Respetar los resultados pasa por respetar el proceso electoral. Pudimos haber titulado de una manera más creativa, pero quisimos ir directo al grano. Factores del oficialismo han insistido, del Presidente para abajo, en la necesidad de que la oposición firme un acuerdo de respeto a los resultados del 6 de diciembre. En la acera de enfrente, la Mesa de la Unidad replica que quien no respeta el proceso es un gobierno que cuando no gana, arrebata, como a su juicio sucedió con el triunfo de la alianza opositora en la Alcaldía Metropolitana de Caracas y el veloz despojo de competencias, activos y presupuesto por parte del gobierno. Esto, afirman, es el verdadero desconocimiento de la voluntad popular.
Desde el Centro de Estudios Políticos de la UCAB hemos reiterado la necesidad de contar con elecciones competitivas en el marco de la integridad electoral. Este propuesta asume una visión integral de todas las dimensiones del ciclo electoral, desde el diseño de las leyes, pasando por la selección de las autoridades electorales, hasta los procesos de votación, conteo, divulgación de resultados y fiscalización. Todo esto, apuntando a establecer las condiciones que garanticen procesos más democráticos y de mayor calidad, que redunden en mayor equidad y competitividad del sistema.
Se trata de una postura ética, inseparable de cuestiones como la transparencia, la rendición de cuentas, la confianza y la precisión. Quienes han hecho seguimiento al PIEV saben que se originó como una iniciativa conjunta de las universidades de Harvard y Sidney, y que la idea de integridad electoral se ha establecido como un estándar internacional de calidad de los procesos electorales.
La integridad electoral está compuesta por un ciclo de once elementos: los organismos electorales, las leyes electorales, los procedimientos electorales, los umbrales, el registro de votantes, el registro de partidos y candidatos, la campaña en medios, el financiamiento de campaña, los procedimientos de votación, el conteo de votos, y los resultados. Si vamos uno a uno, podemos ver las fallas y fortalezas de nuestro sistema electoral.
No nos hemos detenido en una postura teórica. Al contrario, nos trazamos el objetivo de lograr alguna incidencia que coloque al sistema electoral venezolano más cerca de los principios de la integridad. En este sentido, hemos enviado comunicaciones al CNE y sostenido reuniones con sus autoridades. En la más reciente de ellas, el pasado 10 de julio entregamos un documento con las conclusiones y recomendaciones de nuestro Seminario Internacional de Integridad Electoral y Condiciones de Campaña, y conversamos con el rector Luis Emilio Rondón sobre la búsqueda conjunta de condiciones electorales que sean aceptadas y compartidas por todos los actores, independientemente de diferencias políticas e ideológicas.
Todo esto para aterrizar en el debate con el que abrimos estas líneas. Sí, por supuesto que todas las partes deben respetar los resultados electorales y, con ellos, la voluntad de los venezolanos. Es especialmente importante dada la crisis gravísima que atraviesa el país, y que confiere a esta elección una cualidad de válvula de escape. Ahora bien, repetimos, los resultados del 6 de diciembre no son cuestión de un día, sino que se deben a un largo proceso que va más allá de los plazos de la campaña formal. Comentaremos más al cierre de este Editorial…
En esta edición, nuestra sección de Opinión y Análisis abre con la más reciente entrega de la columna El Faro. En “El karma electoral”, Benigno Alarcón discute cómo las condiciones que favorecieron el fortalecimiento del chavismo, ahora se vuelven en su contra, en el peor momento para el gobierno. Se trata de un análisis de la coyuntura actual, de cara a una elección, la del 6D, que se perfila como mucho más que la escogencia del nuevo parlamento.
En Debate Ciudadano, Carlos Romero escribe “El conflicto sobre la recolección de basura”. Romero describe la situación del que se ha convertido en un problema nacional, sus obstáculos, los vericuetos jurídicos y políticos que han entrado en juego y los actores involucrados. El autor es vehemente en la defensa de los preceptos constitucionales que otorgan al Poder Municipal la competencia en esta materia y es claro en que sólo a través de una participación ciudadana que apuntale el régimen municipal podremos los venezolanos resolver esta problemática tan grave.
En Testigo de Época, Luis Salamanca trae “El fin de una época”, un testimonio, a veces desgarrador, sobre lo que va de siglo XXI venezolano, “un siglo perdido hasta hoy”. En los retos que enfrentamos en medio de lo que describe como “una involución histórica sin precedentes” están las claves del próximo proceso electoral del 6 de diciembre.
¿Cuándo se gana una elección? ¿Es el día del evento electoral? ¿Se gana antes, en la campaña? ¿Es al momento de definir las reglas de juego? Por supuesto que la elección se gana o se pierde el día en el que los ciudadanos ejercen su derecho al voto. Sin embargo, las condiciones en las que se desarrolla el proceso electoral ejercen un peso infranqueable en ese resultado. ¿Se garantiza un acceso equitativo a los medios de comunicación del Estado? ¿Se controla el uso de recursos públicos en la campaña y precampaña? ¿Son las autoridades electorales –nacionales, regionales y municipales- realmente independientes, como mandan la Constitución y las leyes? ¿Qué hay del ventajismo? Podemos seguir: la representación proporcional y voto personalizado; el Registro Electoral, la observación electoral, etc.
No, hoy no contamos con un sistema electoral transparente. La gente lo intuye, por eso más de 60% de los venezolanos desconfía del CNE. Aun así, la gente quiere votar, 87% está resuelta a hacerlo. En ello influyen, al menos, dos factores: una profunda herencia democrática de la ciudadanía y una, igualmente, profunda crisis política, económica y social que halla en lo electoral su potencial resolución.
Respetar los resultados del 6 de diciembre es un deber de todos los actores: del gobierno nacional, del CNE, de la FANB, del GPP, de la MUD, de la disidencia y de los independientes. Pero el compromiso de respetar los resultados va mucho más allá de un papel cuya firma resulta, francamente, accesoria. El verdadero compromiso y el verdadero respeto a los resultados vendrá en la forma de garantizar un proceso electoral transparente, íntegro, que genere confianza en la población y que establezca reglas claras e iguales para todos los actores.
Daniel Fermín
@danielfermin
@POLITIKAUCAB
http://politikaucab.net/2015/10/09/editorial-no-85-9-de-octubre-de-2015/
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