Sería de
perogrullada el recordar que estamos,
los venezolanos, en una situación sumamente muy conflictiva y peligrosa. Hay un
conjunto de factores sociales, políticos y económicos que concurren,
conjuntamente, para generar y profundizar el cada día más creciente conflicto, que
amenaza la seguridad y la paz de todos los ciudadanos. A estas alturas del
tiempo transcurrido y de los males generados, lo razonable parece imposible y
lo peligroso eminente.
Todos los ciudadanos que estamos en nuestra tierra,
nacionales o extranjeros integrados a este país amable y hermoso, vemos con
angustia que en el día a día aumentan los costos y desparecen todos los productos necesarios para
subsistir: alimentos, medicinas, útiles del hogar, repuestos para máquinas y
automóviles, etc., menoscaban la existencia vital en todos sus aspectos. Pero
mientras esto, que es tan grave ocurre, la incapacidad de un equipo
gubernamental que se evidencia por sus errores derivada muchas veces por la
ignorancia de tantos actores, profundiza la ruina general del país y la muerte
de tantos compatriotas, sea que derive de la escasez de productos para poder
mantener la vida, o sea porque el crimen se ha generalizado en todo el
territorio nacional, sin que poder alguno sea suficiente para controlarlo y
evitarlo.
Ese cuadro, espantoso por lo a ojos vista incontrolable,
por las diferentes instancias del equipo gubernamental anuncia, en lo
inmediato, una posible catástrofe totalmente incontrolable. La pregunta que
lógicamente surge en cada mente de quienes esto vivimos es, simplemente ¿Qué
hacer?
Por supuesto, quien esto escribe no tiene respuesta sobre
ello. A mi manera de ver, la solución más inmediata seríala unidad. Esa unidad
habría de ser establecida entre el grupo gubernamental y el correspondiente
sector opositor, pero tal logro, a estas alturas parece imposible. Para
lograrla sería indispensable el diálogo, un diálogo inmediato entre ambos
sectores, con miras a corregir los entuertos y agilizar acciones efectivas para
sustituirlos con respuestas adecuadas y concretas.
Ahora bien, el diálogo en estas condiciones no parece
posible. Esto me recuerda la vieja expresión de Juan Taulero (“Doctor
iluminado”, teólogo, predicador y escritor místico: 1300-15 junio 1361), quien
decía: “Nadie se impregna mejor del sentido de la verdadera distinción como
quien ha entrado en la unidad; e igualmente, nadie conoce verdaderamente la
unidad si ignora la distinción… se debe pues, distinguir para unir.” (1) Eso explica que la filosofía reflexiva y
crítica siempre se oriente al discernimiento de los grados del saber. (2)
En efecto, si no se distingue no se une, y si no se une
no se distingue, pero, podemos preguntarnos ¿cómo hacer para distinguir y al
mismo tiempo unir, lo que parece imposible de ser unido?
Si ello es imposible, creo que si sea posible una
verdadera unidad entre los partidos opositores, pese a sus lógicas y naturales
diferencias. Ello implica, necesariamente, que los diferentes partidos
renuncien a sus legítimos intereses y procedan como una verdadera unidad, por
encima de dichos intereses, mientras se
pueda lograr superar la situación que se viva en el país, y que cuando se
realicen las próximas elecciones permanezca dicha unidad, hasta que a plena
recuperación económica social y política sea reestablecida, con una gestión de
gobierno que mejore las condiciones pésimas de vida de los sectores más pobres
y que restablezca la paz, la seguridad y el orden ciudadano en toda la Nación.
(1.- Ver: Jacques Maritain: Los grados del saber (1)
Ediciones Desclée de Brouwer. (Paris-Buenos Aires). 2.- Idem.)
Para vencer en las elecciones de diciembre, es
indispensable menester la unidad de los partidos opositores, que debe durar
hasta que se restablezcan la producción y la economía del país, y que, como he
insistido en otras ocasiones, que las elecciones de diciembre se realicen con
votos en urnas electorales como era en el pasado; con presencia de testigos de
países desarrollados; que se eliminen mecanismos absurdos como el
“capta-huellas”, que los electores puedan asistir al conteo de los votos en las
mesas a las que concurrieron para votar y que, para seguridad, el acto
electoral comience en la temprana mañana y las mesas, en todo el país, sean
cerradas a las 6 pm de manera de impedir todo tipo de maniobras fraudulentas.
Pedro Paúl Bello
ppaulbello@gmail.com
@PedroPaulBello
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