"¿Qué
hacer con el público que no lee, que no le importa la cosa pública?".
Oscar Muiño
Más
allá de la ya patética Cristina enseñándonos por cadena nacional como capar
perros o normando sobre la identificación de las mascotas, finalmente el
kirchnerismo ha comenzado a confesar la magnitud del saqueo al que ha sometido
al país, y a sus habitantes, desde que don Néstor (q.e.p.d.) se hizo cargo del
Ejecutivo nacional; y ni hablar de su gestión como Gobernador, durante la cual
desaparecieron para siempre, en cuentas a su nombre y en bancos alrededor del
mundo, los famosos fondos de Santa Cruz. Me refiero, obviamente, al
reconocimiento de Ricardo Jaime de las dádivas recibidas y su oferta de
devolver dos millones de pesos, algo si se quiere menor en relación a este
ladrón, pero que seguramente es un buen principio.
Mientras
el finado alquilaba la Casa Rosada, era sabido que se trataba del único
funcionario que no necesitaba golpear la puerta del despacho presidencial,
porque siempre llegaba con las manos ocupadas con bolsones de dinero que
partían hacia las bóvedas del sur, que custodiaba otro empleado del pingüino,
Lázaro Báez. Esos fondos provenían de las "devoluciones" que los
concesionarios del transporte debían efectuar por cada cheque de subsidios que
recibían.
Pesa
sobre Jaimito nada menos que el asesinato de cincuenta y dos argentinos en el
crimen de Once, producto de permitir que los dineros destinados al
mantenimiento de los trenes terminara en los bolsillos de otros cómplices de
ese magnicidio, como los ya famosos hermanos Cirigliano, dueños de TBA, precisamente
quienes pagaban sus viajes al exterior y colaboraron para que pudiera comprarse
su propio avión, de cuatro millones de dólares.
Tal
como publicó el bisemanario Perfil, la Presidente y su gabinete se encuentran
imputados en nada menos que ¡745 denuncias penales! La cerrada defensa que
todavía algunos hacen de este Gobierno y de su gestión debería ser ahora al
menos revisada, a la luz de la confesión de este delincuente, que convierte en
indiscutible la matriz del despojo y del saqueo al que ella y su marido muerto,
y muchos testaferros y cómplices de todo tipo, han sometido al país durante los
últimos doce años y medio.
Todos
ellos integran el tren fantasma que, hoy, tiene como futuro conductor a Daniel
Scioli, él mismo un caradura que oculta el patrimonio extrañamente obtenido por
su mujer y ha movido los hilos para que un indigno Juez platense, Raele (un
apellido para recordar), con la complicidad del Fiscal Paolini (otro) cerrara
sin investigar la causa por su inexplicable enriquecimiento; aprendió de los
Kirchner, que hicieron lo mismo usando a otro inmoral colega federal, Oyarbide,
que tampoco puede explicar de dónde saca el dinero que gasta a manos llenas.
Que el matrimonio y su pupilo, que sólo han sido funcionarios públicos desde
hace muchísimos años, hayan multiplicado de esta forma sus respectivas
fortunas, los hace dignos de figurar al tope del cuadro de des-honor argentino.
En
este momento, cuando faltan escasas tres semanas para la primera vuelta de las
elecciones presidenciales, los elevados índices de intención de voto que Lancha
aún mantiene según las cuestionables encuestas que circulan, debiera llamarnos
a la reflexión como sociedad ya que, además, hace ocho años que ejerce la peor administración
que puede recordar la Provincia. ¿Por qué lo votarían quienes, después de tanto
tiempo, siguen sin agua y sin cloacas, carecen de escuelas y de hospitales, son
víctimas de la violencia y el narcotráfico, ignoran cuántos muertos hubo en La
Plata o ven sus casas y campos inundados por la distracción de los fondos
destinados a las obras hidráulicas? ¿Somos tan masoquistas?
Pasemos
revista a sus principales acompañantes: su candidato a Vicepresidente es el
Chino Zannini, autor intelectual de todos los inmundos desaguisados intentados
por Néstor (q.e.p.d.) y Cristina contra el Poder Judicial; su candidato a
Gobernador de Buenos Aires, Anímal Fernández, acusado de ser el jefe del
narcotráfico e inspirador de varios asesinatos; éste va seguido por Sanatella,
que ha encarnado los mayores ataques contra la libertad de prensa; y, por
supuesto, lo secundan y rodean los ladrones feudales del norte, como Insfrán,
Fellner, Alperovich, Manzur, Closs, Zamora y su mujer, Capitanich, Uribarri, un
montón de barones del Conurbano, los ilustrados rapiñadores de La Cámpora S.A.,
como De Pedro, Ottavis, Larroque, Recalde, Cabandié y compañía.
Pero
el convoy sciolista también tiene como pasajeros de primera clase a
encantadores personajes como Caló, el titular de la CGT oficialista, que robó
el dinero de los afiliados a la UOM durante décadas; la revolucionaria Milagro
Sala, que amenaza con desatar una guerra si el Frente para la des-Vergüenza
perdiera; la recién llegada Mónica Garrocha López, que tampoco puede explicar
su fortuna; el groucho-marxista Kiciloff y su equipo de improvisados,
gigantesco destructor de la economía nacional; y un montón de otros genios que
heredará de la actual gestión, como Alicia Kirchner, Vanoli, Reposo, Berni,
Echegaray, Katia Doura, Heller, Tomada, Ibarra, Carlotto, Bonafini o ¡Giles!
Carbó y su tropa de fiscales militantes.
¿Son
ellos quienes queremos que administren a nuestro país en el futuro inmediato?
Lo han hecho durante la década que mejores oportunidades brindó a nuestra
economía en casi un siglo y hoy, dejan un país postrado, con mayor cantidad de
pobres, plagado de villas miseria, con chicos que mueren por desnutrición, con
desempleo, con cientos de miles de ñoquis, sin educación ni salud, sin
infraestructura vial ni portuaria, sin gas ni energía, sin reservas monetarias,
con déficit comercial, con una inflación que está en el podio mundial, con las
economías regionales devastadas, con conflictos abiertos con casi todos los
países y alianzas internacionales inexplicables y contra-natura, con las
cárceles repletas de presos políticos, con los derechos humanos pisoteados aquí
y no exigidos a los nuevos "amigos" (Rusia, China, Venezuela, Irán),
con niveles de violencia desconocidos, con la sociedad fracturada, con fraudes
electorales, sin estadísticas, con proliferación del narcotráfico, con lavado
de dinero, sin fuerzas armadas, con impunidad, con corrupción, con jueces
comprados, con fiscales asesinados (vea el anticipo de la película
"Abandonados": http://tinyurl.com/ohq284o).
Si la
respuesta a esa pregunta es positiva, evidentemente no tenemos destino alguno,
nuestra decadencia e insignificancia habrá completado su ciclo y a la Argentina
sí le habrá salido el tiro del final.
Enrique
Guillermo Avogadro
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
Twitter:
@egavogadro
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