Apenas
verla recordé al personaje de la película infantil “101 dálmatas”, “Cruella de
Vile”, después constaté que el parecido no era solamente físico. En noviembre
de 1997, cuando realizaba una visita consular al detenido Ilich Ramírez
Sánchez, estaba presente su abogado Isabelle Coutant Peyre. Ella pensaba que
debía temerle y le recomendó ponerme “en la lista”, lo paradójico es que fuera
el Chacal quien terminó calmando los ánimos.
La abogado se interesaba en darle publicidad
a su cliente, cuyo ego sobre dimensionado sufría en prisión. Pedía incesantemente
audiencias públicas, calificando las reuniones de la Corte como “clandestinas”.
Emitía comunicados descalificando el proceso
y mentía sobre el supuesto abandono de los funcionarios diplomáticos. Numerosos
informes remitidos al Ministerio de Relaciones Exteriores Venezolano prueban lo
contrario.
Su posición contra mí, comenzó por negarme a
generar un conflicto ante las puertas de la Sala de Audiencia, también fue
consecuencia de la comunicación, que en calidad de Ministro Consejero Jefe del
Servicio Consular de la Embajada de Venezuela en París, y por instrucciones del
Embajador Hiram Gaviria me tocó dirigirle, recordándole que cualquier
calificación de las relaciones diplomáticas entre Francia y Venezuela, era
competencia exclusiva de las autoridades oficiales venezolanas.
El no prestarme a su estrategia trajo, entre
otras consecuencias, una nota manuscrita del Chacal dirigida al Embajador, en
la cual manifestaba en tono amenazador, que no deseaba que volviera a
presentarme ante él. Después vino la campaña de prensa en mi contra, las
amenazas, la solicitud de expulsión de la Cancillería y un juicio donde me
atacó junto a su defendido, que duró 10 años.
Se había instalado un nuevo régimen en
Venezuela, Carlos era su preso mimado. Defendido por Miquelena, José Vicente y
el propio Chávez, el terrorista se sentía “guapo y apoyado”.
Me difamó, lo mismo hizo con el Estado, las
autoridades y jueces franceses. Calumnió a magistrados, al ex Ministro del
Interior Pascua y al General de la Armada Rondot, sosteniendo que existían
pruebas fabricadas destinadas a enmascarar las razones políticas de la
encarcelación de Carlos. Todo parte de una estrategia publicitaria.
La jurista utilizaba una lógica muy simple,
es una persona de pocos recursos. Planteó su defensa como una película de
segunda categoría… todos son malos e Ilich, actor principal, el bueno.
Como abogado sus argumentos se redujeron a
acusar al sistema, las autoridades y a los diplomáticos que no hacíamos lo que
quería. Todos sin excepción éramos agentes de los Servicios Secretos Franceses
o del FBI americano.
Pero la tarea de promocionar a Ilich
resultaba ardua. Lo intentó dentro de sus limitaciones y el pequeño margen de
acción que tenía, la historia de Carlos ya estaba escrita. Reposa en la memoria
de los muertos redactada con sangre, por más que lo intente no puede convertir
al lobo en cordero.
Presumo que la Jurista siente predilección
por ciertas causas, lo que la predispuso a enamorarse del “magnetismo” y el
“carisma” del prisionero. Entre sus clientes destacamos: Zacarias Moussaoaoui,
Chalabi, Mimiche, Kémi Seba, ligados a grupos extremistas como Al-Quaeda, el
GIA argelino, a Oussama Ben Landen o a la trinu Ka, todos condenados.
Y uno de los ultimos que terminó
rechazándola, Youssouf Fofana, jefe del “Gang de los Barbaros”, condenado por
el secuestro y asesinato con extrema crueldad del joven judío Ilan Halimi.
La defensa se propuso redorarle la imagen.
Carlos justificó su acción como un “revolucionario internacional”, escribió un
libro sin revelaciones, donde justificaba la lucha terrorista y los atentados.
