Cincuenta y cuatro años se han sucedido desde aquel 21 de mayo en que falleció Andrés Eloy en Méjico. Recordé el lamentable acontecimiento al mediodía de anteayer, cuando la UCV (mía y del poeta) estaba de nuevo en la calle. Rebusqué entre mis papeles y hallé una nota que en el 2001 titulé “El poeta que enseñaba democracia”, dedicada al más dedicado de sus biógrafos, el Dr. Alfonso Ramírez, autor de “Biografía de Andrés Eloy Blanco y memoria de su época”.
Allí señalé que igual que muchos humanistas de su generación, AEB hubo de afrontar la opción entre el ideario democrático y la ideología comunista. Cicunstancias internacionales de la primera mitad del siglo XX lo sumieron en conflicto interior. Intelectuales y artistas eran acosados por proselitistas de uno y otro bando. A mayor valía personal, mayor acoso. Mucho fue, pues, el que se hizo para conquistar la adhesión de Andrés Eloy, tratándose, como se trataba, de quien juntaba acerada voluntad, demostrada valentía, solidez ética, sensibilidad social y estética, y amor al pueblo que lo amaba.
El acoso recrudeció a partir de la Revolución Soviética (1917), la guerra civil española (1936-39) y la segunda guerra mundial (1939-1945). Entretanto, Latinoamérica sufría feroces dictaduras militares –p. ej. Gómez entre nosotros, Trujillo en Santo Domingo, los Somoza, en Nicaragua– sostenidas por Wall Street y el Pentágono.
En lecciones hogareñas, de voz y actos de su padre y su madre, en el hacer periodístico clandestino y en las mazmorras gomecistas, nuestro poeta aprendió a amar la democracia. La crónica bien elaborada de su soñar y vivir por la libertad puede leerse en la citada biografía de Ramírez, en la que el conflicto tema de esta nota ocupa el Cap. XI. Ese libro, por cierto, es una de las escasas obras de valor que dejara la manchada celebración del centenario de AEB en 1997.
Y es que durante gran parte del lapso entre 1958 y 1998 no se enseñó democracia en la propia ejecutoria de la democracia en el gobierno. Por el contrario, se la fue demoliendo a punta del crecimiento de la corrupción, simultáneo con el ascenso de los precios del petróleo. Por lo mismo, y, además, porque quienes hoy desgobiernan al país no son demócratas, sino embotados, y viudas del estalinismo, peores han sido y son estos años. Más lo serán, si no unimos voluntades contra la imposición de un seudosocialismo ‘marxial’ y autocrático.
Nunca cedió el poeta cumanés a la propuesta comunista estalinista, como tampoco hubiera cedido a la castrista ni a la castrochavista. Fue, en autenticidad plena, un poeta de la libertad. Naveguemos, pues, con quien la practicó y la enseñó, y sigue enseñándola junto con la democracia en su legado poético. Como lo hace en aquellos versos del ‘Pórtico’ del “Canto a los hijos”: “Y digo al adicto rojo del nuevo Falansterio / que con la luz del día la libertad dialoga / y el bien está en ser libres del odio y del misterio”.
El Tiempo, viernes 22 de mayo de 2009
Allí señalé que igual que muchos humanistas de su generación, AEB hubo de afrontar la opción entre el ideario democrático y la ideología comunista. Cicunstancias internacionales de la primera mitad del siglo XX lo sumieron en conflicto interior. Intelectuales y artistas eran acosados por proselitistas de uno y otro bando. A mayor valía personal, mayor acoso. Mucho fue, pues, el que se hizo para conquistar la adhesión de Andrés Eloy, tratándose, como se trataba, de quien juntaba acerada voluntad, demostrada valentía, solidez ética, sensibilidad social y estética, y amor al pueblo que lo amaba.
El acoso recrudeció a partir de la Revolución Soviética (1917), la guerra civil española (1936-39) y la segunda guerra mundial (1939-1945). Entretanto, Latinoamérica sufría feroces dictaduras militares –p. ej. Gómez entre nosotros, Trujillo en Santo Domingo, los Somoza, en Nicaragua– sostenidas por Wall Street y el Pentágono.
En lecciones hogareñas, de voz y actos de su padre y su madre, en el hacer periodístico clandestino y en las mazmorras gomecistas, nuestro poeta aprendió a amar la democracia. La crónica bien elaborada de su soñar y vivir por la libertad puede leerse en la citada biografía de Ramírez, en la que el conflicto tema de esta nota ocupa el Cap. XI. Ese libro, por cierto, es una de las escasas obras de valor que dejara la manchada celebración del centenario de AEB en 1997.
Y es que durante gran parte del lapso entre 1958 y 1998 no se enseñó democracia en la propia ejecutoria de la democracia en el gobierno. Por el contrario, se la fue demoliendo a punta del crecimiento de la corrupción, simultáneo con el ascenso de los precios del petróleo. Por lo mismo, y, además, porque quienes hoy desgobiernan al país no son demócratas, sino embotados, y viudas del estalinismo, peores han sido y son estos años. Más lo serán, si no unimos voluntades contra la imposición de un seudosocialismo ‘marxial’ y autocrático.
Nunca cedió el poeta cumanés a la propuesta comunista estalinista, como tampoco hubiera cedido a la castrista ni a la castrochavista. Fue, en autenticidad plena, un poeta de la libertad. Naveguemos, pues, con quien la practicó y la enseñó, y sigue enseñándola junto con la democracia en su legado poético. Como lo hace en aquellos versos del ‘Pórtico’ del “Canto a los hijos”: “Y digo al adicto rojo del nuevo Falansterio / que con la luz del día la libertad dialoga / y el bien está en ser libres del odio y del misterio”.
El Tiempo, viernes 22 de mayo de 2009
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