La
torpeza de nuestros estrategas políticos es inconmensurable.
En
el encontronazo que ha producido nuestro gobierno con Colombia como resultado
de las atroces violaciones a los derechos humanos de ciudadanos neogranadinos
en la frontera, van a terminar por salir perdedores quienes inventaron el
conflicto.
Las
pérdidas las recogerá el gobierno en más de un terreno por no saber calibrar
quien es y cómo se comporta el adversario colombiano. Si la estrategia de
ataque a Colombia la inventaron los cubanos – como aseguran muchos analistas- o
si ella proviene de la mente preclara de algún sabio de la orilla
revolucionaria criolla los efectos, son
los mismos y siempre nocivos para quien tiró la primera piedra: la
administración de Nicolás Maduro.
Meterle el dedo en el ojo a los vecinos como
hemos hecho al actuar de manera inhumana y agresiva en la frontera del Táchira,
y como se está pensando repetir en otros recodos limítrofes, lejos
de conseguir el propósito de aglutinar a los venezolanos a favor del gobierno,
lo que ha conseguido es aglutinar a los colombianos en contra del mismo. Craso
error en época electoral. Si alguno en el nódulo estratégico del equipo presidencial
hubiera sacado la cuenta, se habría percatado de lo que le va a costar en votos
al gobierno en los próximos comicios parlamentarios este episodio de agresión a
mansalva y despiadada a nuestros vecinos. Se cuentan por cientos de miles los hijos de
colombianos votantes, armados con sus cédulas venezolanas, que se acercarán a las
urnas para poner su papeleta no por sus
candidatos a curules parlamentarias sino contra el brutal atropello. 12 % de la población electoral, dicen los
entendidos. Y 12% del universo de votantes es capaz de inclinar la balanza
hacia el lado opositor.
En
otro terreno, “la intelligentsia política” madurista no podía equivocarse más. El insidioso ataque al exmandatario colombiano
Alvaro Uribe, quien ha recibido los más cáusticos y descalificadores epítetos
de parte de los altos personeros del gobierno, incluido el propio Presidente, también
rendirá sus frutos… pero no a los agresores sino a los agredidos. Es del
conocimiento público como una diatriba muy ácida en Colombia ha separado a los
dos presidentes, Uribe y Santos, quienes fueran otrora muy cercanos
colaboradores. Los ataques venezolanos
han conseguido lo que era impensable en Colombia que consiste en ponerlos a los
dos a batallar en favor de una misma causa: el anti-colombianismo de sus
vecinos venezolanos. Y como si ello
fuera poco, las inclementes agresiones verbales le han hecho el gran favor a
Uribe de fortalecerlo políticamente poniéndolo a ganar unos cuantos puntos de
favorabilidad sin esforzarse demasiado.
Así
las cosas, dentro de todo este cuadro de
torpezas que provocan efectos colaterales indeseables para sus protagonistas ,
queda solo preguntarse si quien genera las estruendosas propuestas de
actuaciones para el gobierno trabaja a
su favor o en su contra o si simplemente lo que
tiene es la brújula política descompuesta.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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