Iniciemos con unas obligantes definiciones.
Ineptocracia: Sistema de Gobierno donde los menos capaces para gobernar son
elegidos por los menos capaces de producir y donde los menos capaces de
mantenerse a sí mismos o tener éxito, son recompensados con bienes y servicios
pagados por los pocos que si producen y que cada vez son menores; es decir los
ineptos eligen a un inepto que luego se proclama “fundador de la Patria” para
que les recompense con bienes, servicios y recursos, quien también se deshace
de lo instituido (bien o mal) por Gobiernos anteriores.
Quemeimportismo:
Actitud de falta de compromiso, indiferencia y apatía ante los asuntos propios
y los sociales.
A tenor de las definiciones precedentes,
puede inferirse que el deber ser de la democracia asumido como que unos líderes
preclaros en armonía con una mayoría de ciudadanos laboriosos impulsen la
sociedad hacia la prosperidad, ha venido mutando en favor de la demagogia y el
populismo hasta configurar una forma de Gobierno orientada por los decadentes
principios del Estado benefactor (conjunto de actividades desarrolladas por los
Gobiernos relacionadas con la búsqueda de finalidades sociales y
redistributivas a través de los presupuestos del Estado) en aras de satisfacer,
de cualquier forma, el “criterio ciudadano” de exigir a la democracia el
bienestar como un derecho adquirido sin la contrapartida de su esfuerzo laboral
en la producción real de bienes y servicios requeridos para tal fin; todo lo
cual se desenvuelve en conjunto con el binomio ignorancia-subordinación de la
alta burocracia gubernamental a la par de una ausencia de autonomía de los
poderes públicos ante el Poder Ejecutivo. En fin, los ciudadanos restan
importancia a la potencial capacidad de los gobernantes a cambio de recibir
recompensas “a como dé lugar”, configurando un esquema diabólico donde la
realidad del país entra en una tiniebla de quemeimportismo tanto por el lado de
los ciudadanos (cada quien camina por su lado sin importarle lo que pasa al
lado o al frente), como por el lado de los gobernantes incapaces (procuran el
poder como un fin en sí mismo).
Venezuela, muestra en la actualidad signos
claros de vulnerabilidad económica (y socio-políticas) a la luz de deficiencias en la instrumentación de
políticas públicas, que se ponen de
manifiesto al observar que ocupamos el puesto 192 entre 195 países en el Índice
de Libertades Políticas, el 176 entre 178 en el Índice de Libertades
Económicas, el 161 entre 175 en el Índice de Corrupción, y el puesto 132 de 140
en el Índice Global de Competitividad.
Tan indeseable escenario, explica en
mucho la razón que en los 16 años ininterrumpidos del actual Gobierno (equivalente a la histórica
alternancia de 3 periodos constitucionales) habiendo ingresado más de un billón
doscientos ochenta mil millones de dólares USA, en 2015 el país atraviesa por
el peor momento de su historia económica a pesar que el ingreso nacional varió
(en millones de dólares USA) desde 32.600 en 1999 hasta 128.439 en 2014 para un
incremento porcentual del ¡294%! con años puntuales como 2005 cuando alcanzó
85.700, 2008 con 126.300 y 2013 con 134.200; variación que derrumba la tesis
según la cual la crisis anunciada 2015 es consecuencia de la disminución de los ingresos en 2014 por
efecto de la caída de los precios petroleros ese mismo año, cuando en realidad
gran parte del peso de la culpa radica, por un lado, en que el Gobierno intentó
seguir manteniendo el gasto público al mismo ritmo precedente bajo la esperanza
de un rebote del precio de nuestro crudo (aquí no está pasando nada) o en su
defecto mediante una “ayuda divina”; y por otro lado ante la irracionalidad de
haberse eliminado el fondo anticiclico en conjunción con la modificación de la
Ley del BCV que facilita el uso discrecional de las reservas internacionales
por parte del Ejecutivo Nacional. Complementariamente, se ha instrumentado una
estrategia de desinformación en relación al desenvolvimiento de la economía
nacional (que el ciudadano de a pie no la entiende pero la sufre) ya que el BCV
no publica desde finales del 2014 cifras oficiales sobre inflación, escasez y
PIB, lo cual está generando una incertidumbre que se traduce en una elevación
de las expectativas inflacionarias que han llevado la puntual de septiembre a
un 16,9% (superior a la anualizada de la casi totalidad de los países del
mundo), hecho que entre otros desafueros económicos, propició que la Canasta
Alimentaria (09/2015) reflejara un aumento del 280% en el último año hasta
situarse en a 50.625,52 bolívares
equivalente a ¡7 salarios mínimos!.
Finalmente, el recordar la caída del precio
de nuestro crudo en 1977 hasta 7$/b que obviamente indujo dificultades
nacionales (con evidente efecto sobre la elección presidencial de 1978), que
luego dio paso a un crecimiento sostenido del precio que llego hasta 106$/b para
un incremento del ¡1414%! nos lleva a formularnos un par de interrogantes: 1.-
¿Cómo con 7$/b se logró subsistir enfrentado la crisis? y 2.- ¿Cómo con 106$/b
entramos en el peor momento histórico de la economía? La respuesta es de
perogrullo: en razón a la ineptocracia con marcada complicidad del
quemeimportismo.
Jesús
Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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