Dos linajes hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener. Miguel de Cervantes
Nuestra
hablachenta e ineficiente Revolución Bolivariana es también coherente - pocas veces – con su prédica. Es el caso de
lo enunciado y machacado hasta la saciedad -
por el Supremo y Eterno - pero
nunca acatado por sus familiares y correligionarios - ser pobre es malo.
El pueblo llano,
la clase media, los obreros y funcionarios públicos, los profesores
universitarios, están absolutamente
concientes y dolidos de su proverbial y
continuada limpieza de alcancías, bolsillos,
cuentas de nómina y saldos de la caja de ahorro, porque la otra - la del cuerpo - está más que difícil: no hay jabón de lavar
ni de olor, y mucho menos desodorantes ni perfumes. No hay Billete pues, es
decir, que la quincena no alcanza para el sueldo, reza la siempre sabia
sabiduría popular.
La Patria Querida
y Bonita se desbarata, sucumbe, fenece, en un sempiterno mercado atiborrado y
precario de carbohidratos cuando se consiguen – sin bachaqueros - pasta, arroz y harina de maíz precocida; de
las proteínas animales o vegetales ni hablar. Somos un país desnutrido, enteco,
canijo, magro de esperanzas: las próximas generaciones ya darán cuenta en
tallas y medidas de este revolucionario retroceso genético.
No hay Billete
que alcance, por más que el desgobierno nos intente convencer de que somos
felices por hambrientos, de que tenemos Patria aunque no haya papel para limpiarse
el culo y la totona, y tampoco toallas sanitarias para los períodos femeninos,
ni pastillas ni condones para los
embarazos no deseados, y la cacareada prevención del SIDA y las venéreas.
Ciertamente somos un país privilegiado por el Socialismo del siglo XXI.
Pero resulta y
ocurre que tampoco hay billetes en los bancos ni en los cajeros, por si
eventualmente queda una platica de la menguada quincena. La máquina socialista
de hacer monedas sin respaldo no se da abasto, cien bolos sirven para muy poco.
Los monetaristas del mundo siguen de cerca este conuco financiero, este corral bancario, este gallinero sabanero, a fin de ilustrar para la posteridad El Absurdo Bolivariano. Con Keynes, recordemos a nuestros ignaros cabecillas socialistas, lo que ya es irrefutable y tristemente notorio en la Bolivariana Patria:
Con un proceso
continuo de inflación, los gobiernos pueden confiscar, secreta e
inadvertidamente, una parte importante de la riqueza de sus conciudadanos.
Enrique Viloria
Vera
viloria.enrique@gmail.com
@EViloriaV
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