¿TRAPOS ROJOS? |
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lunes, 12 de diciembre de 2011
EDITORIAL DE ANALITICA PREMIUM: LA TRAMPA DE LOS RUMORES.
sábado, 7 de agosto de 2010
CARA DE CULPABLE, RAMÓN GUILLERMO AVELEDO
Para sacar del primer plano el sainete de Zelaya y el tema de la injerencia del gobierno venezolano en la crisis hondureña, el Presidente de la República buscó el conflicto por la cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos para el combate del narcotráfico.
En el caso de la nación centroamericana, nuestro gobierno ha hecho lo posible por quedar mal. No sólo porque el rol de abanderado de la Doctrina Betancourt no le luce, sino porque a diferencia de los países serios e incluso de la OEA, aparece echándole leña al fuego, atizando el conflicto y de paso convirtiéndose en el mejor argumento para quienes tomaron el poder en Honduras y han sobrevivido en él hasta ahora, no obstante la condena de la comunidad internacional.
Pero la contención escogida para armar un alboroto es de doble filo. Si con Washington nos llevamos bien y acaban de normalizarse las relaciones entre los dos gobiernos, y con Colombia todo marchaba sobre ruedas desde que Uribe y Chávez se abrazaron, ¿Por qué deberíamos sentirnos amenazados por la cooperación militar entre esos dos países? Máxime si se trata de
combatir el narcotráfico que es, si no atenemos a las declaraciones de los jerarcas del régimen de aquí, un enemigo común. Si la presencia militar de una potencia por estos lados nos parece inconveniente, que puede ser, ¿Por qué anteayer le estábamos ofreciendo a los rusos nuestro territorio para bases militares?
Luego el gobierno de Bogotá dice que ha capturado armas suecas en manos de la guerrilla. En seguida, el Presidente en persona sube los decibeles, denuncia una agresión y ordena la revisión integral y, de inmediato, el congelamiento de las relaciones con Colombia. La cancillería colombiana alega que hace tiempo, en la reunión de San Pedro Sula, se lo había informado discretamente al mismo canciller venezolano que ha descalificado el asunto como “maniobra mediática”.
En cada caso nos las hemos arreglado para quedar mal. Nuestro gobierno termina con una cara de culpable que no puede con ella y, claro, inevitablemente el país se afecta.
En pleno apogeo de la situación hondureña, ha pasado por debajo de la mesa una declaración grave originada en el gobierno israelita en la cual, también, nuestro gobierno aparece con vínculos indeseables. Pero me temo que tarde o temprano reaparecerá. Lo mismo que el sórdido tema del tráfico de estupefacientes, inseparablemente unido a la guerrilla colombiana y con el cual cada vez con más frecuencia aparece vinculado el nombre de nuestro país.
EL ENEMIGO TÁCTICO
Por temperamento y porque es su única manera de ejercer el poder, el Presidente de la República necesita un enemigo que le sirva para pelear, para excusarse de lo que no hace o hace mal, y para distraernos. Ese enemigo es el imperio, casa matriz de la oligarquía y el capitalismo. No importa quién lo gobierne. Con el actual Presidente norteamericano, popular internacionalmente y liberal el libreto se le hace más difícil, pero buscará y encontrará el modo, porque le es indispensable. Eso sí, nunca dejará de venderle petróleo.
La garra más cercana del monstruo imperial vendría siendo Colombia y su oligarquía. Así era con Pastrana y es con Uribe. Y todo el que aquí discrepe, critique, se oponga o plantee una alternativa es un títere servil del imperio y, por lo tanto, un traidor a la patria.
Ese es el argumento. A partir de allí se construyen tramas, se escriben episodios, se improvisan escenas, como en una telenovela.
Uribe, por su parte, cuya sagacidad es real y cuya inteligencia es mucha, convierte a su vecino en una excelente palanca para ganar apoyos y, qué pena, tener que hacer lo que no quisiera. Lo provoca y el de aquí cae, le pone peines y el de aquí los pisa. Por lo pronto, ha logrado amarrar la alianza con EEUU, antes con Bush y ahora con Obama, y encontrar en las amenazas del de Miraflores el mejor argumento para seguir en la Presidencia.
EL PRECIO DEL SHOW
Todo esto sería pintoresco si no hiciera daño. El permanente show del Presidente lo pagamos en discordia y división entre nosotros, y en mala imagen para Venezuela en el exterior. Eso redunda en inversiones perdidas, oportunidades que se van, empleos que no se crean o desaparecen, calidad de vida que se deteriora.
Las relaciones entre Venezuela y Colombia son intensas y complejas. Cosas de la vecindad y la estrecha interrelación entre dos pueblos que conviven, en medio de sus semejanzas y sus diferencias, separados-unidos por una frontera anchísima y viva. De esos vínculos dependen miles de puestos de trabajo aquí y allá. Sin contar la multitud de familias que son binacionales. Esa realidad no admite caprichos y es afectada tanto por los ataques de amor como por los de encono, así que los vaivenes le hacen daño. Daño real, objetivo a personas de carne y hueso cuyas vidas el Presidente, embriagado de poder y preso de sus fantasías revolucionarias, desprecia olímpicamente.
