La actual crisis de Estado, es expresión del
rotundo fracaso de un modelo político-económico que el régimen populista y
demagogo ha pretendido instaurar en el marco de una gestión de gobierno
ineficiente y corrupta.
A decir de los poetas, cada día se va de las
manos de quienes poco o nada entienden que vivir es recordarse. Bien lo
escribió Gottfried Benn, poeta y ensayista alemán, “vivir es echar puentes
sobre los ríos que pasan”. Es decir, venciendo las adversidades. Y
precisamente, la muerte es una de ellas. Al respecto, la lógica explica que es
propio morir cuando está viviéndose ya que la muerte es propia en los seres
vivos. Aunque lo que vive se opone siempre a lo que muere. No obstante, el
concepto de vida, según el inglés y filósofo de la política, Thomas Hobbes, es
relativo ya que vivir es más que existir. Es un único acontecimiento. Es un
problema de subsistencia entre individuos con apetencias propias y legítimas
muchas de las cuales son infundadamente valoradas en aras de los intereses y
necesidades de cada quien. Así Hobbes explicó que “la vida es un perpetuo
movimiento que si no puede progresar en línea recta, se desenvuelve en
círculo”.
Sin embargo, tal adagio pareciera pecar de
idealista por cuanto la vida adquiere una dinámica tan particular que
gráficamente no representaría necesariamente un círculo o alguna figura que
evidencie continuidad en su trazado o desarrollo. La actualidad está
caracterizada por tiempos tan móviles, ásperos, lúgubres, plácidos y, desde
luego, injusto e inciertos, que ni siquiera el espacio tiene cabida en su
contenido. El tiempo es tan cambiante, que su movilidad no acepta otra cosa
distinta que su esencia. Por eso se dice que lo único estable es el cambio que
opera en el tiempo.
En política, esta acepción no sólo es
infalible. También es intrigante, agorera y calamitosa. Es así toda vez que la
política actúa solapadamente cuando las condiciones lo permiten. Más, cuando
lucen favorables al hecho de crear el engaño necesario bajo el cual se procuran
inducir las circunstancias para someterlo al influjo de las ideologías
dominantes. El caso venezolano es patético ejemplo de la situación que la
explicación anterior asoma. La vigente crisis de Estado, calificada de integral
por sus manifestaciones en todos los órdenes, es expresión del rotundo fracaso
de un modelo político-económico que el régimen populista y demagogo ha
pretendido instaurar en el marco de una gestión de gobierno ineficiente y
corrupta. En consecuencia, hizo que se exacerbaran males acumulados. Y al mismo
tiempo, que se generaran nuevos problemas que agravaron más aún las realidades.
Ahora la estructura social, política y
económica del país, pasó a ser resultante de un proceso histórico de infaustas
acumulaciones y aciagas distorsiones que, a lo largo del recorrido del siglo
XXI, coadyuvaron a concentrar la riqueza y el poder en las pocas y largas manos
de agentes políticos actuando en nombre de una vulgar revolución
bolivariana. A tal extremo llegaron sus
efectos que hasta los más legitimados derechos humanos, se han visto amenazados
y vapuleados por la coerción de la administración trastornada de gobierno.
