éste, buscando escapar, muere repentinamente.
La situación del pasado 14 de agosto, donde el pueblo venezolano se despertó con un amargo sabor, es un motivo más para seguir la lucha democrática. Pero algo más dejó ese día: la muestra que en Venezuela siguen existiendo los Lincheros, tanto los que agraden periodistas con palos y metras, como aquellos que al caer la noche aprueban instrumentos legales que obvian la esencia de la democracia.
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