LUIS DANIEL ÁLVAREZ V. ESCRIBIÓ EN EL UNIVERSAL DE VENEZUELA: “ MYANMAR ACABADA”
HAY UNA POBLACIÓN HASTIADA DE LA REPRESIÓN, EL HAMBRE Y LA MISERIA
Son muchas las catástrofes que pueden asolar a una nación. Desde fenómenos en los que la naturaleza castiga a las sociedades, hasta voraces violaciones de derechos humanos, impulsadas desde el poder.
El paso del ciclón Nargis dejó desolación, miseria y tragedia. Sin embargo desenmascaró a un régimen que a través del terror oprime a una población, aduciendo que no está preparada para experimentar un régimen democrático y que por ende, la administración militar es el modelo a seguir. No en vano, muchos de los cargos que deben estar en manos de civiles, son controlados por miembros de la Fuerza Armada.
El régimen de Myanmar, consecuente con su desinterés en materia de libertades públicas, optó por retener, e incluso rechazar, la ayuda internacional que muchas naciones enviaron, pues el Gobierno habló de soberanía para no recibir los pertrechos que probablemente hubiesen salvado algunas vidas humanas.
Aunado a ello, con el país en medio de la desolación y el caos, la junta militar decidió mantener un referéndum constitucional, aprovechando de inculcar a la población su deber patriótico, sin importar si literalmente, el agua les llegaba al cuello.
A pocos días del fin del ciclón, existe una gran confusión respecto a las cifras de víctimas, pues los gobiernos dictatoriales, personalistas y empleadores de la fuerza, tienen la falsa creencia de que maquillando las cifras y evadiendo los problemas, estos desaparecen.
Pero sobre el horizonte oscuro de Myanmar parece empezar a asomarse el sol, pues la comunidad internacional ha comenzado a percatarse, luego de décadas, que bajo lo pintoresca que parezca una determinada nación y lo extraño de sus regímenes, hay una población hastiada de la represión, el hambre y la miseria.
luisdalvarezva@hotmail.com
HAY UNA POBLACIÓN HASTIADA DE LA REPRESIÓN, EL HAMBRE Y LA MISERIA
Son muchas las catástrofes que pueden asolar a una nación. Desde fenómenos en los que la naturaleza castiga a las sociedades, hasta voraces violaciones de derechos humanos, impulsadas desde el poder.
El paso del ciclón Nargis dejó desolación, miseria y tragedia. Sin embargo desenmascaró a un régimen que a través del terror oprime a una población, aduciendo que no está preparada para experimentar un régimen democrático y que por ende, la administración militar es el modelo a seguir. No en vano, muchos de los cargos que deben estar en manos de civiles, son controlados por miembros de la Fuerza Armada.
El régimen de Myanmar, consecuente con su desinterés en materia de libertades públicas, optó por retener, e incluso rechazar, la ayuda internacional que muchas naciones enviaron, pues el Gobierno habló de soberanía para no recibir los pertrechos que probablemente hubiesen salvado algunas vidas humanas.
Aunado a ello, con el país en medio de la desolación y el caos, la junta militar decidió mantener un referéndum constitucional, aprovechando de inculcar a la población su deber patriótico, sin importar si literalmente, el agua les llegaba al cuello.
A pocos días del fin del ciclón, existe una gran confusión respecto a las cifras de víctimas, pues los gobiernos dictatoriales, personalistas y empleadores de la fuerza, tienen la falsa creencia de que maquillando las cifras y evadiendo los problemas, estos desaparecen.
Pero sobre el horizonte oscuro de Myanmar parece empezar a asomarse el sol, pues la comunidad internacional ha comenzado a percatarse, luego de décadas, que bajo lo pintoresca que parezca una determinada nación y lo extraño de sus regímenes, hay una población hastiada de la represión, el hambre y la miseria.
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