Disculpe
usted Eleonora Villegas por parodiar el título de su deliciosa pieza ¿La vida?
¡Un teatro! (Gráficas Lauki CA, Caracas 2015) en esta crisis terminal cuando
drama y comedia sí reflejan el trasfondo de la realidad y contrastarla con este
CNE, institución que en vez de mostrar la verdad transparente de un país
democrático es el final eslabón de una cadena corrupta, embustera, experta en
trucos y fachadas de circo tecnológico, soporte básico de la dictadura
chavista.
Mientras
esta obra merece una pronta adaptación fílmica y de teatro musical, pues su
vodevil biográfico describe a la Venezuela rural que alejó, y luego a la urbana
que acogió a su padre, Luis Guillermo Villegas Blanco, fundador de Bolívar
Films, mucho más rápido hay que destituir legalmente a la perversa opereta bufa
presidida por el usurpador del Poder Ejecutivo, la vergonzosa Asamblea
capitaneada por Trucutú, el supremo cortejo de bufones, la mascarada fiscal y
los sainetes del CNE.
Esa
pantomima sale de un cable submarino y conecta en directo al castrismo con sus
sapos del G2 en salas situacionales de Miraflores, Fuerte Tiuna, CNE y conexos
para manipular las elecciones.
Por
eso anularon Súmate y equivalentes capacitados para actualizar la puesta al día
de un registro electoral con muertos
votantes, cédulas y direcciones falsas y duplicadas.
Así
bloquean la verdad mediante súbitos cambios de leyes y circuitos electorales.
Por
eso prohibieron cotejar con las papeletas de rigor el resultado de las
elecciones presidenciales en abril del año 13, invitan acompañantes cómplices y
niegan la supervisión de serios organismos internacionales como los que
trabajan en México para aclarar la desaparición de los 43 estudiantes hace un
año y los que en Guatemala investigan la corrupción gubernamental.
Por
eso las captahuellas donde el espionaje
encadenado chequea cédulas con sus listas tasconianas, calculan pronósticos y Venezuela es el único país que
alarga las horas comiciales para que el oficialismo arrastre a los carnetizados
de su partido PCUV, organice las fechorías de sus hordas motorizadas y
prolongue a capricho el resultado fraudulento del falsario CNE.
Si
La Habana autoriza el comicio parlamentario se activan calle y voto multitudinarios.
Desde ya gana la oposición, pero se intentará anular la cantidad exacta para
que alcance si acaso el número de congresistas disidentes con derecho de
decidir por mayoría simple leyes de menor importancia y por todos los medios
ilícitos robar del total la supremacía calificada necesaria de 111 diputados
para legalizar el cambio de sistema.
Al
quitarles la careta y mostrar sus guarimbas, Venezuela está frente a una
situación límite. Antes, el genético militarismo criollo fue violento en episodios
selectivos contra el adversario activo y su parcela de cortas revoluciones,
montoneras y dos largas dictaduras tradicionales. Pero el pueblo pasivo no
padecía un régimen como este, criminal, invasivo, fasciopopulista, delincuente,
que al modo totalitario elimina toda raíz jurídica de tolerante y pluralista
convivencia social con derechos humanos.
La
conducta política de la sociedad venezolana siempre ha sido compleja, de muy
difícil definición. Oscila por ciclos entre mansa y rebelde, impulsiva y apática,
inmadura y levantisca, parejera y libertaria, generosa y díscola.
Como
nunca antes le llegó su hora de asumir
la sensata, firme y responsable adultez que defiende con resistencia civil de
calle la voluntad auténtica de su sagrado voto.
Alicia Freilich
alifrei@hotmail.com
@aliciafreilich
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Brillante artículo, independientemente de la parte que me toca...
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