Europa antes de la II Guerra Mundial era un
mar de calamidades. La "Gran Depresión" que tuvo lugar en EEUU a
comienzo de los años 30, tuvo un severo impacto en la economía del mundo.
Varios países europeos se vieron afectados por la suspensión de los créditos
que recibían de Norteamérica, la crisis bursátil en Wall Street significó la
quiebra de bancos en países como Alemania y Austria. Otros países que se sustentaban en la
exportación de alimentos y materia prima, entraron en una inmensa crisis
económica y social. El desempleo en EEUU
alcanzó el 30% en 1932, mientras un 45% de la población alemana no tenía
trabajo, ni esperanzas de conseguirlo.
Había hambre y largas colas de gente buscando comida, se hacían
cotidianas. Ver a los pobres durmiendo
en las calles arropados con cartones y periódicos, se hizo dolorosamente
frecuente. Esa fue la Alemania que buscó
un mesías y en una victoria popular sin precedentes, le entregó el poder a
Adolfo Hitler. Pero terminó siendo peor
el remedio que la enfermedad pues el Führer condujo a Europa al holocausto.
En nuestro país, el liderazgo de finales del
siglo XX cometió muchos errores, se distanció tremendamente del sentimiento
popular y generó un deterioro moral que se tradujo en descontento y
frustración, lo cual a su vez condujo a los venezolanos a buscar un mesías con
vocación de vengador. Tristemente, de nuevo el remedio fue peor que la
enfermedad: el redentor terminó hundiendo al país en la miseria, hoy la
corrupción del pasado palidece ante la voracidad del hamponato que “gobierna” y
ahora la violencia política, el narcotráfico y la delincuencia amenazan la
convivencia pacífica de todos por igual. Gracias a la revolución hay
hacinamiento en la morgue, las neveras están vacías y nos han robado hasta el
futuro.
La Segunda Guerra Mundial fue una tragedia,
consecuencia del liderazgo demencial y las ambiciones napoleónicas. Europa –que
ya vivía una situación calamitosa- con esa guerra "toco fondo", a
partir de ella se sembró la conciencia colectiva que le asignó un valor
especial al trabajo y a la vida misma, lo que a la postre permitió un
vertiginoso y sorprendente avance por la ruta de la paz y el progreso. La guerra es algo terrible pero hasta de las
peores cosas queda algo bueno. La
pregunta que surge de esta reflexión es ¿Venezuela ha tocado fondo? ¿Esta honda
crisis social y económica ha movido los cimientos culturales de la sociedad
venezolana? ¿Necesitaremos que la crisis se profundice más aún para asumir
nuestro rol ciudadano? ¿Para entender la desgracia que ha sido esta
"revolución", necesitaremos que conduzcan al país a un conflicto
interno o a una guerra con otro país?
¿No son ya suficientes muertos?
Dejo a mis amables lectores la tarea de responder para sí mismo esas
interrogantes. Lo cierto es que necesitamos
renovar la esperanza para movilizar al país, votar y defender la voluntad
expresada. Pero no se trata sólo de un
cambio de gobierno, también necesitamos despertar conciencia cívica e
involucrarnos en la solución pues superar la crisis en Venezuela no sólo exige
un liderazgo responsable sino un pueblo a la altura de las circunstancias. Y
por cierto, pueblo somos todos...
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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