"Ya pasó el tiempo en que la sinrazón me ponía furioso". Denis Diderot
Mientras
tomaba una copa el viernes con unos amigos, me preguntaron cuán amargado o
enojado estaba ante la conducta de la viuda de Kirchner y sus funcionarios, que
día a día nos asombran con sus dislates; recordé entonces la frase del
epígrafe. El último y, quizás, uno de los peores, lo dijo la Presidente en la
comida que impuso, en Tecnópolis, a quienes ya habían festejado al mediodía un
nuevo aniversario de la Unión Industrial. Muy suelta de cuerpo, como nos tiene
acostumbrados, ante la ¿caída? del mundo que tanto nos perjudica, anunció que
el mandato de la hora era la "sustitución de exportaciones" (sic).
Escuchar
a Cristina explicando a los ciudadanos -para eso usa la cadena nacional- que,
como el mundo atraviesa una grave crisis y no podrá continuar comprando
nuestros productos exportables, ahora lo sustituiremos consumiendo lo que antes
le vendíamos, superó mi capacidad de asombro; por ejemplo, estimado lector,
usted deberá acostumbrarse a incluir soja, en cantidades siderales, en su menú.
Ahora bien, si gracias a la noble viuda y al egregio Canciller con el que nos
ha premiado, cada vez se reduce más el espectro de países-mercado, porque
estamos peleados con todos, deberíamos preguntarle al otro genio de su
administración, el groucho-marxista Kiciloff, de dónde sacará los únicos
dólares genuinos que generaba nuestra economía.
Hace
años que el populismo y la estupidez promocionan la sustitución de
importaciones, en medio de una economía globalizada que produce una parte del
todo en cada lugar; claro que nuestros pseudo industriales, esos acostumbrados
a pescar en la bañadera y a cazar en el zoológico, aplaudieron a rabiar cada
vez que el cráneo de turno lo propuso. Tan claro como que esa política, sumada
al proteccionismo imbécil, ha hecho que el país perdiera competitividad,
nuestros productos calidad y que los precios respondieran sólo al interés de
quienes saben que no necesitan competir en una economía cada vez más cerrada.
Si
ya los futuros y eventuales inversores en nuestro país estaban espantados con
la presencia del Chino Zannini en la fórmula, podemos imaginar cuál debe haber
sido su sensación ante la pésima señal que constituyó el desplazamiento por el
Banco Central de las autoridades locales del HSBC, uno de los bancos más
grandes del mundo; la autoridad financiera se disfrazó de Poder Judicial y no
concedió siquiera derecho de defensa a los directivos expulsados.
Pero
el carro del calendario sigue andando y, en el viaje, los melones de la
política se empiezan a acomodar. Tal como era previsible, la bandada de cisnes
negros -el viaje a Italia, las inundaciones, las elecciones tucumanas, el
protagonismo permanente de Cristina, las dificultades financieras, su
enriquecimiento ilícito- que planeaban sobre la posibilidad de Daniel Scioli de
hacerse con el triunfo en primera vuelta ha incrementado su número, en especial
por las críticas internacionales a su gestión provincial y por la toma de
conciencia de la sociedad sobre la persistencia del fraude electoral y del
enorme clientelismo de los señores feudales que apoyan al candidato del ¿Frente
para la Qué?; por si le faltara algo, don Lancha ha debido abrazarse a Anímal,
a Sanatella, y ahora con lo peor del PJ del interior: Alperovich, Manzur,
Insfrán, Capinanich, Beder Herrera, Uribarri, Fellner y hasta Milagro Sala.
En
las democracias "delegativas" (genial definición de O'Donnell), como
la que se practica en el paraíso cristinista y en Venezuela, el único derecho
que tiene el ciudadano es el de votar; después, volver a casa y esperar la
próxima oportunidad de hacerlo para expresar su descontento: ¿quién no recuerda
a los próceres del "modelo" desafiando a sus críticos a formar un
partido y ganar las elecciones? En el Jardín de la República, donde ese derecho
fue descaradamente robado, un clarín tocó diana, despertó a la sociedad entera,
siempre tan apática, y la puso en estado de alerta.