Además, eso no es gobernar. Por esa distracción de tiempo y recursos en delirios de grandeza y otros dislates, la pobreza aumenta, los servicios empeoran, la delincuencia crece, la inflación sube, la producción cae y el país entero retrocede, se atrasa con relación al mundo y ofrece menos posibilidades de progresar a los venezolanos.
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miércoles, 4 de agosto de 2010
SI NO HAY CONSPIRACIONES, INVÉNTALAS //ALONSO MOLEIRO, ENVIADO POR RAUL AMIEL EN SU TRIBUNA LIBERTARIA
Hablábamos hace poco de las particulares condiciones en las cuales se aproxima el oficialismo a estas elecciones. Las técnicamente inéditas elecciones parlamentarias.
El último round comicial fue nuevamente para el chavismo, aunque a mucha gente le fue quedando claro que el cruce a nado de las citas electorales le ha permitido a la disidencia democrática recortar lo que hasta hace poco era una ostensible ventaja en contra.
Es mucho lo que ha sucedido en el breve recorrido de poco más de un año que media entre la cita de febrero de 2009 y el día de hoy. Especialmente en lo que va de año: desde entonces se hizo evidente la crisis del servicio de la luz; el gobierno devaluó la moneda; estalló, por partes, el escándalo de Pdval; comenzaron a escasear los dólares; quedó claro que la recesión nos visitará por un largo tiempo y se hizo patente la crisis del Metro de Caracas.
Todo lo anterior mientras nos hacen compañía los males nacionales que ya forman parte de nuestro folclor, como la delincuencia, la inflación y la escasez en los automercados.
Las fuerzas democráticas han pagado caro el costo de sus sonoras equivocaciones en años recientes. Las fuerzas del chavismo pretenden que ese costo siga vigente, y por supuesto que se niegan a asumir el propio: por eso siguen hablando, ocho años después, de la crisis de abril de 2002.
La paciencia adquirida para surcar las aguas electorales, reconstruir su propuesta a la nación y encontrarle una salida a el grave problema que le ha planteado el gobierno el país, no son asumidas por la dirección de la MUD con el objeto de ganarse indulgencias de nadie ni obtener diplomas de tolerancia por parte de sus adversarios.
La candidatura de Manuel Rosales en 2006 significó la reconstrucción de una propuesta del liderazgo civil y la aceptación definitiva e irreversible de las herramientas que ofrece el actual marco constitucional para que los venezolanos zanjen pacíficamente el grave problema, el tremendo malestar existente en el país dividido entre dos bandos con un enorme y preocupante encono.
En las primeras de cambio, el chavismo comenzó por reconocerlo públicamente porque le interesaba terminar de aislar a las fuerzas abstencionistas y radicales que le arruinarían el retrato electoral ante la comunidad internacional.
El discurso de reconocimiento quedó abandonado conforme se volvió una obsesión profundizar la revolución y olvidarse de la Constitución, y en la misma medida en que las fuerzas de la oposición comenzaron a demostrar que no estaban pintadas en la pared: el camino electoral no ha sido escogido para hacer comparsas y mamar gallo, sino para avanzar y conquistar el poder pacíficamente.
Luego de aquella clara derrota de 2006, se obtuvo la primera victoria, la de 2007. Se superó la barrera de los 40 puntos; se reconquistaron importantes espacios regionales, como la capital, el municipio Sucre y los estados Táchira y Miranda; y se mantuvieron otros que el gobierno creía ganados, como el Zulia.
Ahora que han comprobado que pueden salir trasquilados sin conspiraciones ni violencia, sin retratos de victimas y fábulas heroicas, sino a partir de sus propias falencias, luego de pasarse 11 años prometiendo un país que no se materializa en los hechos, no queda sino jugarse la última carta.
El clásico imperdible de la izquierda clásica: el expediente de la paranoia. Nos van a invadir mañana; al presidente lo quieren matar antes de las elecciones, está en marcha un golpe militar. Un tropel de agentes de la CIA conspiran contra la patria sagrada. Quisieran ser víctimas de un emocionante cuadro que los ponga en alerta, parecido al 11 de abril. No se dan cuenta que ese tiempo no volverá jamás
Si no hay conspiraciones tendrán que inventarlas.
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domingo, 1 de agosto de 2010
MISIÓN PÁNICO, ELIZABETH ARAUJO
Por lo visto, hasta el 26 de septiembre, el país tendrá que soportar a un Hugo Chávez desesperado, multiplicando las becas, presidiendo graduaciones masivas, reinventando misiones e inaugurando por tercera vez la sala de algún hospital abandonado, con la sola excusa de promover, mediante abusivas cadenas, a los candidatos chimbos de su partido y hasta ni habla de su responsabilidad de la comida podrida que ha dejado a millones de venezolanos sin los productos esenciales.
