La confluencia abusiva de
"encuestas" y uso incontrolado de la televisión ya no seduce al
elector como ocurría hasta hace unos años; tampoco define la intención del
voto. Recientes estudios demuestran que la incidencia de estos instrumentos de comunicación,
sobre todo en la última década, no tienen la misma eficacia de hace algunos
años. Reciente encuesta realizada por el diario local Washington Post-ABC News
de cara a las elecciones presidenciales estadounidense, refleja que el 72%
desconfía de la dirigencia adicta a las cámaras de TV.
Lo que hasta hace poco se consideraba una
obsolescencia del estilo tradicional de la política, es decir calle y contacto
personal, está retomando su estatus jerárquico. No basta con difusiones
televisivas millonarias para conquistar electores. La alusión encaja
perfectamente al caso venezolano. Atiborrar las plantas de TV y buena parte de
la prensa, con actos patrióticos oficialistas, tratando de henchir la mente del
venezolano con una “sola cosa”, ha tenido efectos contrarios a los esperados
por el gobierno. Veamos:
La encuestadora DATANÁLISIS (08-15) refleja
que el rechazo a la gestión de Nicolás Maduro aumenta al 75,7%. Que la
aprobación a su gestión cayó en julio a un 24,3%. Por su parte la encuestadora IVAD (08-15)
refleja que las cifras favorables a Nicolás Maduro no exceden el promedio de
25% en ningún ítem. Asimismo la encuestadora KELLER (tercer trimestre 2015)
señala que el 85% considera que el país va mal y el 89% que la situación es
grave. ¿Qué indica ello?
Ya sucumbió “el efecto Bandwagon”, conocido
como efecto arrastre o de moda, cual es subirse a la carroza concernida por el
oportunismo a ver qué beneficio se obtiene. Las personas no abordan ese
carruaje por el sólo hecho que otros lo hagan buscando patrocinio propio. El
efecto peyorativamente llamado comportamiento gregario, es asunto del pasado.
Ahora el elector tiende a explorar los méritos de cada tema en particular sobre
todo los referentes a su comunidad. En otras palabras, aspirantes locales
colocados "desde arriba inventando revoluciones” tendrán que dedicarse a
otra cosa.
Adornar la carroza con ribetes dorados o
laminillas brillosas alusivas al patriotismo poco le importa al que está en una
cola batallando para adquirir alimentos o algún medicamento ineludible; tampoco
a las víctimas de la delincuencia desatada. Como al gobierno le está resultando
cuesta arriba legitimar la vaguedad de algunos temas como el caso Colombia o la
guerra económica, prosigue ahora con otras pugnas sin considerar la continua
declinación del país.
Lo cierto es que, exceptuando un sector
bastante reducido de la población, la mayoría ya no cae en la trampa de los que
se exhiben como opción única para preservar “la paz de la Patria”. El
"blackout" o "apagón informativo" para esconder los
conflictos reales, no da los réditos buscados por el gobierno. Basta observar
su incesante descenso popular, sobre todo entre los más pobres, para
corroborarlo. En otros términos: “se acabó el efecto arrastre”.
El oficialismo, ahora desnudo, echa mano de
remachados recursos de provocación para resguardar lo que cree tener pero que
no tiene: “apoyo popular”. Colombia, Guyana, bachaqueo, guerra económica,
derecha apátrida, 12 nuevos Sukhoi, configuran un tétrico paquete juego
asentado en bravatas oficiales. Las alocuciones presidenciales así lo
corroboran. Todas se sitúan en el campo de la confrontación.
Por su parte el presidente de la Asamblea en
un programa de televisión semanal, lejos de exhibir textos y patrones acordes
con la jerarquía de su compromiso constitucional, ostenta una simbología
primitiva representada por un un gran mazo apoyado sobre su escritorio, de
tajadura grumosa, como los que usaba el hombre primitivo para escudar su cueva.
No es con ese “patrón de interacción” como se viabiliza la paz tan vulgarizada
por algunos sectores oficialistas.
La génesis guerrerista del régimen impide a
sus coautores actuar de otra manera. No saben hacerlo. El cambio sólo puede ser
concebido por auténticos demócratas. De allí la importancia de la participación
masiva en las elecciones del 6-D.
Miguel Bahachille M.
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29
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