El país en que vivimos, sumergido en la miseria, la
involución, el desencanto, la desesperanza y sin futuro , que se desintegra a
ojos vista y se acelera su alejamiento de sí mismo para convertirse en otro,
está muy lejos de haber alcanzado la suprema felicidad que los embusteros del régimen pregonan y tratan de
vendernos a través de los medios de comunicación y de esas largas y tediosas
peroratas presidenciales que nos torturan con una frecuencia inaguantable, en
las cuales las vetustas consignas que se esgrimen suenan cada día más huecas y
vacías.
La descarada actitud del régimen manipulando al CNE, al TSJ y a la Contraloría General de la República y realizando las mas groseras manipulaciones del aparato gubernamental para tratar de contener y neutralizar la inmensa avalancha de descontento y rechazo que impulsará al “voto castigo”en los comicios del próximo 6D, no refleja otra cosa que no sea el desaforado terror y desesperación que le embarga por los resultados adversos que se perfilan obtendrá en el referido acto electoral.
Es el miedo que le atenaza cuando
constata diariamente que las fuerzas desatadas de la sociedad venezolana lo
sindican como el causante de los terribles males que la aquejan y que ha
asumido como perniciosos para el bien común y, por ello, aspira y busca un
profundo cambio tanto, en la forma de conducir, como de los conductores
actuales del país. Los venezolanos hemos aprendido –y esperamos que para
siempre- que la manipulación perversa de las masas y la exaltación de sus
peores instintos que el régimen ha utilizado por tres lustros sólo conduce a
crear una inmensa bola de odios, abusos y descalificaciones sin un resultado
positivo tangible para los ciudadanos, particularmente, para los jóvenes que no
creen en nada porque no encuentran nada en que creer porque la visión de un
mundo mejor pretendido por el régimen para ellos ya ni siquiera es un cuento,
sino una colosal mentira.
Los venezolanos estamos cansados de aceptar
pasivamente que la lacra de la corrupción y el afán desmedido de enriquecerse
en el menor tiempo posible de los validos del régimen: políticos,
comerciantes,inversores, jefes militares y figuras más o menos públicas, sigan
realizando sus latrocinios con la impunidad que les confiere la complicidad gubernamental
que ha convertido al país en una gigantesca componenda de intereses
crematísticos. En las calles de Venezuela deambulan personas sin expectativas,
llenas de indignación por lo que les ha sido negado por el despilfarro y la
concupiscencia del régimen, a pesar de las tantas promesas y discursos; son
hombres y mujeres, hijos de tres lustros, cansados de recibir la pobreza
repartida a conciencia
Estamos cansados que el régimen nos imponga la
sumisión como la esperanza de sobrevivir en el caos en que ha convertido a la
República. La política de combinar el poder omnímodo y totalitario del Estado
con una ideología repleta de mentiras y
promesas incumplidas pretende aplastar la voluntad de millones de personas para potenciar la
subyugación y avasallar, incluso, el ansia de libertad, condición ésta esencial
para el ser humano. Estamos cansados que nos atemoricen colectivamente para
controlarnos, falsear la verdad y obligarnos a asumir una pasividad lacerante y
así tratar de evitar que nos califiquen como enemigos internos a los que hay
que reprimir, torturar, encarcelar, despojar de sus fueros ciudadanos y
convertirnos en parias ante la historia.
Con el devenir de los años, se han alterado de una
manera irreversible dos percepciones: la que el páís tiene del régimen y la que
el régimen tiene del país. Ese proceso, traumático y doloroso, ha hecho que el
ciudadano común se haya percatado que las privaciones, carencias y
prohibiciones que ha sufrido estoicamente en aras de un prometido futuro mejor,
se ha perdido irremisiblemente. Que el régimen es el resultado de la mayor suma
de incompetencia, brutalidad y mitología patriotera, de la intransigencia y el
fanatismo, repleto de odio y contaminado por el pragmatismo cubano, pero, por
sobre todo,concebido para hacer buenos negocios aprovechando su pasantía por el
poder. La historia de los últimos quince años nos ha enseñado que el régimen
disfruta más castigando que aceptando, hiriendo más que aliviando penalidades,
acusando que comprendiendo. Ahora, por
el lado del régimen, sus seguidores tienen la certeza de saber que están mucho
más solos, que su utopía fracasó y que en lo adelante deben dedicarse a cuidar
sus vidas y suertes. Para los ciudadanos que son mas libres, dueños de sí
mismos y que no pueden abrigar expectativas sobre el futuro prometido por el
régimen que saben peor, tienen, a su vez, la certeza que la ganancia de
libertad que significa vivir sin miedo lo compensa todo.
Y, por todo ello, los venezolanos opositores tenemos la autoconfianza y la necesaria ambición para alcanzar los fines más arduos ó elevados, estamos convencidos que nuestra acción masiva, decidida y valiente el próximo 6D, nos permitirá lograrlos e iniciar y realizar las transformaciones que urgentemente demanda la Nación. Parafraseando a Simón Bolivar ¿es que acaso 15 años de calma no son suficientes?
Pedro Luis
Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria
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