Pero al mismo tiempo aparece un Hugo Chávez que tratará de imponer el terror a los adversarios, desmoralizando a los que apuestan a la posibilidad del triunfo y desmovilizando a la franja de potenciales electores indecisos que a casi dos meses del día D no saben a quién privilegiar con su voto.
Se trata sin dudas de una estrategia militar, concebida para la guerra, en un intento vano por crear una atmósfera de imbatibilidad, mientras nubla la iniciativa al contrario robándole la posibilidad de transmitir mensajes y propuestas constructivas, con una desconfianza tal que les parezca un absurdo salir a la calle para pregonar que los venezolanos han dicho basta.
Si se observa bien la sucesión de cortinas de humo, que se expresan en forma clara con la pelea en solitario contra el cardenal Urosa, o la tesis del nuevo Juan Manuel Santos víctima del boicot de Uribe o el deplorable show de la exhumación de los restos del Libertador, a cualquier ciudadano de a pie no se le hace difícil comprender que a Miraflores no están llegando las encuestas que la revolución desearía ver.
En circunstancias como éstas, hasta los mismos dirigentes del PSUV se privan; no saben cómo actuar y dejan que sea el Presidente el que dicte la pauta, por muy descabellada que la acción pueda parecerles.
Lanzarse a una batalla sin fin contra la Iglesia, tildándola de golpista, oligarca y aliada del imperio, mientras las autoridades eclesiásticas le responden con el silencio, lo que le crea más angustia, y terminan por dejarlo hablando solo, está llevando al presidente Chávez al camino de una mayor radicalización de su gobierno y, por ende, a darle la razón a quienes lo acusan de llevar al país a una dictadura comunista.
No se trata de vender falsas ilusiones, pero es obvio que la manera desbocada con la que el presidente Chávez se ha manifestado en las últimas semanas presagia resultados electorales poco convincentes para su proyecto autoritario.
martes, 13 de julio de 2010
TRAPOS ROJOS, MUD Y CANDIDATOS, EDDIE A. RAMÍREZ S.
¿Acaso son trapos rojos lo de las Comunas, las órdenes de encarcelar a opositores, los ataques a los medios de comunicación, los despojos a los propietarios de fincas, de empresas y de medios de comunicación? ¿Acaso debemos dejar pasar por alto el haberle quitado atribuciones a gobernaciones y a la Alcaldía Mayor? ¿Acaso es un trapo rojo el control cambiario, los controles de precios y los ataques al capitalismo, a la propiedad privada y a la iglesia? ¿Acaso es un trapo rojo las relaciones con Ahmadineyad, Lukashenko, Mugabe y Fidel? Entendamos que todo lo que ordena en sus cadenas llevan una dirección muy clara: dividir al país en buenos y malos y conducirnos al comunismo. Además de exigirle cuentas a los otros poderes del Estado, la MUD debe dar respuestas directas y contundentes al teniente coronel, quien en definitiva es el responsable de todos los desaguisados. Él mismo constantemente repite “yo ordené, yo hice”.
Por su parte, los candidatos deben dedicarse al contacto personal, especialmente en zonas tradicionalmente chavistas, llevando un discurso claro y, sobre todo despertando la esperanza de que sí es posible lograr una mejor calidad de vida. Seguramente cada uno de nosotros tiene algunas objeciones sobre la escogencia de los candidatos por parte de la MUD. Quizá no están todos los que deberían y no todos los que están tienen méritos, pero entendamos que no era sencillo elaborar una alineación perfecta. Respetuosamente les solicito a los candidatos que se postularon por fuera de la MUD, todos con buenas credenciales y muchos de ellos de mi particular aprecio, que en aras de lograr el triunfo el 26S, retiren sus candidaturas y apoyen a los seleccionados.
Como en botica: Nuestro reconocimiento a Monseñor Mario Moronta por su correcta posición que deja muy mal al teniente coronel lenguatón y nuestra solidaridad con el Cardenal Urosa ante los desconsiderados ataques del indigno y grosero inquilino de Miraflores. Gracias a Los Libros de El Nacional, el régimen no podrá cambiar la historia. “El caso Vivas-Forero”, del distinguido doctor Marco Tulio Bruni Celli y “El gobierno de la intolerancia”, del luchador Gonzalo Himiob, constituyen fieles testimonios de las violaciones a los derechos humanos en Venezuela. Como venezolanos con derecho a conocer lo que sucede en PDVSA, estamos solicitando a la empresa de auditoría Alcalá, Cabrera y Vázquez, firma miembro de KPMG, que nos informe los resultados de su auditoría a PDVAL. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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