Durante el acto para recibir los restos simbólicos del
teniente Pedro Camejo (Negro Primero) en el Panteón Nacional, una niña con voz
encariñada, ataviada con traje de época colonial, pidió al presidente Maduro un
techo para su escuela; además de agua y baños limpios. “Le quiero pedir un favor,
quiero mucho a mi escuela, y ahorita mi escuela no tiene techos, los baños
están sucios, y ahorita como voy a salir de esa escuela quiero verla crecer,
quiero verla con sus techos arreglados, quiero que el agua llegue, que los
niños quieran ir, ese es un favor que le quiero pedir”.
Más allá del caso particular referido por la dulce niña, casi toda la infraestructura del país sufre las secuelas de un impasible ocaso urbanístico. Todo el mundo sufre por el deterioro de las vías de comunicación, alumbrados públicos, hospitales y del caos urbano en general. Vale la pena insistir en el caso específico revelado por la pequeña para entender el fondo del problema.
Si el Plan de
Mantenimiento Escolar anunciado por el Ministro de Educación (mayo-2014) con un
costo de 11.600 millones de bolívares hubiese funcionado, la voz de la niñita
en cadena nacional hubiese tenido otra modulación. El presidente de la
Federación Venezolana de Maestros, Orlando Alzuru, había refutado las
declaraciones del Ministro de Educación, Héctor Rodríguez, quien calificó de
exitoso el proceso de mantenimiento de las escuelas públicas para el ciclo
escolar (14-15). Declaraba Alzuru (El Tiempo, 12-09-14) que un promedio de 70%
de la infraestructura escolar no estaba apta para el inicio del período escolar
2014-2015, previsto para el 15 de septiembre.
La niña sin estar consciente de la puntilla de su queja avistada en todo el país, circunscrita al cosmos propio de su edad, se convirtió en vocera no de su caso en particular sino en el escrutinio de la indolencia e ineficacia gubernativa.
Por ejemplo, nadie entiende cómo un servicio cotidiano e
ineludible como el transporte público, tan deteriorado, deba someterse a una
subasta (SICAD), como la anunciada por el Ministro de Finanzas, Marcos Torres,
por 350 millardos de dólares para proveer de autopartes, ensamblaje,
maquinarias e insumos para mantenimiento de vías. ¿No debe ser acaso una tarea
cotidiana y no estar sometida a zarpazos ocasionales como una puja pública?
No es asunto que se inicia con el gobierno de Maduro pero
sí devela una política de Estado orientada a prodigar el presupuesto siempre
que tenga efectos políticos aleatorios y favorables como el popular DAKAZO. Hoy
es evidente que la política y los servicios públicos no pueden considerarse
separadamente. La acción recíproca entre ambos dominios es cada vez más
manifiesta. Si el régimen persiste en dar relevancia a su política socialista
sobre los servicios públicos básicos, los conflictos existentes se reforzarán a
la vez que surgirán otros infrecuentes en nuestra cultura.
La lucha política es un campo abierto que se presta a la
discusión de puntos de vista discernibles; pero no aplica para el ámbito de los
servicios públicos. La falta de techo en la escuela de nuestra niñita y la
carencia de agua es un hecho constatable; no se presta a discusión inútil ni a
elucidaciones politiqueras. El pueblo está más pendiente de resolver sus
carencias que prestar atención a cualquier ejercicio retorico orientado a
confundir.
Nota aparte: la MUD no debe perder tiempo buscando enmendar en el TSJ la resolución del CNE de 60 y 40% (hombres, mujeres) para las elecciones parlamentarias. Aunque no sea fácil, debe ir “adaptando” sus planchas mientras se dedica de lleno a la campaña.
Miguel Bahachille
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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