Un país está básicamente compuesto de tres
cosas: 1.- Una Nación (que es un grupo humano con cultura, genética e historia
comunes), 2.- Un espacio geográfico sobre el cual habita esa Nación y, 3.- Una entelequia a la que llamamos Estado,
al que le delegamos el papel de árbitro
para organizar el país, defenderlo de amenazas extranjeras y resolver los conflictos intrínsecos a la
convivencia. Para ello le damos al Estado la autoridad, y el monopolio de la
fuerza para hacer valer esa autoridad conferida por la Nación.
Cuando recordamos eso, entonces es claro
entender, que cuando se pierde el equilibrio necesario entre el Estado y la
Nación, surgen cualquier cantidad de
problemas que siempre pasan por el malestar de la Nación y que a la larga, concluyen en el necesario
replanteo de la función del Estado para que se adecue a las necesidades de
evolución de la Nación. En este punto entendemos, que el estado debe depender
de su creador, la Nación, y no al revés.
La situación actual de crisis terminal que
vive nuestra Nación, viene de su lamentable dependencia de un Estado que
depende casi que totalmente del poder Ejecutivo. Los demás poderes públicos, en
este Estado definido por la constitución de 1999, son en la práctica mirones de
palo, o en la mejor de las evaluaciones, tristes segundones del poder
Ejecutivo. Vivimos, en lo que se llama, un país presidencialista.
Y esa desproporcionada preponderancia del
Estado sobre la Nación, viene siendo la entrada del laberinto que hoy nos
ocupa. Cuando el Estado es Presidencialista, el Presidente hace virtualmente lo
que le viene en gana, menguando el mecanismo de consulta y consenso que impone
el equilibrio entre los poderes de Estado. Así, el Gobierno (temporal conductor
del poder Ejecutivo) comienza a tomar acciones tendientes a garantizar su
propia existencia, y con él, el Estado, dejando de lado como secundario y no
importante, el bienestar del componente del país que tiene el real poder de decisión: la Nación. Claro, el
poder que tiene el Estado para hacer lo que hoy hace, se lo dio la misma
Nación, pero eso es un muy importante tema de otro laberinto.
Al ser nuestro país Presidencialista, es
claro que su bienestar está definido por la experiencia, conocimiento,
compromiso con los altos intereses del País y el liderazgo que el Presidente
debe ejercer sobre la Nación, en forma suficiente, como para poder infundir
confianza en lo que está haciendo a nombre de ella. Así, nuestro laberinto de
hoy, es el laberinto del Presidente.
Y el laberinto del Sr. Maduro, es precisamente el liderazgo: El primer
problema del Sr. Maduro, quien hoy hace las veces de Presidente del Estado, es
que tiene poco o ninguno sobre la Nación. Y eso no es fortuito. No se molesten por esto que voy a decirles
porque es la pura y cruda verdad: Cuando hay un hombre fuerte al mando y un
montón de seguidores incapaces de poner freno a cualquier desvío del hombre
fuerte (a la final, no fue más que un hombre mas) entonces tenemos un Jefe al
mando y un grupo de segundones tras de
él. El Sr. Maduro era (o lo sigue siendo??) uno de esos segundones. Así, hace
unos Diciembres atrás, el Sr. Maduro sale de la sombra porque el hombre fuerte
lo pone a la cabeza y le entrega la administración de su liderazgo, mas no le
entrega el liderazgo porque eso no se hereda. Los liderazgos se crean, se
ganan, se cultivan. Uno no es líder porque otra persona diga que lo es. No
sabemos las razones por al cuales el Sr. Maduro fue elegido por sobre los demás
segundones, pero al tomar posesión de su nueva responsabilidad, se encontró con
el primero de sus grandes problemas, y es que no ejerce liderazgo sobre el grupo
de entre los cuales fue elegido. Si no puedes liderar tu partido, sino apenas
poder lograr un acuerdo de funcionamiento basado en un pacto de no agresión y
respeto de espacios con el resto de tus camaradas, es seguro que no podrás
liderar el país; Menos en medio de una espantosa crisis que ha tomado la país
con el fundillo al aire. Crisis que el Sr. Maduro ha tratado de sortear de
manera instintiva, malbaratando y
tirando por el caño en el proceso, ese liderazgo que le fue entregado para
administrar.
