Después del paro de 2002, se diluyeron muchísimas previsiones en torno al funcionamiento de PDVSA. Me acuerdo haber oído como un plazo máximo el de un año para que la industria sucumbiera. Cosa que no resultó así, posiblemente algunos de sus cuadros medios regresaron, igualmente las contratistas. Hoy vemos una escena dantesca en la industria fundamental de nuestro país con su ruina evidente. No hay gente que sepa trabajarla y el deterioro físico de su infraestructura es irrebatible.
El despilfarro acabó con todo y la diversificación de actividades terminó destruyéndola, cuando Chávez la puso en “tareas” no inherentes a su negocio. A PDVSA le sustrae los dólares el gobierno como le viene en ganas llevándole a su descapitalización, actualmente es una entelequia esperando sepultura, o que rematen lo poco que queda de ella.
Es el sostén primordial de este país desde que el petróleo se descubre en nuestro subsuelo, fue la vida de Venezuela, con ella se produce el tránsito rural hacia un mundo en desarrollo. Cambiamos vertiginosamente, dejamos de vender cuero, cacao, plumas de garza para ser un emporio de riquezas con consejas que nos llevarían al pináculo de la civilización. Desde que entrábamos al colegio nos dibujaban un país rico y mal administrado, al cual denominaban mono-productor, en esas mismas condiciones alcanzamos a nuestros días. Venezolanos ilustres plantearon la necesidad de “sembrar el petróleo” en aras de diversificar la economía, siendo su motor cardinal la exportación de crudo. Esto nunca llegó a producirse, nuestra existencia estuvo sujeta en mayor o menor medida al petróleo, sólo los vaivenes coyunturales trazaban leves cambios, cuando aumentaban las exportaciones no tradicionales y lo acusaban nuestras Cuentas Nacionales. Pero hoy en día ni siquiera hay Cuentas Nacionales ciertas, ni la industria petrolera es auditable. Las pocas referencias sobre sus ventas y cuotas de producción nos llegan a través de la OPEP y de otros negocios colaterales.
Hasta hace poco el régimen trato de tapar la debacle que se acercaba, seria cosa de tiempo aclarar la realidad; hasta que la “revolución” entrara definitivamente en el rumbo comunista, pero el devenir se adelantó con la rebaja de los precios del petróleo, poniendo en evidencia que nuestra industria petrolera estaba quebrada, que todo lo que se había sospechado era una realidad, y que la mayor bonanza en la historia de este país se había dilapidado en compras de chatarras bélicas, mayormente rusas, o regalando a los secuaces del comunismo latinoamericano, además de llenarse los bolsillos “revolucionarios”. Ahora nos toca a quienes no participamos en ese convite obsceno, darle sepultura a nuestra industria madre.
Murió PDVSA en estos años “del proceso”, la mataron, vedla allí dando lástima, y con los desesperos de sus tutores, queriendo hacer ver se trata de las consecuencias de la crisis económica internacional. Cuando el presupuesto nacional fue replanteado en 60 dólares el barril y los precios del crudo están cercanos a esa meta. Cuando la OPEP está satisfecha con los precios y niveles de producción en momentos recesivos de las grandes economías. Cuando PDVSA si estuviera bien administrada pudiera obtener ganancias sobre los precios actuales de US$ 45 por cada barril, cuestión nada despreciable para sostener holgadamente a Venezuela. Pero la esquizofrenia chavista es destruirlo todo y lo está logrando, cuando tercamente acaban con los puestos de trabajo, y con los vestigios que quedan de la empresa privada. Llegará el período en que tendrán que “freír monos” para el sustento del pueblo. Será tarde para lograr reconstruir nuestra señera industria, y verán rendidas las misiones que implementó el “socialismo”. Ya poco “existen” dólares para las importaciones de bienes de primera necesidad: alimentos y medicinas. Llegó el diluvio para la nación y no fue precisamente por la coyuntura mundial sino por haber lapidado a PDVSA, quien nos daba el sustento a todos los venezolanos y a unos tantos eslabones del Castro-comunismo.
El despilfarro acabó con todo y la diversificación de actividades terminó destruyéndola, cuando Chávez la puso en “tareas” no inherentes a su negocio. A PDVSA le sustrae los dólares el gobierno como le viene en ganas llevándole a su descapitalización, actualmente es una entelequia esperando sepultura, o que rematen lo poco que queda de ella.
Es el sostén primordial de este país desde que el petróleo se descubre en nuestro subsuelo, fue la vida de Venezuela, con ella se produce el tránsito rural hacia un mundo en desarrollo. Cambiamos vertiginosamente, dejamos de vender cuero, cacao, plumas de garza para ser un emporio de riquezas con consejas que nos llevarían al pináculo de la civilización. Desde que entrábamos al colegio nos dibujaban un país rico y mal administrado, al cual denominaban mono-productor, en esas mismas condiciones alcanzamos a nuestros días. Venezolanos ilustres plantearon la necesidad de “sembrar el petróleo” en aras de diversificar la economía, siendo su motor cardinal la exportación de crudo. Esto nunca llegó a producirse, nuestra existencia estuvo sujeta en mayor o menor medida al petróleo, sólo los vaivenes coyunturales trazaban leves cambios, cuando aumentaban las exportaciones no tradicionales y lo acusaban nuestras Cuentas Nacionales. Pero hoy en día ni siquiera hay Cuentas Nacionales ciertas, ni la industria petrolera es auditable. Las pocas referencias sobre sus ventas y cuotas de producción nos llegan a través de la OPEP y de otros negocios colaterales.
Hasta hace poco el régimen trato de tapar la debacle que se acercaba, seria cosa de tiempo aclarar la realidad; hasta que la “revolución” entrara definitivamente en el rumbo comunista, pero el devenir se adelantó con la rebaja de los precios del petróleo, poniendo en evidencia que nuestra industria petrolera estaba quebrada, que todo lo que se había sospechado era una realidad, y que la mayor bonanza en la historia de este país se había dilapidado en compras de chatarras bélicas, mayormente rusas, o regalando a los secuaces del comunismo latinoamericano, además de llenarse los bolsillos “revolucionarios”. Ahora nos toca a quienes no participamos en ese convite obsceno, darle sepultura a nuestra industria madre.
Murió PDVSA en estos años “del proceso”, la mataron, vedla allí dando lástima, y con los desesperos de sus tutores, queriendo hacer ver se trata de las consecuencias de la crisis económica internacional. Cuando el presupuesto nacional fue replanteado en 60 dólares el barril y los precios del crudo están cercanos a esa meta. Cuando la OPEP está satisfecha con los precios y niveles de producción en momentos recesivos de las grandes economías. Cuando PDVSA si estuviera bien administrada pudiera obtener ganancias sobre los precios actuales de US$ 45 por cada barril, cuestión nada despreciable para sostener holgadamente a Venezuela. Pero la esquizofrenia chavista es destruirlo todo y lo está logrando, cuando tercamente acaban con los puestos de trabajo, y con los vestigios que quedan de la empresa privada. Llegará el período en que tendrán que “freír monos” para el sustento del pueblo. Será tarde para lograr reconstruir nuestra señera industria, y verán rendidas las misiones que implementó el “socialismo”. Ya poco “existen” dólares para las importaciones de bienes de primera necesidad: alimentos y medicinas. Llegó el diluvio para la nación y no fue precisamente por la coyuntura mundial sino por haber lapidado a PDVSA, quien nos daba el sustento a todos los venezolanos y a unos tantos eslabones del Castro-comunismo.
Francisco Alarcón
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