Llama la atención ante la creciente inseguridad que en la
mayoría de los sondeos de opinión surja de manera prioritaria la escasez y el
desabastecimiento masivamente sentido como eje central del descontento
generalizado. Al revisar los diálogos de los grupos focales de discusión la
respuesta sorprende por su racionalidad.
En general si a ver vamos se puede
actuar contra la inseguridad o se siente como posible con cierto cambio de
conductas y costumbres, resguardándome temprano , en otras palabras
encerrándonos.
Mientras que si algo no puedo hacer es inventar la comida, ni las medicinas y mucho menos solventar el problema de la leche infantil y los pañales. Ante el caos reinante aparecen respuestas racionales individuales para la sobrevivencia.
De manera similar si analizamos más allá de la moralidad o
inmoralidad también el bachaqueo tiene su racionalidad cuando hay maestras que
pagan un suplente para hacer las colas que les permitan medio abastecerse
porque tiene su cédula finalizando en 0 ó 1 y los lunes no hay nada, o me
inserto en redes de amigos o gestores para distribuirse las cargas de las
necesidades familiares remunerando esta acción como un trabajo y lo mismo es el
desempleado o jubilado que redondea su ingreso con el tiempo que invierte en el
proceso. En términos pragmáticos, es la respuesta racional a los incentivos de
las nuevas reglas de juego.
Ya tenemos algún tiempo observando las acciones de liberación del pueblo con los desalojos y acciones de limpieza de focos delincuenciales, en algunos casos de detenciones que después no sabemos en qué acaban, salvo la mención obligatoria de presencia de extranjeros y un repertorio de armas que no tiene relación con inmenso operativo. El reciente desalojo a mansalva realizado en la Panamericana supuestamente para la construcción del parque Hugo Chávez Frías plantea interrogantes al tener las contradicciones de realizarse con múltiples improvisaciones: sin destino, pues sus habitantes se encuentran a la orilla de la vía, de manera dantesca con simples techos improvisados, colchones sobre la tierra rodeados de niños y de madres sin destino, nos preguntamos ¿dónde está la LOPNA? Y hasta resulta paradójico que ello se realice de manera caótica en pleno proceso de captar votos sin un programa definido.
Se emiten decretos que se reformulan y modifican en
términos perentorios. Uno de ellos plantea la existencia de muchos mandos y
ausencia de conocimiento: la redirección de la producción alimenticia a los
negocios estatales como vía para enfrentar la guerra económica, sin entender el
caos de colas y corrupción que significa reducir una autopista de cinco canales
de distribución a un solo canal de abastecimiento. Una propuesta irracional que
enfrenta de inmediato la racionalidad de la realidad, pero el mal de la
desconfianza sobrevive haciendo que todas las acciones se dirijan a protegerse
mientras se pueda. Es alarmante el número de obras físicas que anunciadas con
estridencia están paralizadas o a medio andar con el consecuente deterioro de los
servicios públicos y privados además de la pérdida de empleo y cierre de
empresas.
¿Por qué tantas órdenes y contraórdenes? Si se piensa evitar el costo político de las medidas necesarias para encauzar el país, más costo tiene este caos que se vive a todos los niveles.
¿Tendremos entereza y respuestas al caos para aceptar el
largo camino de la reconciliación y la necesaria refundación?
Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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