*VUELOS FANTASMA, APORTES Y FUNDACIONES PARA CHÁVEZ
Poco control para el movimiento del dinero bolivariano
Miércoles 19 de diciembre de 2007 Publicado en la Edición impresa Noticias de Política: EL NACIONAL
Hasta que Guido Alejandro Antonini Wilson se hizo famoso, los vuelos oficiales entre Caracas y Buenos Aires contaban con un puente aéreo habilitado en el que cualquier cosa podía transportarse. Por lo menos una vez por mes llegaban aviones privados desde Venezuela cuyos pasajeros ingresaban por la base militar de Aeroparque, donde la ausencia de escáneres dejaba un corredor abierto para el paso de valijas. Con ropa o dinero, nunca se sabrá. Pero la última noche en que llegó Antonini Wilson fue diferente. Su valija se topó con el escáner de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y lo demás es historia conocida.
Esa madrugada no debía ser especial. Cuando el ahora arrepentido, los funcionarios argentinos y los venezolanos despegaron de Caracas el destino previsto era nuevamente la base militar de Aeroparque. Momentos antes de aterrizar, el piloto de Royal Air se enteró de que debía estacionar en la plataforma A, donde arriban los vuelos privados con aeronaves medianas. Un día después debía llegar al país el presidente Hugo Chávez, pero la avanzada de su comitiva ya ocupaba el lugar de estacionamiento de aviones oficiales. Sin espacio disponible, el vuelo de la valija fue directo a los rayos X.
El FBI informó que su investigación paralela apunta a que los casi US$ 800.000 encontrados estaban dirigidos a la campaña electoral kirchnerista. Los gobiernos argentino y venezolano reaccionaron con dureza. Negaron ese intercambio de favores. Pero la valija de Antonini Wilson no parece ser el único envío venezolano de divisas por canales informales. Quizá no al Gobierno, pero sí hay antecedentes de la irregular manipulación económica del chavismo en el país.
Fondos desconocidos
En dos oportunidades por lo menos el dinero de Chávez apareció en efectivo y sin explicaciones lógicas en la Argentina: la anticumbre de Mar del Plata, en 2005, y el acto en el estadio de Ferro, en marzo último. Es un secreto a voces entre los movimientos sociales que el gobierno chavista pagó por esos acontecimientos, tribunas en las que el líder bolivariano despotricó a gusto contra el presidente norteamericano, George W. Bush. En ambas ocasiones fue una organización la que se hizo cargo de los costos: la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Las únicas referencias que se dieron sobre el origen del dinero fue que lo había entregado Venezuela. En esas dos oportunidades los aviones venezolanos llegaron repetidamente con inmunidad diplomática. No resulta ilógico, entonces, pensar la forma en que se introdujo el dinero necesario para pagar los actos, situación que incluyó la logística propia de una tribuna política, pero también la movilización de miles de asistentes.
Más extraño resulta que a cargo de las finanzas de esa Fundación Madres de Plaza de Mayo quedó la ex ministra de Economía Felisa Miceli. No porque ésta se encuentre investigada por la aparición de una bolsa con dinero en su despacho, sino porque esa Fundación recibió importantes fondos desde la Casa Rosada, aportes que debían contar ineludiblemente con el visto bueno de la entonces ministra y hoy tesorera del dinero salido de las cuentas públicas.
Por lo menos en esas dos ocasiones, en Mar del Plata y en el estadio de Ferro, el dinero chavista llegó a manos de un grupo político muy cercano al Gobierno. En la última visita de Chávez hubo promesas de más apoyo económico desde Caracas para la Fundación Madres de Plaza de Mayo, especialmente para la construcción de viviendas en tres asentamientos de la Capital Federal que cuenta con un presupuesto de $ 32 millones otorgado por la anterior gestión de la ciudad de Buenos Aires.