Derechos asociados a la vida, la salud, al
trabajo, a las libertades de comunicación, información, pensamiento y de expresión, entre otros, son burlados por
personeros que toman decisiones desde instancias superiores del Estado
venezolano. Inclusive, el derecho a la libertad de conciencia se ha visto
conculcado por intimidaciones de grosero sentido y contenido. Dada la
indolencia que define al gobernante, su gestión ha visto con indiferencia la
mengua de distintos problemas. Concretamente, del sector salud. Olvidó
priorizar “la promoción de la salud y prevención de enfermedades” al dejar de
garantizar un tratamiento oportuno, tanto como la rehabilitación de calidad que
requiere la prestación de tan fundamentales servicios. Relegó su deber de
otorgar un “presupuesto que permita cumplir con los objetivos de la política
sanitaria” (Léase artículos 83, 84 y 85 Constitución de Venezuela)
Al presente, la salud del venezolano se
convirtió en razón de tragedia pues la situación complicó el control de graves
enfermedades. De hecho, la escasez de medicamentos e insumos quirúrgicos, o su
desaparición del mercado farmacéutico, ha llevado a que la resignación se asuma
como criterio de fortaleza ante la impotencia que causa una escabrosa realidad
donde la muerte se torna ávida de vida. Ante ello, los médicos viven un
conflicto ético por culpa de la incapacidad administrativa gubernamental para
proveer con suficiencia a los establecimientos de salud de acuerdo a
necesidades declaradas y comprobadas. Sólo les queda acompañar al paciente a
morir. Ahora el venezolano debe aceptar que sin inventarios médico-quirúrgico y
farmacológicos, sólo queda resignarse a vivir muriendo…
VENTANA DE PAPEL
A PUNTA DE MORDAZA
Cualquier venezolano con básico sentido
común, podrá preguntarse por la indolencia de un país cuyas instituciones
universitarias, se ven cada vez más debilitadas. Desde luego, están siendo
magulladas por la acción tiránica y legalizada de un gobierno que intenta
controlarlas para hacer de ellas burdos “cuarteles académicos”. Aún así, no hay
una reacción nacional que asome un amplio malestar por el maltrato que están
recibiendo. Sobre todo, al reconocer que el país ha sido construido por la guía
de venezolanos formados en esas mismas universidades que ahora son agraviadas
sin compasión ni medida.
Con la excusa de dificultades financieras que
tienen ahogada la administración pública, el régimen busca justificarse para
entonces descuadrar la economía universitaria y avanzar hacia su intervención,
cosa que ya comenzó a ensayarse mediante abruptos dictámenes a instancia de un
enajenado Poder Judicial. La autonomía universitaria no ha valido sino para su
estudio a nivel de investigaciones
elaboradas que ocupan libros, revistas y ponencias de todo tenor.
Además, la indiferencia de unos tantos
universitarios resignados, hace que muchos venezolanos crean que el problema
por el cual lucha un inmenso conglomerado de trabajadores universitarios se vea
reducido. O confundido, como cualquier necedad sin comprender que debajo del
planteamiento de legítimos y verdaderos gremios universitarios, hay necesidades
que sólo se acoplan con un desarrollo nacional hoy frustrado por culpa de la
inanición a la que el régimen tiene sometido al país con el propósito de
reducirlo geopolíticamente. Sin duda de que la autonomía está desguarnecida. La
única forma de potenciarla, es mediante una universidad combativa, a la altura
de la historia que simbolizó sus luchas a manera de honrar sus capacidades,
disposición y memoria.
Esto obliga a entender que el problema va más
allá de lo salarial. Indiscutiblemente, es político y como tal, debe
considerarse. De esta forma, podrá actuarse en consonancia con las realidades y
apelando a estrategias conjuntas que provoquen el mayor número de dudas en
personeros del gobierno central para así restarles posibilidades de imponer más
despropósitos que sólo están llevando a desgastar la Universidad a punta de
mordaza.
“A PIQUE”
La decepción que muchos venezolanos viven, es
inmensa. Quienes una vez votaron por el actual gobierno, se han desencantado de
la opresión dominante. El conflicto universitario ha agravado más dicho
problema. Una estudiante escribe por las redes sociales para “hacer un llamado
a luchar por nuestra casa de estudio, nuestra querida e ilustre Universidad de
Los Andes”.
Manifiesta ver como cada día aumenta el
desanimo y la desesperanza de muchos por lo que he decidió “dejar de ser parte
de ese montón y comenzar a ser parte de un cambio, de ser alguien que quiere
luchar por algo mejor”. Por tanto afirma que no puede permitirse que la ULA se
caiga a pedazos, a pesar de que los problemas que la afectan son múltiples. Queda entonces “defender el país y sus instituciones”.
Esta estudiante anónima plantea 1 día del
tiempo de todos. “Pido que imaginen que es una prueba que van a presentar, que
pasaran asistencia, que es obligatoria”. Su propuesta es una movilización que,
sin generar polémicas, impacte por llevar un cartel, pancarta, hoja, etc. que hable
de problemas que aquejan a la ULA. Pero que el mundo se entere que “necesitamos
y exigimos educación de calidad para un desarrollo pleno y normal”. De lo
contrario, el país se irá “a pique”.
“A menudo resulta inevitable pensar que vivir
apegado a una ideología carente de fundamento, resulta tan abyecto como
inmolarse sin precisa razón. Es el mismo comportamiento de quien decide
reducirse a vivir muriendo”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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