Once millones de electores no se sienten representados por nadie y que el gobierno sea miope no es excusa para quienes carecen de programa
El
día 31 de mayo de 2014 había terminado todo para el sector de la MUD que
pretendía movilizar a la gente en las calles. Leopoldo López ya estaba detenido
en una cárcel militar y la cúpula de Voluntad Popular estaba perseguida,
exiliada, detenida o imputada. María Corina Machado había sido destituida de su
cargo como diputada e inhabilitada para ocupar cargos públicos, el liderazgo de
la juventud movilizada también estaba preso, exiliado o judicializados y
faltaban minutos históricos para la detención del Alcalde Ledezma.
Fue
precisamente en Junio cuando Ramón Guillermo Aveledo comenzó con su campaña de
revisión interna: “debemos evaluar lo que ganamos y perdimos” y comenzó a
evaluar las deficiencias de la MUD hasta llegar a la famosa reunión del 28 de
Julio, que fue para él, su última, porque a pesar de agradecer “las
manifestaciones de aprecio y solidaridad” así como “los reconocimientos”, lo
sacaron también de la conducción de la Mesa de la Unidad Democrática de forma
francamente indecorosa, porque si bien el ataque contra él, comenzó en
“laboratorios del poder arrogante”, “la insensatez –asumimos de sus posibles
apoyos internos- lo acogió con lascivia” (DRAE dícese: de un deseo sexual
exacerbado).
Pues
bien, como escribí y alerté en su momento #lasalida, extraordinariamente mal
planteada y canalizada, condujo a un #callejonsinsalida y fue “el suicidio colectivo”
para el nuevo liderazgo venezolano (a tal nivel que hoy para que Leopoldo López
pueda ser Presidente habrá que reformar, nada menos que la Constitución) y a
finales de agosto de 2014 había emergido una sola MUD. Por eso ya finalizando
el año nadie puede afirmar que la Mesa de la Unidad está dividida, porque lo
que quedó, luego del encarcelamiento, exilio y destitución del liderazgo
“desunificador” y luego de la expulsión de Copei, son los partidos políticos,
cuyos líderes no están perseguidos, inhabilitados, encarcelados, judicializados
o condenados (dícese descabezado) quienes tienen el protagonismo.
Veamos, esa
nueva MUD que quedó en septiembre de 2014 tenía 21% de las preferencias
electorales, mientras que el PSUV, luego de las protestas quedó con un 16% de
apoyo (Datanalisis ómnibus 09/14) convirtiendo a la oposición, por primera vez
en su historia, en la fuerza más grande.
Ahora
bien ¿Qué pasó? Luego de todo un año de tranquilidad (política) en las calles,
Keller nos explica que la oposición de cara a las elecciones aún está casi 10%
por debajo de cómo estaba en septiembre 2014 y un nuevo ómnibus de Datanalisis
(septiembre) nos trae como resultados que el PSUV subió casi tres puntos de
apoyo, mientras la MUD perdió la misma cantidad. La Mesa de la Unidad que tenía
el respaldo del 7,2% de los votantes bajó al 5%, Primero Justicia del 5,1% bajó
a 3,9% y Acción Democrática bajó más del 55 % de lo que tenía como apoyo (del
3,8% al 1,7%). La pregunta es: ¿Cómo hizo el PSUV para recuperar 360 mil electores
y la MUD para perder 418 mil?, O ésta: ¿Cómo garantizar la gobernabilidad, si
en Venezuela pretenden mandar dos bandos minoritarios que no atraen a la
mayoría? Porque la única cifra realmente importante es que pese a la gigantesca
crisis económica, un millón cien mil electores se marcharon de las dos
facciones, al bando de los independientes porque no se sienten representados
por nadie.
Por
eso otro punto de vista interesante (Keller) es que dos tercios de los votantes
(opositores) quieren “lograr un cambio” económico, político etc. o “castigar al
gobierno” por las colas, escasez etc., es decir que apelarán al voto castigo y
solo menos de un tercio de los opositores va a votar para apoyar a la oposición
porque “tiene un buen programa”. Desde el punto de vista de gobernabilidad,
vivimos una verdadera tragedia, porque en esta ‘nueva’ Venezuela, once millones
de electores, repito “once millones” (57%), la gigantesca mayoría, no se sienten representados por nadie a pesar
de sufrir la peor crisis de representatividad, de toda nuestra historia
republicana.
Que
el gobierno ha sido miope al extremo por no darse cuenta de que la “Revolución”
dejó de ser el camino hace muchos años, no excusa la ceguera opositora que ha
sido incapaz de captar nada menos que a la inmensa mayoría del país hacia un
programa que le garantice su futuro. La miopía escandalosa de ambos bandos, por
segunda vez en la historia (1990-1998 fue la primera) tiene a una mayoría
francamente asqueada de su liderazgo, frustrada por el modo como se han
conducido en estos 16 años mientras Chávez destruía a Venezuela y sus herederos
terminan de rematarla. Las responsabilidades de este presente son compartidas,
unos los son por acción y los otros, los mal llamados “representantes
políticos”, por omisión. La historia que se escriba mañana, los juzgará por
habernos conducido al desastre que vivimos.
Thays Peñalver
thays.penalver@me.com
@thayspenalver
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Thays tiene, de sobra, razón. Carecemos de un liderazgo legítimo, capaz de presentar un programa coherente, como vía para superar el subdesarrollo y enfrentarnos al futuro. No es con ideologías importadas, ni prestados pensamientos exógenos, como debemos encarar la realidad de Venezuela. Tenemos necesidad de superar nuestra cultura política, arrastrada y disfrazada desde la Colonia y la Independencia hasta nuestros días, convenciéndonos de que debemos comenzar a pensar con nuestras propias cabezas, lo que nuestro propio medio ambiente, humano y geográfico, nos reclama. Es la hora de una Venezuela distinta, sin ataduras férreas al pasado, pero sin vínculos utópicos con fórmulas extrañas a nuestra verdadera realidad. Una nueva cultura nacional nos llevaría a fundar la Segunda República Civil que nos abra las puertas del futuro.
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