Como
ya todas las encuestas dicen que el ballotage es inevitable, y la intención de
voto a Scioli está en su techo y en su piso, sólo un fraude monumental podría
impedirlo y, aún así, su ventaja sería decimal. La certeza de la trampa que lo
habría llevado a la victoria impediría que Lancha tuviera la indispensable
legitimación política y social que necesitará quien herede la Presidencia para
hacer lo necesario para enderezar el escorado buque en que doce años de ambos
Kirchner han convertido a la Argentina.
Quien
acceda al singular sillón deberá tener en cuenta esa necesidad, pero también la
de respetar a sus conciudadanos y, en el mismo discurso de asunción, imitar a
Arturo Frondizi y decirles toda la verdad sobre el estado en que el país
realmente se encuentra, y qué piensa hacer -y con quién- para remediarlo; no
dispondrá de una segunda oportunidad pues, si continúa engañando a la gente,
como hicieron todos hasta ahora, perderá todo respeto social y su misma
gobernabilidad se verá seriamente cuestionada.
En
el carro de la oposición también los melones parecen irse acomodando. Han
trascendido serias conversaciones entre Macri y Massa con vistas a
entendimientos políticos que serán explicitados, seguramente, después del 25 de
octubre; pero ya se ha conformado un gran abanico que, al menos por ahora, sólo
deja fuera a Nicolás del Caño, el candidato de la izquierda, y a Adolfo
Rodríguez Saa, tan previsiblemente voluble, para compartir esfuerzos en la
fiscalización presencial y electrónica de las elecciones e, inclusive, para
pedir la nulidad de las que se celebraron en Tucumán.
Mauricio,
compelido a ampliar la base de la que gozó en las PASO, ha comenzado a
corporizar el rol de líder de esa oposición y, con ritmo prudente, a endurecer
su postura; a medida en que la fecha de las elecciones se acerque, se lo verá
cada vez más firme y decidido en sus definiciones. Sergio, que pretende
concitar el voto peronista no kirchnerista, como el que acompañó a De la Sota o
a Domínguez, continuará enunciando medidas con las cuales resulta difícil
disentir. Y Margarita Stolbizer, la feroz denunciante en la causa Hotesur que
involucra a la Presidente y a su hijo en gravísimos hechos de corrupción,
seguramente se pondrá al lado de quien llegue al ballotage contra Scioli,
aunque no fuera por amor sino por espanto. Estoy convencido que ese escenario,
el de segunda vuelta, será una remake del 2003.
Me
había propuesto, originalmente, utilizar esta nota para hablar de ideas con
relación al futuro de la Argentina, pero deberé dejarlo para más adelante; lo
haré cuando la gran marcha cívica nacional, que está empezando a convocarse
para el 24 de septiembre, esté más próxima.
En
otro orden de cosas, quiero contarle que cuando, la semana pasada, introduje en
mi columna tres párrafos finales referidos a la crisis de migrantes que está
asolando al Mediterráneo, no tenía una razón específica para hacerlo; la
terrible foto del chiquito sirio muerto en una playa turca convirtió a esos
comentarios en premonitorios. Europa parece haber reaccionado, de la mano de
Ángela Merkel, en el sentido correcto con el establecimiento de cupos
obligatorios de admisión de refugiados para todos los países que integran la
Comunidad, pero sigo creyendo en lo que propuse entonces como solución real, en
especial en lo que a África se refiere: crear una especie de Plan Marshall, que
permita educar y desarrollar a las naciones de origen para arraigar a sus
habitantes; respecto al Medio Oriente, el único camino es generar el compromiso
de una política global que lleve la paz
a la región.
Para
finalizar otro triste dato se sumó a nuestra vergüenza nacional: a los ya
muchos espejos en que deberíamos mirarnos (Chile, Brasil, Uruguay, Perú), a
partir de esta semana debemos agregar a Guatemala, país que acaba de destituir
y encarcelar, por corrupción, a su Presidente y su Vice, una mujer. Si el
próximo gobierno no recoge ese reto, si no permite que la Justicia actúe sobre
todos los sátrapas que, en la década desperdiciada y robada, lucraron sin
límite alguno a expensas del Estado -es decir, de todos nosotros- realmente la
Argentina ratificará que aquí la impunidad goza de todos los beneficios, y
seguirá siendo el hazmerreír del mundo.
Enrique
Guillermo Avogadro
E.mail:
ega1@avogadro.com.ar
Twitter:
@egavogadro
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