ARRUGÓ...
... una vez más, como lo hizo el 2 de febrero de 1992, tras fracasar estrepitosamente en una cruenta intentona de golpe de estado, que dejó hogares de humildes soldados enlutados y crímenes sin pagar. Arrugó, como lo hizo el 11 de abril de 2002, cuando ordenó al ejército salir a la calle a reprimir a la población y a aplicar el Plan Ávila y luego renunció al ser desconocida su orden por el alto mando. Como cuando el Rey de España lo mandó a callar y salió diciendo que no había escuchado lo que el Rey le dijo. Ahora, nada de extraño tiene que tras amenazar al “imperio” con dejarlo sin petróleo, nuevamente arrugue y reconsidere su “amenaza”. En las anteriores ocasiones nos queda la duda si fue temor o sentido práctico, o ambos. En esta ocasión, no cabe duda de que se impuso el sentido práctico, aquello de: métete con el Santo, pero no con la limosna y lo demás es “show”; se trata de vulgar aguaje, gritos para el público de galería, desesperados intentos de encontrar una causa que le dé un segundo aire tras la humillante derrota del 2 de diciembre de 2006, cuando el pueblo le puso término a sus ambiciones sin límites, lo sacó de la vida política del país dejándolo en la cuneta de la historia. Ahora, el 23 de noviembre, vamos a rematar.
... una vez más, como lo hizo el 2 de febrero de 1992, tras fracasar estrepitosamente en una cruenta intentona de golpe de estado, que dejó hogares de humildes soldados enlutados y crímenes sin pagar. Arrugó, como lo hizo el 11 de abril de 2002, cuando ordenó al ejército salir a la calle a reprimir a la población y a aplicar el Plan Ávila y luego renunció al ser desconocida su orden por el alto mando. Como cuando el Rey de España lo mandó a callar y salió diciendo que no había escuchado lo que el Rey le dijo. Ahora, nada de extraño tiene que tras amenazar al “imperio” con dejarlo sin petróleo, nuevamente arrugue y reconsidere su “amenaza”. En las anteriores ocasiones nos queda la duda si fue temor o sentido práctico, o ambos. En esta ocasión, no cabe duda de que se impuso el sentido práctico, aquello de: métete con el Santo, pero no con la limosna y lo demás es “show”; se trata de vulgar aguaje, gritos para el público de galería, desesperados intentos de encontrar una causa que le dé un segundo aire tras la humillante derrota del 2 de diciembre de 2006, cuando el pueblo le puso término a sus ambiciones sin límites, lo sacó de la vida política del país dejándolo en la cuneta de la historia. Ahora, el 23 de noviembre, vamos a rematar.
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