En
aquel primer ensayo que escribí para Foro Libertad, titulado Cómanse mis
sobras, esbocé una propuesta para comprender el accionar de la MUD, con arreglo
a la teoría de la cultura rentística venezolana. En fechas recientes, ha sido
público y notorio el empeño con que la alta dirigencia de Voluntad Popular
alaba a la figura del difunto sátrapa comunista Hugo Chávez. Esta conducta no
hace sino emular esfuerzos similares, desplegados en el pasado por los
homólogos de VP dentro de la Mesa de la Unidad, por lanzar odas a lo que en los
social media es conocido como #ElLegado. Mi intención aquí es señalar que
ninguna de estas declaraciones tiene carácter fortuito o meramente
propagandístico.
Era
el año 2000, y ya el régimen de Hugo Chávez había aprobado la nueva
Constitución inconstitucional. Había llegado la hora de restregar en la cara
del mundo entero que el proyecto del Foro de São Paulo iba con todo hacia el
dominio incontestado en Venezuela. Ante la muerte clínica de los partidos
políticos del puntofijismo, el comunista Chávez y sus secuaces inventan la
versión beta de lo que luego sería la principal apuesta estratégica de la
dictadura: la creación de una “Oposición” hecha a la medida del Poder. Ya casi
todos parecen haberse olvidado del episodio Arias Cárdenas, pero el mismo es y
será importantísimo para el análisis de lo que ha sido este tramo destructivo
de nuestra historia.
El
año 2002 trajo consigo la prueba irrefutable de que el chavismo necesitaba
resucitar a los cadáveres políticos del “antiguo régimen”. En ese momento la
Sociedad Civil estaba luchando con brío y, junto a las fuerzas vivas de la
Nación, se logra expulsar del trono al protegido de los Castro. Tras el rápido
fracaso de aquella operación, vinieron unos meses en los que Chávez, lejos de
ocultar sus intenciones próximas, las vitupera a vox populi: él va a
rectificar; él desea, como nunca, una “Oposición” seria con la cual se pueda
dialogar; él resiente que lo hayan “dejado solo”; él añora, entre otras cosas,
«los días de la Unión Soviética». ¿Qué significaba esto? Que ya era hora de
imponer un sistema político igual de hegemónico, pero blindado.
2003
traería consigo las consecuencias del Gran Paro Cívico Nacional, que puso de
nuevo en jaque al régimen; y esas consecuencias fueron transmutadas hacia el
escenario perfecto para el establecimiento de plataformas y nuevas reglas de
juego que pudieran hacer volver a la vida a AD, COPEI, MAS y todos sus
derivados. Dos grupos de eventos fueron clave para la consecución exitosa de
este montaje al mejor estilo bolchevique: los Referendos (Consultivo y
Revocatorio) y las famosas Mesas de Negociación y Diálogo instaladas en esos
años.
Luego
de ser neutralizadas las primeras “Guarimbas” (2004) quedó establecido el
libreto básico, el fijo papel a interpretar y el inamovible discurso de la
“Oposición”, lineamientos que iban a sostenerse por la vía de una dialéctica
controlada y ficticia. El decisivo episodio de manipulación que los
muertos-vivientes de la vieja política le hicieron sufrir a la Sociedad Civil
en 2005, con el chantaje de la culpa tras las Parlamentarias, fue el punto de
inflexión para el fortalecimiento y el triunfo final de la mamá de la MUD: la
Coordinadora Democrática.
Con
al menos tres fraudes electorales encima y ahora una plataforma casi de ensueño
para desmantelar a la Sociedad Civil organizada, el régimen estaba listo para
los grandes logros teatrales que seguirían. La pausa de 2007, manejada
hábilmente por los restos de la Coordinadora, y que permitió a los “partidos”
hacerse con la energía naciente de los movimientos estudiantiles, también
otorgó al chavismo el momento máximo de relegitimación ante los ojos del mundo
– «el Comunismo ahoga, pero no aprieta» (pensaban los ingenuos de siempre).
Así, en 2008, nace la MUD, que no es más que el perfeccionamiento del
dispositivo de control poblacional más económico y limpio que haya surgido bajo
el dominio chavista. Vuelve a respirar el sistema político, la delincuencia
sigue.
Esta
emocionante historia de complicidad, engaño masivo, farsa, muerte y
resurrección, que tiene por protagonistas a los viejos espectros de la política
venezolana y a sus vástagos (Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Alianza Bravo
Pueblo, Voluntad Popular, Avanzada Progresista… incluso Vente), no hubiese sido
posible sin la constancia, la cooperación y el apoyo económico-logístico del
chavismo, de los organismos de inteligencia y, especialmente, del propio
Chávez. Y… ¡Ah, verdad! Casi se me escapa… Y todo televisado por Globovisión;
se les había olvidado, ¿no?
Muchos
dicen que la -ya anciana- MUD es colaboracionista porque comparte una misma
raíz ideológica con el régimen, porque sus cabecillas no son políticos sino
mercaderes de cargos, porque se formaron en una tradición demasiado
acostumbrada a conciliar a través de dádivas y prebendas y cuotas, porque están
hechos para un cómodo juego de cohabitación y pacto («así sea con el Diablo»,
como dicen ellos)… Yo digo lo siguiente: la causa de que defiendan #ElLegado,
con esa pasión con que lo hacen, se encuentra en todos los motivos anteriores y
en varios otros; pero no cabe duda de que hay una razón bastante poderosa y
humana: la deuda de la MUD con Chávez es demasiado grande. Sin Chávez, estos
siniestros personajes hubiesen tenido que abandonar la política – ¡y tampoco
hubiesen servido para los negocios!
David
Guenni
Foro
Libertad
@DavidGuenni
de @VFutura
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