Uno de los huéspedes más comunes en el
quehacer humano es el privilegio. Va desde las llamadas “buenas costumbres” hasta los vericuetos de
los gobiernos. Se me ocurre llamarlo deslizante pues en la mayoría de los casos
su forma de crearse y establecerse es suave y se desliza como alfombra bajo los
individuos hasta deformarse.
Como intuyo no se entiende qué carajo
quiero decir van algunos ejemplos. En un autobús repleto de pasajeros es
costumbre darle el asiento a alguna mujer o a un viejito. La sociedad les ha
dado ese privilegio. El gerente de una empresa grande tiene el privilegio de
tener asignado un buen vehículo. Es política de esa empresa.
Pero ocurre que los privilegios
aceptados parecieran no ser suficientes y las personas, sobre todo de algún
poder, crean sus propios privilegios y es allí, dependiendo del gusto o
ambición de cada quién, donde se deforman las cosas.
Ejemplos. El gerente de la empresa
exige puntualidad a todos pero él no cumple ningún horario. Por su cuenta llegó
a la conclusión que su alta posición debe tener ese privilegio y punto. El presidente
de tal País decide usar el avión
presidencial para que su hermano con toda su familia y algunos amigos viajen de
vacaciones a Italia. Por su cuenta también llegó a la conclusión que ya que
tiene mucho trabajo y no puede salir de vacaciones pues que su hermano disfrute
de su privilegio.
El privilegio deslizante es como un monstruo silencioso que devora la integridad de las personas y no solo es causante de pérdidas materiales sino que además genera los modelos que imitarán otros individuos que también considerarán como válido crear sus propios privilegios.
Es posible que a Elías Jaua no se le
hubiera ocurrido viajar con todo y niñera a menos que su entorno diese como
aceptable el uso personal de aviones de la Nación. Elías no inventó ese
privilegio pero ya estaba inmerso en la costumbre de hacerlo.
A altas personalidades del gobierno
venezolano les han tomado fotos donde se ven con costosos relojes, carteras o
vestimenta imposibles de adquirir con sus sueldos. Privilegios inventados y
sabrosos.
Una de las curiosidades es el
aferramiento y defensa que los inventores sus privilegios hacen para
justificarlos. “Tú no sabes cuánto trabajo… y entonces? Que tiene de malo que
tenga mi botellita de 18 años en la oficina pagada por la empresa?”. “ Estos
zapaticos son importados, yo los cargo a gastos varios del Ministerio, nadie se
da cuenta”
La poca moralidad en el invento de
privilegios personales promueve también la corrupción que puede ir desde los
más sencillos funcionarios hasta los jerarcas. “Los tipos me ofrecieron una
comisión de 50 mil dólares si les ponemos la orden de compra a ellos, tú crees
que yo voy a pelar ese boche?”.
Y así el privilegio deslizante infecta
a toda una Nación y la corrompe hasta su médula. Solo por cambiar eso vale la
pena ir a votar el 6 de Diciembre. Viva Venezuela.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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