Pedro Lastra
En todas partes se cuecen habas. No sólo en la derecha. También en la izquierda. Suelen ser más pestíferas y putrefactas que las de la derecha, porque vienen sobre cargadas de hambres ancestrales, insaciadas durante siglos. Y cuando los insaciados, convertidos en insaciables, logran hacerse con el poder, todos los ríos de la decencia y la cordura se salen de madre. ¡A robar se ha dicho!
Chávez es la expresión extrema del bandidaje de izquierda y su corruptocracia. Porque tiene fuertes incrustaciones de la derecha más extrema: el golpismo militarista y caudillesco de la Venezuela rural y montonera. Que fue ladrona contumaz desde los tiempos de la independencia. Léase esta perla de Laureano Vallenilla Lanz escrita en su magna obra Cesarismo Democrático: " Entonces (luego de cumplido el proceso independentista) sucedió lo que había previsto el Libertador: los llaneros se dieron de nuevo al robo y al pillaje, como lo venían practicando desde los tiempos coloniales, con la diferencia que ahora podían disfrazar sus bárbaros impulsos proclamando principios y "reformas" constitucionales." El cuadro perfecto del último de los llaneros, descendiente directo del último cuatrero, Maisanta. Y su frustrada "reforma constitucional"
No se requiere estar muy informado para saber hasta dónde alcanza el nivel de las cenagosas aguas fecales del latrocinio chavista. Basta con leer la prensa o encender cualquier canal de televisión. Insulza, que ejerce nada más y nada menos que de Secretario General de la OEA, obviamente lo sabe tan bien como cualquier hijo de vecino caraqueño. Y lacayo de los peores gobiernos de la región, tira por la borda la enseñanza cristiana de sus comienzos y el socialismo de su oportunismo tardío – el que lo puso "donde había algo" – para salir en defensa del más inescrupuloso, corrupto, autocrático, nefasto y siniestro gobernante de la región. ¿Cuántos maletines ha de agradecerle?
Amigo íntimo de Tabaré Vásquez, le ofende seguramente que el fiscal de Florida haya osado mencionarlo como uno de los recipendiarios de los maletines chavistas. Como si el doctor Vásquez estuviera blindado ante cualquier acusación por el solo hecho de ser panadería de quien malversa su cargo para preparar su próximo asalto a La Moneda. Caimanes del mismo pozo, él, los Kirchner, Chávez y su pandilla, podrían tener la mínima decencia de sobrellevar la carga de su infamia en silencio. Y esperar discretamente por tiempos mejores.
Insulza, el infame, no puede. Sigue fiel el dictado de von Klausewitz, para quien la mejor defensa es el ataque. Y eso que todavía nadie se mete con él. Para fortuna de la decencia, no será presidente de Chile. A no ser que los chilenos hayan abandonado toda decencia y estén dispuestos a coronar la mediocridad y la ineficiencia de quien es prueba viviente del principio de Peter. Un zángano inútil en el puesto equivocado.
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