Cada
vez es más difícil entender la lógica que guía las acciones internacionales de
Maduro. No es tanto su carencia sino que es tan diferente a la que se impone en
el mundo actual que entenderla requiere una arqueología del pensamiento. Quizás
necesitamos darle el sentido del realismo mágico y comprenderla como “socialismo
mágico”.
Este
socialismo crea una narrativa que “funde la realidad con elementos fantásticos
de manera discordante”, con base en una realidad trucada ex profeso para
convencer de la existencia de un dogma que desafía la lógica de quienes no
comparten “el proceso”. Y que siempre termina en el conjunto de lugares comunes
de la izquierda latinoamericana, mezcla de realidad e ideología, con el uso de
términos -o coartadas epistemológicas- como antiamericanismo, antiimperialismo,
burguesía parasitaria, ultraderecha o internacionalismo revolucionario.
Ideología que como dijo el Papa Francisco siempre termina en regímenes
dictatoriales.
No
se puede entender cómo el chavismo entregó el Esequibo a Guyana y cerró
militarmente la totalidad de la frontera con Colombia, con la lógica que rige
el mundo actual. Esa que hace que el mismo día que el Papa Francisco viaje de
La Habana a Washington, llegue a Seattle el presidente de China, Xi Jinping,
que los Castro se abran tímidamente al mundo, y que Francisco (como los papas
anteriores que visitaron la isla), no hable públicamente con la disidencia
cubana. Posiciones que a veces no
compartimos pero entendemos su lógica.
Cerrar
la frontera con Colombia e imponer la idea de la “la coexistencia de los
modelos económicos, políticos y sociales de cada país”, como reza el comunicado
conjunto con Santos en Quito, es volver a los años cincuenta de Nikita Kruschev
-al menos no retrocedieron al estalinismo. La “coexistencia pacífica” fue la
justificación soviética para no iniciar una guerra entre el comunismo -o
socialismo, como fase previa- y el capitalismo para que se aceptaran dos
“modelos económicos, políticos y sociales” distintos y para asegurar su
desarrollo independiente -desarrollo que nunca cuajó. Para ello fue necesario hacer
caer “… sobre el continente europeo una cortina de hierro”, como dijo Winston
Churchill. O un muro como en Corea del Norte o ser una isla como Cuba.
Cerrar
la única frontera terrestre que en realidad tenemos por cercanía e historia, y
además dificultar severamente la salida aérea, es llevarnos a la época de la
Guerra Fría y aislarnos “a la cubana” del mundo globalizado.
Alfredo
Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
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