La evidente falta de liderazgo, experiencia y
capacidad gerencial del Sr. Maduro, claramente se notan en la incapacidad de
poder nombrar un equipo de gobierno propio que permita sortear la crisis; Al
limitarse (en razón de ese acuerdo de respeto de espacios y de no agresión a
los camarada) a reciclar los mismos funcionarios de antes, no solamente se
priva de la posibilidad de crear un equipo coherente que hale para un mismo
lado, sino que se rodea de los mismos funcionarios que han provocado esta
crisis. Tan es así, que se dan la lija estos reciclados, de confesar sin rubor
su incapacidad y responsabilidad en los medios de comunicación sin que pase
absolutamente nada.
Esta falta de condiciones necesarias para
liderar la crisis, se traduce en la
parálisis de la economía, la crisis de la inseguridad, el desastre eléctrico y
del Esequibo, y un largo etcétera. Pero la más grande prueba de esa falta de
condiciones, son las últimas acciones, que por su ineficiencia y poco o ningún
resultado positivo (el cierre de las fronteras, las OLP, etc) parecen ser
tomadas más para demostrar que se tiene el control del funcionamiento del
Estado y del País, en vez de ser tomadas luego de un cuidadoso estudio por
parte del equipo de gobierno y como parte de un plan coordinado para resolver
problemas coyunturales o sistémicos. Una
vez vistos los resultados de estas medidas, es claro que no son más que la
triste evidencia de que como País vamos al garete, cual bote en medio de
una tormenta catastrófica y justo al
lado de los arrecifes.
Así, la salida de nuestro laberinto de hoy,
signado por la parálisis del Estado para tomar
decisiones acertadas y oportunas, pasa por la salida del Sr. Maduro de
la Presidencia de la Republica. No tanto por salir de un funcionario que no dio
la talla, sino para que se abra un abanico de opciones que permita destrancar
el juego por la vía constitucional.
Sr Maduro: Memento Mori. Respice post te.
Hominem te esse memento. “Recuerda que eres mortal. Mira tras de ti. Recuerda
que eres un hombre" Dicen los
historiadores, que esta frase tiene su origen en la costumbre de la Antigua
Roma, de que cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma,
tras él un siervo se encargaba de recordarle las limitaciones de la naturaleza
humana, con el fin de impedir que incurriese en la arrogancia y pretendiese, a
la manera de un dios omnipotente, usar su poder ignorando las limitaciones
impuestas por la ley, la costumbre y la circunstancia.
Sr. Maduro. Toda persona debe tener una clara
idea, de cómo quiere ser recordado por la historia. Los políticos, más que
nadie. Me decía mi padre, que todos los
seres humanos estamos en la obligación de, al dejar este mundo, dejarlo mejor
que como lo encontramos. Eso se cumple con nuestra responsabilidad en lo personal, con la familia, con la sociedad,
con el país y finalmente, con la humanidad entera. Haga usted un análisis en su
interior y comprenda su importancia en este momento de nuestro país. Haga uso
de lo que le enseñó Sai Baba. Justo en este momento, en que como país nos
encontramos al borde de una desgracia peor que la que trajo consigo la Guerra
Federal, debe usted preguntarse si quiere pasar a la historia como el causante
de una terrible desgracia y en consecuencia, responsable de la perdida de
incontables vidas útiles al país, ó pasar a los libros de Historia, como el
hombre que fue lo suficientemente patriota, como para reconocer sus
limitaciones y dar paso a la necesaria transición para evitar la desgracia y
ahorrarle al país la perdida de esas incontables vidas.
El modelo de país que usted Sr. Maduro está
empeñado en llevar adelante, ya demostró, mas allá de cualquier duda razonable,
que no es viable. Deje de tratar de
revivir un proyecto que murió
junto con su creador. Cese usted en su empeño de mantenerse en el poder más
allá del sentido común y de la
responsabilidad. Todas las cosas y acciones tienen su lugar y su momento y su
momento, Sr. Maduro ya pasó.
Dese usted la oportunidad de demostrar su
amor por este país, y con la misma acción, disipar las dudas sobre su
nacionalidad. Renuncie y váyase en paz o la historia y la patria se lo
reclamará.
Ahora más que nunca, a nuestro país le llegó
la hora de los hombres serios: Sea Usted el primero de ellos.
Pedro Alcalá
pa2a@hotmail.com
@tazzio1956
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