"Suele hablarse, hoy en día, de «ingeniería
social». Ese concepto, al igual que el de dirigismo, es sinónimo de dictadura,
de totalitaria tiranía. Pretende tal ideario operar con los seres humanos como
el ingeniero manipula la materia prima con que tiende puentes, traza carreteras
o construye máquinas. La voluntad del ingeniero social habría de suplanta r la
libre volición de aquellas múltiples personas que piensa utilizar para edificar
su utopía. La humanidad se dividiría en dos clases: el dictador omnipotente, de
un lado, y, de otro, los tutelados, reducidos a la condición de simples
engranajes. El ingeniero social, implantado su programa, no tendría,
evidentemente, que molestarse intentando comprender la actuación ajena. Gozaría
de plena libertad para manejar a las gentes como el técnico cuando manipula el
hierro o la madera."[1]
Creo que puede decirse que lo descripto arriba es no
solamente el sueño de nuestros actuales dirigentes, sino el de muchos quienes
aspiran a convertirse en tales, y que en una medida muy importante, nuestras
escuelas y universidades educan a las nuevas generaciones con esta idea como
objetivo.
Es el error -a nuestro juicio- de quienes hacen excesivo hincapié en
la necesidad de contar con líderes y dirigentes capaces, en lugar de educar a
la gente para que cada ciudadano o habitante se transforme en un líder y/o
dirigente más capaz de dirigirse a sí mismo y no tan preocupado en ver cómo
puede lograr controlar y regir la plana de sus semejares. Volvemos a hacer
énfasis en la educación, porque es en esta instancia donde se forjan los
ideales dirigistas que harán creer -en su hora- a quienes reciben, ya sea
activa o pasivamente, tales doctrinas que el destino del mundo de los demás
esta "por completo en sus manos". Sin embargo, los efectos prácticos
del dirigismo suelen ser los que se señalan a continuación:
"Cierto es que, en la actualidad, al amparo de
las situaciones creadas por el dirigismo, resúltales posible a muchos
enriquecerse mediante el soborno y el cohecho. El intervencionismo ha logrado
en numerosos lugares enervar de tal modo la soberanía del mercado, que le
conviene más al hombre de negocios buscar el amparo de quienes detentan el
poder público que dedicarse exclusivamente a satisfacer las necesidades de los
consumidores ."[2]
Una situación que viene lamentablemente repitiéndose
desde la lejana época en que estas palabras fueron escritas por vez primera
hasta hoy. Como tantas veces hemos insistido, parece no percibirse en la
actualidad que la corrupción -que tanto espacio ocupa en los medios
periodísticos- es hija directa del intervencionismo estatal y no del
capitalismo. Allí donde impera el primer sistema no puede subsistir el segundo,
y esta es la situación del mundo actual, donde difícilmente puede prosperar
quien quiera dedicarse a honestos negocios, porque -mas tarde o más temprano y
en la medida de su éxito- caerá sobre él el gobierno para fiscalizar sus
ganancias y tomar muy buena parte de ellas.
"Por Volkswirtschaft se entiende el complejo
que forman todas las actividades económicas de una nación soberana, en tanto en
cuanto el gobernante las dirige y controla. Es un socialismo practicado en el
ámbito de las fronteras políticas de cada país."[3]
Esta es -ni más ni menos- la situación que vivimos
en nuestros días en el ámbito mundial si bien con diferentes grados y
variantes. No existe prácticamente actividad alguna en que el gobierno no
participe de un modo o del otro, controlando o dirigiendo, y por sobre todas
las cosas impidiendo y estorbando a la gente trabajadora a progresar.
"Mientras subsista, por pequeño que sea, un
margen de libre actuación individual, mientras perviva cierta propiedad privada
y haya intercambio de bienes y servicios entre las gentes, la Volkswirtschaft
no puede aparecer. Como entidad real, sólo emergerá cuando la libre elección de
los individuos sea sustituida por pleno dirigismo estatal."[4]
Como hemos dicho arriba, ese margen es cada vez más
estrecho, ya que hasta en las actividades más domésticas el gobierno mete sus garfios
para obtener ganancias derivadas de la actividad de los particulares. Inclusive
la moderna tecnología ha permitido a los gobiernos inmiscuirse y controlar cada
vez más y con mayor precisión a sus también cada vez más indefensos ciudadanos.
Que ya poco de ciudadanos les queda, para haberse transformado directamente en
reales súbditos del amo estatal. Muchos instrumentos el gobierno emplea para
tal fin, pero algunos son más importantes que otros. Por ejemplo, el manejo de
la moneda es crucial:
"Es indudable que la expansión crediticia
constituye una de las cuestiones fundamentales que el dirigismo
plantea."[5]
A través de la misma el gobierno consigue un control
amplio de los mercados y –a su turno- de las rentas y de los patrimonios de sus
súbditos, al tiempo que distorsiona todos los indicadores económicos, entre
ellos el fundamental: los precios. Lo que tendrá como inexorable consecuencia
malas inversiones y posteriores pérdidas que culminarán perjudicando a toda la
sociedad en su conjunto.
"Los intervencionistas, así como los
socialistas no marxistas, por su parte, tienen interés no menor en demostrar
que la economía de mercado es, por sí sola, incapaz de eludir las reiteradas
depresiones. Impórtales sobremanera impugnar la teoría monetaria, toda vez que
el dirigismo dinerario y crediticio es el arma principal con que los
gobernantes anticapitalistas cuentan para imponer la omnipotencia
estatal"[6]
Se trata de tergiversar las verdaderas causas de los
ciclos económicos y sus inevitables y luctuosas consecuencias. Origen de los
mismos que no se halla en otro lugar que en el intervencionismo económico,
fruto este último que nuestros burócratas dirigistas jamás reconocerán, ya que
cuando su sistema irremediablemente fracasa siempre encuentran al mismo culpable:
el inocente capitalismo.
[1]
Ludwig von Mises, La acción humana, tratado de economía. Unión Editorial, S.A.,
cuarta edición. Pág. 184
[2]
L. v. Mises, La acción humana ...ob. cit. pág. 476
[3]
L. v. Mises, La acción humana ...ob. cit. pág. 489
[4]
L. v. Mises La acción humana ...ob. cit. Pág. 493
[5]
L. v. Mises La acción humana ...ob. cit. pág. 837
[6]
L. v. Mises La acción humana ...ob. cit. Pág. 849
Gabriel
Boragina
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@GBoragina
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