Pretendió ser ideólogo del Islamismo Radical, amenazó las democracias
tildándolas de podridas, pero se cuidó de no hablar de sus atentados. En el
fondo teme a la justicia y oculta los nombres de sus muertos.
Publicó una columna en la prensa venezolana
“Desde la Bastilla”, para borrar la imagen de mercenario y mostrarse como un
hombre con “ideales”… ¡hasta enamorado! La prensa se prestó al juego de la
noticia. “La novia” fue entrevistada, habló del amor, del deseo de Carlos de
instalarse en Venezuela, “desde 1966 sueño con regresar a Venezuela para
continuar la lucha política”.
El noviazgo parecía un capítulo más de la
estrategia publicitaria, a menos que fuera una nueva manipulación de Carlos al
sexo débil. Ilich tiene fama de seductor, sus conquistas: Nydia, Nancy, Amparo,
Ángela, incluso Magdalena Kopp, son bellas mujeres que se revelaron muy útiles
a lo largo de su carrera. La Coutant Peyre es solamente útil.
Algunas lo defienden. Siempre ha sabido
utilizarlas, otras por el contrario, como Ángela Otaola, que por permitirle
esconder armas, terminó detenida en Inglaterra, olvidando las buenas maneras y
por los ingratos recuerdos, contestó a la revista Cambio 16: “¡Déjenme en paz!
Llevo más de veinte años sufriendo por un hijo de put@”.
Hoy en día algo más ajada y evidentemente
cansada, olvidando los códigos profesionales, la abogado se permite ventilar
sus casos en público.
Recientemente encontró una pareja de
venezolanos en una recepción, al enterarse de su nacionalidad les expresó su
“odio” por los venezolanos, quienes extrañados pidieron explicaciones. Su
principal argumento, que no defendían al Chacal, pero sobre todo a causa de ese
“sucio” de Nelson Castellano, un hombre peligroso que escribe en la prensa.
El encuentro terminó con una desagradable
aclaratoria, la dama venezolana, hija de diplomático conocía el caso y le
respondió secamente: pues hizo lo correcto, no se puede ir por la vida
defendiendo un terrorista.
Aprovecho para contestarle, convencido que
sus contactos gubernamentales le harán llegar esta columna, que un Cónsul, de
la época en que la Cancillería venezolana contaba con verdaderos profesionales,
tiene una responsabilidad frente al Estado que representa.
Que las amenazas, juicios, insultos,
anónimos, calumnias de prensa, ni la persecución oficial, pueden detener las
denuncias sobre el peligro que representaba Carlos en el mundo, con sus
contactos con el extremismo islámico. Para alertar a los venezolanos, evitando
que el petróleo sirviera para financiar al terrorismo internacional.
Para que entienda que Carlos es anacrónico y
que el mundo civilizado nunca se rendirá frente a la amenaza.
La jurista tiene un extraño concepto de la
Justicia, haciendo referencia a mi persona afirmó: “¿Y que más dice el señor
Castellano, que lo llevaron secuestrado a Siria? ¡Pues que investiguen en
Siria!”
A menudo se inmiscuye en asuntos de política
nacional buscando apoyo del régimen, dejando caer que la oposición venezolana
es pro-yanqui y que Carlos es “un peligro real para EE UU”. “Él es una persona
muy inteligente y hábil para organizar la oposición contra EE UU… tiene
excelentes relaciones con los militantes islámicos. Constituye en un peligro
real para ellos”.
Lo chocante es verla justificar los atentados
con el argumento: “No tiene sus manos más ensangrentadas que cualquier general
de un ejército occidental”.
Como si una muerte justificara otra. Como si
la violencia nos exculpara de aplicar nuestras propias leyes. Una apología del
crimen, poco digna de un abogado, quien tiene el deber de que triunfe la
Justicia y se aplique la fuerza del Derecho.
Solo me queda recordarle, que si las manos de
Carlos están “sucias” de sangre como cualquier general, las mías nunca se
mancharon protegiendo terroristas.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher
Venezuela-Futura,
Francia
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