Entre aviones fantasma, valijeros, agentes múltiples y fundaciones políticas, el capítulo local del chavismo tiene una estructura muy aceitada.
Miércoles 19 de diciembre de 2007 Publicado en la Edición impresa Noticias de Política: EL NACIONAL
Hasta que Guido Alejandro Antonini Wilson se hizo famoso, los vuelos oficiales entre Caracas y Buenos Aires contaban con un puente aéreo habilitado en el que cualquier cosa podía transportarse. Por lo menos una vez por mes llegaban aviones privados desde Venezuela cuyos pasajeros ingresaban por la base militar de Aeroparque, donde la ausencia de escáneres dejaba un corredor abierto para el paso de valijas. Con ropa o dinero, nunca se sabrá. Pero la última noche en que llegó Antonini Wilson fue diferente. Su valija se topó con el escáner de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y lo demás es historia conocida.
Esa madrugada no debía ser especial. Cuando el ahora arrepentido, los funcionarios argentinos y los venezolanos despegaron de Caracas el destino previsto era nuevamente la base militar de Aeroparque. Momentos antes de aterrizar, el piloto de Royal Air se enteró de que debía estacionar en la plataforma A, donde arriban los vuelos privados con aeronaves medianas. Un día después debía llegar al país el presidente Hugo Chávez, pero la avanzada de su comitiva ya ocupaba el lugar de estacionamiento de aviones oficiales. Sin espacio disponible, el vuelo de la valija fue directo a los rayos X.
El FBI informó que su investigación paralela apunta a que los casi US$ 800.000 encontrados estaban dirigidos a la campaña electoral kirchnerista. Los gobiernos argentino y venezolano reaccionaron con dureza. Negaron ese intercambio de favores. Pero la valija de Antonini Wilson no parece ser el único envío venezolano de divisas por canales informales. Quizá no al Gobierno, pero sí hay antecedentes de la irregular manipulación económica del chavismo en el país.
Fondos desconocidos
En dos oportunidades por lo menos el dinero de Chávez apareció en efectivo y sin explicaciones lógicas en la Argentina: la anticumbre de Mar del Plata, en 2005, y el acto en el estadio de Ferro, en marzo último. Es un secreto a voces entre los movimientos sociales que el gobierno chavista pagó por esos acontecimientos, tribunas en las que el líder bolivariano despotricó a gusto contra el presidente norteamericano, George W. Bush. En ambas ocasiones fue una organización la que se hizo cargo de los costos: la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Las únicas referencias que se dieron sobre el origen del dinero fue que lo había entregado Venezuela. En esas dos oportunidades los aviones venezolanos llegaron repetidamente con inmunidad diplomática. No resulta ilógico, entonces, pensar la forma en que se introdujo el dinero necesario para pagar los actos, situación que incluyó la logística propia de una tribuna política, pero también la movilización de miles de asistentes.
Más extraño resulta que a cargo de las finanzas de esa Fundación Madres de Plaza de Mayo quedó la ex ministra de Economía Felisa Miceli. No porque ésta se encuentre investigada por la aparición de una bolsa con dinero en su despacho, sino porque esa Fundación recibió importantes fondos desde la Casa Rosada, aportes que debían contar ineludiblemente con el visto bueno de la entonces ministra y hoy tesorera del dinero salido de las cuentas públicas.
Por lo menos en esas dos ocasiones, en Mar del Plata y en el estadio de Ferro, el dinero chavista llegó a manos de un grupo político muy cercano al Gobierno. En la última visita de Chávez hubo promesas de más apoyo económico desde Caracas para la Fundación Madres de Plaza de Mayo, especialmente para la construcción de viviendas en tres asentamientos de la Capital Federal que cuenta con un presupuesto de $ 32 millones otorgado por la anterior gestión de la ciudad de Buenos Aires.
Entre aviones fantasma, valijeros, agentes múltiples y fundaciones políticas, el capítulo local del chavismo tiene una estructura muy aceitada.
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